Precio de aceites vegetales llega a un piso en el mercado internacional
Cotizaciones retrocedieron un 50% desde el pico del año 2022 y aparecen expectativas favorables por el aumento de la demanda y algunos inconvenientes productivos.
Tras un gran desempeño productivo mundial en la anterior campaña, el precio de los aceites vegetales descendió 50% respecto de los picos alcanzados en 2022. No obstante, los desafíos de cara al nuevo ciclo 2024-2025 parecen haber puesto un piso a las caídas, según un análisis de Matías Contardi, Belén Maldonado y Emilce Terré, de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Tal cual ocurrió con el resto de los commodities, los aceites vegetales no fueron una excepción y con asistencia perfecta todos acudieron al reacomodamiento de precios relativos que ha tenido lugar desde mediados del 2022. Ya lejos han quedado los días donde los aceites superaban sin problema los US$ 1.500 por tonelada, gravitando ahora en torno de US$ 950.
La campaña global 2023-2024, que ya estamos dejando atrás, contó con excelentes números productivos por el lado de las oleaginosas. A nivel mundial el girasol consolidó un ciclo récord y superó la campaña 2021-2022, llegando a 58,6 millones de toneladas (Mt), según Oil World, con Rusia y Ucrania incrementando sus números 6% y 16% entre cosechas, siendo los principales exportadores del aceite a nivel mundial.
Esa situación se replica para la soja, que entre una aceptable campaña estadounidense y muy buenos números sudamericanos, impulsados por la recuperación productiva argentina, marcó un punto máximo a nivel global, superando los 390 Mt. Mientras tanto, la producción de colza y canola habrían vuelto a alcanzar aquellos niveles superlativos de 80 Mt.
Así, acompañada por una feliz conjunción de contextos productivos favorables a nivel mundial, la cosecha de oleaginosas 2023-2024 tocó un récord de casi 640 Mt, situación a la que habría que sumarle el mantenimiento de elevados números productivos de aceite de palma, que en conjunto llevaron a los suministros de aceites vegetales hacia valores máximos. En consecuencia, presionados por el lado de la oferta, las cotizaciones cayeron en promedio 50% desde el pico de mediados del 2022, marca el trabajo de la BCR.
No obstante, lo que en la campaña global 2023-2024 fue una excelente performance para el total de las principales oleaginosas, las perspectivas para la campaña 2024-2025 presentan una dicotomía marcada entre las expectativas productivas para la soja y para el resto de las oleaginosas.
Para el girasol se advierte un panorama complejo sobre la región del Mar Negro (principal zona productora), donde las altas temperaturas y bajas precipitaciones dejarían cuadros comprometidos, con significativas disminuciones en los rindes proyectados. Sin embargo, el principal problema en la zona descansa sobre Rusia y Ucrania, naciones que representan el 70% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol, que afectados por las inclemencias climáticas verían reducir sus cosechas en 5% y 8% respectivamente. De forma preliminar se proyecta una merma de 6% en la elaboración de aceite de girasol, generando un importante desabastecimiento del óleo a nivel mundial.
En canola la producción mundial recortaría 4% entre campañas, con las principales disminuciones sobre la Unión Europea, donde se conjugaron una menor superficie implantada y adversidades climáticas que en algunas regiones llegan a imprimir hasta 18% en caídas proyectadas en rindes. Como consecuencia, las previsiones para la elaboración de aceites caerían 2% entre campañas.
La producción de aceite de palma se mantendría relativamente estable. Una importante recuperación del aceite indonesio lograría compensar las mermas en Malasia, viéndose incrementada la oferta global en 2% interanual.
Estados Unidos estaría cosechando la mejor campaña de soja de su historia, mientras que –aunque aún sea demasiado prematuro– la producción sudamericana se proyecta en un récord de 236 Mt. En este sentido, la cosecha global de soja se vería incrementada en más de 7%, registrando la mayor tasa de crecimiento interanual en cuatro años y un nivel récord de oferta. Frente al desabastecimiento del resto de los aceites y los abundantes suministros, la elaboración de aceite de soja sería impulsada hacia 65Mt (+5%), marcando un nuevo hito productivo.
Así, el aceite de soja deberá cumplir en parte el rol de suplir las faltantes del resto de óleos vegetales, en un contexto de tendencia creciente de la demanda, impulsado tanto por el crecimiento económico de regiones consumidoras claves, tal como la India, así como el fundamental soporte que generan la industria de biocombustibles. En este escenario parecería que las cotizaciones internacionales por aceites vegetales habrían encontrado un piso, intentando dibujar actualmente una tendencia al alza sobre los precios.
