Investigador propone “diseñar los agroecosistema de manera distinta”
La producción de alimentos se enfrenta a cambios de paradigma para permanecer en el tiempo y adaptarse a nuevas demandas en los mercados. “Tenemos que pensar cómo diseñar los agroecosistemas de una manera distinta”, expresó el investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, ingeniero agrónomo (Dr.) Gervasio Piñeiro.
Explicó a VERDE que los nuevos sistemas agrícolas “obviamente tienen que producir alimentos, pero a su vez deben producir otra batería de servicios ecosistémicos”, como “tener un arroyo limpio, emitir poco gas de efecto invernadero, evitar las pérdidas de fósforo, conservar la diversidad de polinizadores o de biodiversidad en general” expresó.
El paradigma actual implica únicamente “cosechar y vender”, en vez de contemplar “múltiples objetivos de producción” necesarios para la sostenibilidad del sistema productivo.
En referencia a las polémicas sobre las prácticas agrícolas adecuadas, analizó que “siempre terminamos luchando por bandos”, enfrascados en “una cuestión dicotómica de blanco y negro”, que “no construye mucho”. Por lo tanto, sostuvo que “quitar demonios a la producción y reconocer las transiciones resulta clave”.
Afirmó que “las cosas nunca son así, hay un montón de matices” sobre los cuales discutir. “Después podemos poner rótulos distintos o podemos charlar sobre cuál es el mejor de ellos”, pero lo importante es que “se esté pensando en mejorar el sistema”, consideró el académico.
Planteó que un cambio de paradigma “requiere tecnologías enfocadas en los procesos”, para los que se necesita “más información” y articulación técnica, dado que “responden a cosas que no tenemos del todo comprendidas”, como el funcionamiento complejo de la dinámica de procesos e interacciones a nivel del suelo.
El investigador opinó que los productores “ya sienten” la necesidad de incorporar este conocimiento traducido en prácticas sostenibles, y para ello aconseja “empezar a diseñar distinto su sistema”.
A menudo existen diversas denominaciones para esta transformación en las prácticas, desde agricultura regenerativa, intensificación ecológica, producción orgánica, entre otras. Piñeiro opta por el concepto de agroecología, porque considera que “es mucho más grande” que los anteriores, ya que“incluye también muchas cuestiones sociales y de organización”.
Además de “alimentos sanos” y la “regeneración” de los recursos naturales, la agroecología incorpora conceptos como el “comercio justo”, que implica que los productores ganen lo suficiente para sostener su negocio y que el consumidor final pueda abastecerse sin que la formación de precio resulte restrictiva para su canasta básica.
Sostuvo que estas categorías “no deben ser una muralla” excluyente que deje a productores con intenciones de mejorar por fuera, estableciendo varas inalcanzables. Existen muchos productores que incorporan activamente cultivos de servicio y distintas prácticas sostenibles sin enmarcarse plenamente en una categoría o paradigma, y para el ingeniero “eso también está bien”. Esto implica que muchas veces se enfrente a nuevas prácticas o aspectos de transformación que “puede o no adoptar” y él tiene la libertad de “elegir una opción”.
Es foco de la discusión los posibles beneficios en la diferenciación de los commodities, que se pueden obtener por producir de forma sostenible. Sin embargo, es posible que en el futuro arriben restricciones a la producción, que impliquen penalizaciones por externalidades adversas de la producción agrícola que hoy no existen.
También advirtió que, ante la demanda de la sociedad, pueden surgir restricciones “por el otro extremo”, como “barreras arancelarias”. Esto podría ocurrir “de la misma manera” que un día “llegó la ley de uso y manejo de suelos”, por la dimensión del problema ambiental de la erosión. Un ejemplo de estas nuevas regulaciones podría ser la restricción de compra a la soja proveniente de tierras donde hubo deforestación.
El investigador opinó que “hay que hacerse cargo” de “lo bueno y lo malo”, en un sistema de producción. Indicó que Uruguay “produce comida para un montón de gente”, pero también “hemos tenido impactos ambientales que tenemos que mejorar”, donde “hay que encontrar un balance”. A propósito, sostuvo que los productores “deberían empezar a mejorar consistentemente”, de “una manera autoorganizada”, porque es posible que se vean afectados por nuevas “regulaciones” externas.
Opinó que la exigencia de productos sostenibles, el sobreprecio o la restricción a la compra de productos que no cumplan con determinadas características de sostenibilidad “va a llegar como imposición tarde o temprano”.
El académico señaló que “venimos de una carrera donde se deteriora el ecosistema, nuestro país posee pérdida de fertilidad, de estructuras y problemas de contaminación de agua”. Estos problemas “empiezan a afectar a toda la sociedad” incluso “a nivel de la salud”. A su vez, implican desventajas a la hora de acceder a los mercados que mejor pagan, que requieren altos niveles de inocuidad.
Esta adopción de nuevas prácticas “puede ser vista como un costo o como una inversión”. El investigador puso el ejemplo de “los cultivos de servicio”, que “los vemos como una inversión, que cuesta a largo plazo o a mediano plazo, y a veces incluso a corto plazo disminuye el uso de insumos y con ello los costos”. Planteó como ejemplo “una vicia –cultivo de servicio que fija nitrógeno en suelo– ante un maíz baja el uso de fertilizantes; lo tenemos súper medido”, remarcó.
El ingeniero agrónomo Gervasio Piñeiro es referencia destacada en sostenibilidad de la agricultura y nuevas formas de medir indicadores de sostenibilidad a nivel de suelo. Son conocidos sus aportes para abandonar el concepto de que el suelo es “una gran caja negra” y empezar a conocer cómo incrementar sus niveles de materia orgánica, para mejorar su fertilidad, estructura y poder evitar la pérdida de nutrientes. Sus contribuciones apuntan a seguir estrategias distintas para regenerar el suelo, según sus necesidades.
Nota de Revista Verde N°116