Las compañías de seguros pagarán US$ 150 millones por la sequía
El fuerte impacto del evento climático obligará a que las empresas revean su oferta de coberturas; el área asegurada para esta zafra de invierno se multiplicó por siete
La sequía que afecta al Uruguay provocó las mayores pérdidas que un evento climático haya generado en la historia del país. En zonas donde normalmente se deberían cosechar en promedio 3.000 kilos de soja por hectárea difícilmente se llegue a 800 kilos por hectárea. En este marco, los seguros agrícolas tienen un rol sin precedentes.
Se estima que las 300.000 hectáreas que están aseguradas en Uruguay implicarán a las empresas aseguradoras pérdidas de US$ 150 millones, de los cuales US$ 95 millones corresponden al Banco de Seguros del Estado (BSE), siendo este el mayor siniestro de la historia de la entidad. Si bien para muchos productores el seguro ya forma parte del costo de producción, este evento llevará a reevaluar los límites de la cobertura de rendimiento y los costos.
El seguro, como toda herramienta aplicada a la producción, debe ser utilizado de manera correcta, pero está claro que para quienes no tenían un seguro de rendimiento será muy difícil recuperarse del mal resultado que dejó esta campaña de verano.
Gonzalo Gutiérrez, suscriptor de seguros en Sura, explicó que las aseguradoras son compañías financieras de colocación de dinero que deben otorgar a sus accionistas una rentabilidad superior al costo del capital. Por lo tanto, “tenemos que velar por la solvencia técnica de nuestros productos, eso quiere decir que tenemos que cubrir eventos que se puedan cubrir, cobrando tasas razonables, para lograr un producto adecuado”.
Con el desarrollo de la agricultura aparecieron problemas estructurales, dijo Gutiérrez, por lo cual los seguros agrícolas “están en un proceso de adaptación a esas nuevas realidades, donde lo que se busca es mantener la sustentabilidad técnica de una relación costo- beneficio adecuada, de manera tal que los eventos climáticos estén cubiertos. Sin embargo, eventos sistémicos, como esta sequía, “son muy peligrosos”, afirmó.
En la misma línea, Andrés Gunert, integrante del Departamento Agronómico del BSE, agregó que el seguro es fundamental en la inversión, como quedó demostrado en este evento. De todas formas, recordó que en los últimos 20 años hubo 10 zafras con resultados desfavorables para el seguro, en las cuales se indemnizó por diferentes eventos como exceso hídrico, granizo o sequía.
“En los últimos años el sector asegurador ha sido muy golpeado, por lo que es necesaria una recalibración de qué coberturas brindar y con qué alcance, para hacerlo sustentable”, explicó. Agregó que la calibración es compleja y se hace año a año, y que en situaciones como esta, cuando hubo un evento catastrófico, “se lleva mucho premio”.
Señaló que los productores con pólizas del BSE están cosechando 400 kilos de soja por hectárea, en promedio. “Este es uno de esos años en los que el seguro muestra realmente el tipo de herramienta que es”, recalcó.
Gutiérrez reconoció que “pagar siniestros es nuestra razón de ser”, de todas formas sostuvo que están ajustando las condiciones de suscripción porque “vamos aprendiendo de los errores que nos va mostrando la agricultura”.
Puntualizó que en su opinión la resiembra es una cobertura que no debería existir, se observa que empieza a generar pérdidas cada vez más significativas, y obliga a ajustar los criterios de suscripción para hacerla cada vez más rentable. “El agricultor es el primer defensor de una buena agricultura”, añadió. Pero aclaró que no solamente Uruguay es el que tiene este problema sino la región, por lo cual es aún más difícil negociar con las reaseguradoras.
En la misma línea Gunert explicó que para establecer el precio del seguro lo que se hace es considerar una serie de años, y corregir para que la siniestralidad esté dentro de la sostenibilidad. “Cuando pongamos este año catastrófico en la serie de años seguramente el dato que arroje será un aumento de precios considerable, pero estamos intentando que el mercado reasegurador no contabilice este año en una serie de 10, porque es algo que puede pasar cada 50 años”, indicó. Pero, agregó que el problema es que las reaseguradoras sostienen que, con el cambio climático, estos eventos están pasando con mayor intensidad y de manera cada vez más frecuente.
Crecimiento del área asegurada
El integrante del BSE consideró que es claro que para algunos productores los seguros son un insumo más, pero hay otros que se están dando cuenta que es una herramienta potente, y que eso quedó evidenciado en el crecimiento que registró el mercado en los últimos cuatro años, que fue de 40% en área.