Esta situación resulta evidente en el mercado de girasol, donde las cotizaciones FOB por el aceite del Mar Negro repuntaron 21% desde marzo pasado y llegan a tocar niveles máximos desde agosto del 2023. Gráficamente, el mercado refleja el nivel de desabastecimiento esperado, rompiendo la estacionalidad que suele afectar durante setiembre, en plena presión de cosecha, y llevando a que hoy el aceite de girasol cotice incluso por encima del aceite de soja. De hecho, esta polarización en los contextos productivos por aceites vegetales hace que actualmente el aceite de soja se encuentre mucho más competitivo en precios que el resto, cuando a esta altura del año debería de ser a la inversa.
Mientras tanto, si bien a mediano plazo los fundamentos resultan bajistas para la soja, debido a las históricas perspectivas productivas, el mercado por aceites podría darle sustento al precio de la oleaginosa, más aún cuando este es más atractivo para el mercado internacional.
A pesar de ello, el nivel de crushing dependerá no solo de los números de la cosecha, sino también de la relación entre las cotizaciones de aceite y harina de soja. Al ser la soja una oleaginosa con poco contenido oleico, extrayendo por cada poroto 70% de harina y 20% de aceites, el precio de la harina podría imponer un tope a la rentabilidad de las fábricas, jugando el rol de regulador del mercado. Ello en conjunción con las disposiciones normativas de cada país para el abastecimiento interno de biodiesel.
India y los aranceles
Sobre mediados de setiembre India subió 20 puntos sus aranceles a la importación de todos sus aceites vegetales. La baja de precios internacionales es el principal factor que explica esta decisión, en tanto el abaratamiento de las importaciones de los últimos tiempos complica los márgenes de producción de oleaginosas en ese país. De esta manera, se busca atajar la merma de precios en el mercado interno indio, encareciendo los aceites importados y subiendo los precios domésticos en el país asiático.
Esto tiene un impacto directo sobre los mercados globales de aceites vegetales, en los que India emerge como principal importador. En los últimos tiempos Argentina se ha destacado como un creciente socio de la exportación del aceite de girasol desde Uruguay. Asimismo, se ha mantenido a lo largo de las décadas como un socio estratégico de las exportaciones nacionales de aceite de soja.
Con esta suba, el arancel de importación de aceites crudos pasaría de 5,5% a 25,5%, mientras que los aceites refinados pasarían de una alícuota del 13,75% al 33,75%, afectando directamente las exportaciones argentinas de aceite de soja y de girasol.
Sin embargo, al imponerse también para el aceite de palma, la medida –a priori– no afectaría directamente la competencia con otros orígenes de importación de aceites de la India. Esto no quita que dicha medida pueda tener un impacto negativo en los precios internacionales, y que pueda afectar indirectamente a la competencia entre aceites vegetales en función de sus costos de flete y primas FOB. Más allá de esta suba de aranceles, la India sigue posicionándose como un destino estratégico para seguir creciendo mucho más en la próxima década, concluye el análisis de la BCR.
Crecimiento de la producción de biodiesel
El mundo se encuentra en pleno proceso de transición energética, con un creciente consumo de energías alternativas a las derivadas al petróleo. Esto impacta de lleno en los commodities agrícolas, fundamentalmente por el lado de los biocombustibles. En el caso específico del biodiesel, para el año 2024 la consultora Oil World proyecta una producción mundial de 62,52 Mt, un crecimiento de 3,75% respecto al año previo y nada menos que 34,3% más alto que hace cuatro años atrás.
Al crecimiento productivo en la industria del biodiesel lo explican: Indonesia, que sobre la base del aceite de palma representó el 25% del incremento de la producción mundial de biodiesel entre 2020 y 2024; y Estados Unidos y Brasil, con 44% y 12% del incremento de la producción mundial de biodiesel desde 2020, con fuerte incidencia del aceite de soja como insumo clave.
Los tres países son responsables del 81% del incremento productivo de biodiesel entre 2020 y 2024, debido fundamentalmente a políticas de incentivo de los gobiernos locales respecto a los aumentos de los cortes de biodiesel en la provisión de gasoil. En el caso de Indonesia, en 2020 presentaba un corte de 30% y lo aumentó al 35% en 2023, y tiene el objetivo de alcanzar el 40% en 2025. En Brasil el corte de biodiesel en gasoil alcanzó 10% en 2018 y en marzo de este año se adelantó el cronograma, aumentando hasta 14%, y tiene en miras ubicarse en 16% para el año 2026.
Por su parte, Estados Unidos viene aplicando una política muy fuerte del uso de biodiesel en el corte de gasoil, a través de las medidas implementadas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA). En este marco, se vislumbra un gran incremento en la producción del Aceite Vegetal Hidrotratado (HVO), que es un diésel renovable, que ya supera la producción del biodiesel tradicional. En el primer semestre de 2024 se obtuvo una producción de 7,44 Mt entre biodiesel y HVO, de los cuales 4,7 Mt corresponden a HVO, informó la BCR.
Nota de Revista Verde N°117