La sanidad del cultivo de colza bajo la lupa de la investigación nacional
INIA La Estanzuela incorpora nuevas metodologías para realizar pesquisas científicas de las principales enfermedades en Uruguay, que en la actualidad son phoma y esclerotinia
La colza se ha consolidado como un componente valioso en las rotaciones agrícolas en Uruguay. Como sucede con trigo y cebada, las condiciones predisponentes del invierno típico de esta región del mundo presentan desafíos en lo que refiere al manejo de enfermedades. La licenciada en Biología (PhD.) Silvina Stewart, investigadora del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), en la estación experimental La Estanzuela (en Colonia) comentó a VERDE sobre las principales enfermedades que afectan a la colza y las innovaciones en investigación y manejo que están en desarrollo.
La phoma, causada por el hongo Leptosphaeria maculans, es una de las enfermedades más destructivas en colza. “Este hongo afecta las hojas, el tallo, y de manera crítica la base del tallo. Cuando infecta esa área puede estrangular la planta, haciendo que se derrumbe con el viento”, explicó. Los productores han confundido esta condición con daño por viento, pero la causa subyacente es la enfermedad, al atacar la base del tallo, y “suele tener diagnósticos tardíos”, puntualizó.
Para mitigar el impacto de la phoma, Stewart subrayó la importancia de la rotación de cultivos. “Nunca debemos sembrar colza sobre colza, especialmente si la cosecha anterior estuvo afectada por phoma. El hongo persiste en el rastrojo y puede reinfectar nuevas plántulas”, advirtió.
La aplicación temprana de fungicidas “es crucial”, sostuvo la investigadora. Generalmente se utilizan mezclas de estrobirulinas con triazoles. “El mejor momento para aplicar fungicidas es cuando la colza tiene entre cuatro y seis hojas. A los productores no les gusta aplicar en esta etapa porque mucho producto cae al suelo, sin embargo es cuando se puede controlar efectivamente la enfermedad”, señaló Stewart.
La integrante del INIA advirtió que esta enfermedad “puede arrasar con el cultivo entero” en cultivares susceptibles, y por eso es importante elegir el híbrido adecuado. Y si existe susceptibilidad, recomendó realizar una aplicación. Llamó a “cambiar el concepto” de ver cómo viene evolucionando la enfermedad para determinar si se aplica el fungicida, y “anticiparse a su evolución, dado que es esperable un impacto severo que no se solucionará con una aplicación tardía”.
CONTROLAR TAMBIÉN EN FLORACIÓN
Otra enfermedad preocupante es la esclerotinia, causada por el hongo Sclerotinia sclerotiorum. Ese patógeno penetra a través de los pétalos de las flores, causando una podredumbre húmeda en el tallo. “En condiciones de alta densidad de plantas, con clima fresco y húmedo, la esclerotinia puede propagarse rápidamente”, dijo Stewart.
El control de la esclerotinia requiere de una estrategia preventiva. “Las aplicaciones de fungicidas deben realizarse cuando el cultivo está en un tercio de floración, antes de que los síntomas sean visibles. No hay que esperar a ver la pudrición blanda en el tallo”, recalcó.
Señaló que “es crucial” monitorear las condiciones climáticas durante este período para tomar decisiones informadas sobre el control. “Si las condiciones presentan lluvias, días nublados y temperaturas frescas, hay que pensar en la esclerotinia”, remarcó.
También importa atender las medidas de control cultural. Siembras más densas o cultivares con canopias más cerradas podrían incidir en un mayor nivel de enfermedad. Por eso, alertó que “en cultivos más densos, muy frondosos, la esclerotinia afecta más”.
LOS APORTES DE LA INVESTIGACIÓN
Para mejorar el manejo de estas enfermedades INIA La Estanzuela está implementando nuevas metodologías de investigación. “Este año comenzaremos con un screening bajo condiciones controladas, para evaluar la resistencia de diferentes variedades de colza a la phoma. Esto nos permitirá obtener datos precisos y consistentes”, anunció.
INIA también está desarrollando un proyecto para medir los residuos de fungicidas en el grano de colza. Este proyecto, financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), “nos permitirá entender mejor cómo los fungicidas afectan la calidad del grano y asegurar que cumplimos con los estándares internacionales”, destacó Stewart. El estudio evaluará las aplicaciones más tardías en el ciclo del cultivo para determinar los niveles de residuos.
CARINATA
VERDE le consultó a la investigadora por las particularidades en el manejo de la carinata, un cultivo emergente, con varias ventajas y que es demandado para la producción de biocombustibles. “La carinata muestra una mayor resistencia a la phoma”, por lo que es menos preocupante desde el punto de vista de las enfermedades. Además, presenta beneficios adicionales, como una menor apertura de las silicuas, lo que reduce la pérdida de grano y la incidencia de aves. Sin embargo, la esclerotinia “sigue siendo una preocupación”, y “requiere las mismas estrategias de manejo” que la colza.
LOS DESAFIOS
Stewart remarcó que en Uruguay las enfermedades predominantes “no son las mismas que en Brasil o Argentina”, y destacó que “en el país tenemos muy buena información y mucha experiencia”. Agregó que “un mal manejo del cultivo podría condicionar los componentes del resto de la rotación”. En esa línea, indicó que la esclerotinia forma estructuras de resistencia que persisten en el suelo e infecta otros cultivos.
“Nos preocupa esta enfermedad”, dijo la integrante de INIA, “porque es huésped, no solo de la canola sino también de la soja, del girasol y de muchas de las leguminosas forrajeras”. Esto “es un problema”, porque “puede estar todo el año presente en el campo” y “serían las gramíneas los huéspedes con los que deseamos rotar para cortar el ciclo de esa enfermedad”.
Respecto a las buenas prácticas agrícolas, la especialista señaló que “si las aplicaciones se realizan en floración es importante hacerlas en la tardecita o en la noche, para no afectar a los polinizadores”.
Sobre los desafíos de inocuidad para exportaciones, INIA trabaja con otras instituciones para garantizar que la colza uruguaya esté libre de residuos de agroquímicos. En los experimentos “se hacen aplicaciones lo más tardías posibles en el ciclo del cultivo, que el productor podría llegar a hacer para controlar algo” y se mide el nivel de residuos en grano. “Los primeros datos estarán disponibles esta zafra; será la primera vez que se cuente con información nacional al respecto”, concluyó.
Nota de Revista Verde N°115