“Hay un crecimiento del seguro y vamos a tener que darle cobertura, más capital”, para atender “a esos productores que lo desean”, afirmó. A continuación planteó que las empresas aseguradoras deberán salir a buscar capital en un mercado de reaseguradoras, donde “las tasas de interés que da la Reserva Federal son mucho más atractivas, con muchos menos riesgo, mientras que nosotros tenemos que ofrecer este negocio, que es muy riesgoso y con mucho capital expuesto”.
Por eso, sostuvo que la negociación con las reaseguradoras es compleja. “El costo del reaseguro tiende a subir y eso hay que trasladarlo”, explicó. Si bien sostuvo que el BSE, por el capital que tiene (US$ 700 millones) y su solvencia, tiene posibilidades de salir del reaseguro, “en agro estamos hablando de US$ 500 millones expuestos entre todas las coberturas, lo cual es muy riesgoso”, reconoció.
A su vez, consideró que el productor tiene que “gestionar todo lo que esté a su alcance” para obtener los mejores resultados. Comentó que hay agricultores que están dentro de una condición de tarifa y otros que salen de esa línea, porque aplican más tecnología, otras medidas de manejo y tienen un historial de rendimiento diferente.
En el caso de las aseguradoras privadas, Gutiérrez sostuvo que el mercado reasegurador está siendo más selectivo, por las subas de las tasas de interés y por los eventos climáticos cada vez más frecuentes e intensos. “Las compañías privadas estamos tratando de adaptarnos a ese mundo, intentando trasladar los cambios del mercado de la mejor manera posible”, afirmó.
Analizó que el mercado “va en una trayectoria de recomponer técnicamente las coberturas y comenzar a pensar en coberturas nuevas. Hay un universo de desarrollos posibles dentro de la industria del seguro, que tienen que buscar reconocer esa realidad de tecnología aplicada al sector, desarrollando seguros paramétricos y buscando crear la consciencia en el agricultor de que cuanta más información se le dé a la industria aseguradora mejores productos se van a poder lograr”. Agregó que la sequía mostró la exposición que tiene el sector, valorizando el seguro, y mostrando que este tiene que estar todos los años.
Mirando adelante
Gunert señaló que el BSE hizo rápidamente la tarifa de cultivos de invierno, vendiendo las coberturas más sensibles. Mientras que el año pasado la cobertura por seguro de rendimiento –en este caso por exceso hídrico– fue de 4.500 hectáreas aproximadamente en el BSE, este año la cobertura superó las 32.000 hectáreas. Esto quiere decir que “hay una mayor prospección del riesgo”, aseveró.
De todas formas, ambos explicaron que las negociaciones se dan sobre pronósticos de años Niña o Niño, que tanto los productores, las compañías de seguros y las reaseguradoras conocen. “Es como hacer un seguro de un auto que ya sabes que va a chocar”, graficó Gunert.
Está claro que el seguro es una herramienta que le da estabilidad al sistema. En el caso de aquellos productores que ya lo utilizan, difícilmente lo dejen de hacer, mientras que estiman que la tendencia será a que más productores lo incorporen.
Por otro lado, dijo que “si bien tenemos las herramientas tecnológicas para desarrollar un seguro catastrófico agropecuario, nos faltan los datos. No tenemos información de calidad y en cantidad suficiente para llegar a situaciones peculiares que contemplen el tamaño correcto”, lamentó Gutiérrez.
A propósito, agregó que la voluntad de trabajar con las autoridades siempre está, señalando que forman parte del proyecto que impulsa el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Cabe recordar que este piloto se planteó con tres años de duración (de 2021/22 a 2023/24), y está financiado por el MGAP a través del proyecto Sistemas Agroecológicos Resilientes del Uruguay (SARU), del Banco Mundial.
El proyecto comenzó a implementarse en julio de 2021, con el lanzamiento de una convocatoria a aglutinadores de productores, que aportan datos de rendimientos georreferenciados de cultivos de secano (verano e invierno) al sistema de información desarrollado en este proyecto, con el fin de contribuir a la mejora de la oferta de seguros de rendimiento.
“Es un comienzo para tener información relevante”, sostuvo Gunert. El seguro se nutre de información y datos históricos, pero “vamos a necesitar muchos años más para poder usar esa base de datos”.
Gutiérrez, por su parte, consideró que el plan piloto será exitoso en la medida que los productores se convenzan de que tienen que compartir esa información de rendimiento, para rediseñar los productos con coberturas más eficientes. Pero sostuvo que actualmente las compañías aseguradoras cuentan con más información que la que dispone el MGAP”.
Nota de Revista Verde N°107