Integración de la cadena arrocera ha permitido superar distintos desafíos
El rol de INIA en investigación e innovación ha sido determinante para la consolidación de la productividad del sector, destacaron agricultores, industriales y autoridades
El XX° Taller de evaluación de la zafra de arroz 2023-2024 reunió al programa de mejoramiento del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), productores arroceros y a la industria. Allí se destacó la integración vertical de la cadena y al programa Arroz de INIA como clave en el desarrollo del rubro. En ese marco, Alfredo Lago, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), expresó su orgullo por pertenecer al sector arrocero, vanagloriando el estilo de vida que los caracteriza. Además de subrayar la institucionalidad y la capacidad de trabajo conjunto que caracteriza a la cadena. Con cierta emotividad, mencionó de forma reiterada a los homenajeados durante el evento y a otros contribuyentes del sector.
A pesar de las condiciones que han restringido la zafra, es unánime el optimismo con el que se concluye. “Quizás no existió una zafra tan adversa como la de este trimestre en cuanto al clima. Creo que el resultado que vemos hoy en lo productivo marca claramente la capacidad de la cadena arrocera de enfrentar desafíos”, dijo el presidente de la ACA.
Lago recalcó la importancia de la investigación y la innovación, especialmente el papel del programa Arroz de INIA en el desarrollo de nuevas variedades y mejoras en la producción. “El programa Arroz de INIA es un diferencial”, aseveró, mientras reconocía a los investigadores, tanto en su calidad profesional como humana. Reconoció, a su vez, el rol del INIA al darle importancia a la comunicación y a cómo encarar los desafíos referidos a la sostenibilidad del sector.
Sin embargo, fue incisivo con las autoridades de la institución, al señalar el “poco entendimiento por fuera del sector” y señalar la ausencia de directivos del INIA en esa jornada. Lago opinó que eso “afecta la calidad de la toma de decisiones” a nivel jerárquico y enfatizó que “este es el sector que más absorbe la tecnología o que más capta trabajo” de ese instituto de investigación.
FLEXIBILIDAD COMERCIAL
El ingeniero agrónomo Raúl Uraga, gerente de Operaciones de Saman y representante de la Gremial de Molinos Arroceros (GMA), también comparó el modelo de trabajo integrado de la investigación nacional del sector arrocero con otros sectores. “Cuánto se pierden los otros rubros por no tener al INIA dentro de los hitos de competitividad de los últimos 20 años”, opinó, destacando los logros obtenidos a través del diálogo interinstitucional.
Uraga reconoció que gracias a la investigación, la presión natural del sector de obtener mejoras en la productividad de forma acelerada no fue en detrimento de la calidad. La evolución de los rendimientos de 6.500 kilos por hectárea (kg/ha) a 9.000 kg/ha en 20 años es un logro que se obtuvo considerando las restricciones de calidad molinera y culinaria que se deben cumplir para mantener el reconocimiento internacional, lo que resulta en “el mejor arroz del mundo”.
También subrayó la importancia de diversificar mercados y productos, mencionando los desafíos enfrentados, como la falsificación de arroz uruguayo en mercados extranjeros. “Tenemos un producto que es falsificado en Perú y en México. Las bolsas de las industrias uruguayas tienen que tener una cinta antifraude”, sostuvo. “El arroz uruguayo se vende como pan caliente”, dijo con entusiasmo, y agregó que no se había llegado a junio y “ya llevamos más de la mitad del arroz vendido”.
Para finalizar, Uraga centró sus reflexiones en la apertura de mercados internacionales y subrayó la seguridad que brinda la calidad del producto para afrontar con resiliencia la volatilidad de la demanda de distintos países, y su eventual interrupción repentina y búsqueda de nuevos mercados para la colocación del arroz. Esto, según indica, requiere “flexibilidad y adaptabilidad” de la industria para crear rápidamente un producto a medida del comprador.
Para Uraga esa capacidad cobra particular relevancia considerando la innumerable lista de exigencias y particularidades que los distintos mercados solicitan, todas abordadas con éxito. No obstante, todo esto es posible “gracias a la integración vertical” de la cadena. Sin ella “sería impensable” lograr la “adaptación y flexibilidad comercial que hoy tenemos” evaluó. Además, alentó a ser “más flexibles y dinámicos” en la parte comercial, aludiendo al precio spot (de mercadería disponible), una de las variantes que incorporó el precio convenio durante la última campaña y que los productores pudieron utilizar en esta zafra.
UN MODELO EXTRAPOLABLE
Ignacio Buffa, quien asistió en calidad de ministro interino de Agricultura, Ganadería y Pesca (MGAP), dijo que “al Poder Ejecutivo se le hace fácil trabajar” con el sector, y que su estructura “la podemos tomar y extrapolar a otras cadenas”, y así “dar saltos productivos en otros rubros como la agricultura (de secano) o la ganadería”. Así es que el INIA y la ACA trabajan en proyectos de investigación FPTA (Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria) para el “diseño y desarrollo de los sistemas de producción” en búsqueda de sinergias.
El secretario de Estado abordó temas de competitividad. Mencionó con cautela el atraso cambiario y resaltó los esfuerzos del gobierno por mejorar la infraestructura y reducir costos energéticos. En ese punto reconoció la demanda de las gremiales de contar con el ferrocarril. Destacó en particular el esfuerzo del Banco República en “entender al sector” y “desarrollar mecanismos para poder apalancarlo”. Y se refirió a la necesidad de continuar trabajando para abrir el mercado centroamericano, que es de gran potencial comercial para el producto.
CALIDAD Y SOSTENIBILIDAD
El ingeniero agrónomo Álvaro Roel, director del Programa de Mejoramiento de Arroz de INIA, agradeció a todo su equipo de trabajo y a los productores por su disposición para el cambio y la innovación. “Tenemos una historia rica, un presente muy positivo y un futuro prometedor gracias a esta integración y a este trabajo de demanda clara”, valoró. Consideró que una de las principales fortalezas del sector arrocero uruguayo es su capacidad de adaptarse y evolucionar. La mejora continua en los rendimientos, acompañada de una estricta adherencia a los estándares de calidad le ha permitido al arroz uruguayo destacarse en el mercado internacional. Los productores y la industria han demostrado ser resilientes frente a las adversidades climáticas y económicas, manteniendo siempre un enfoque en la calidad y la sostenibilidad, concluyó.
El precio provisorio es el más alto y el margen está entre US$ 500 y US$ 600
El precio provisorio del arroz acordado el 30 de junio entre la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA) y los molinos arroceros quedó en US$ 17,15 más devolución de impuestos, para las variedades no americanas, en US$ 17,75 para la variedad INIA Olimar y en US$ 18,75 para la variedad INIA Tacuarí.
“Este momento de fijación del precio provisorio es el más importante para el productor en la cuantificación de sus ingresos”, más allá de la posible corrección que puede realizarse a fines de febrero del año siguiente al cierre del ejercicio comercial, dijo el presidente de la ACA, Alfredo Lago, en el programa Punto de Equilibrio, en Carve.
Consideró que esté valor en dólares nominales es “el más alto de la historia” dentro de los registros en el marco del sistema de fijación de precios del sector, lo que refleja el ciclo de “buena” valoración del arroz en el mundo, con demanda y “buenos” negocios.
“El 60% del arroz entregado” por los productores a los molinos durante la pasada cosecha “ya fue comercializado”, lo que genera tranquilidad respecto a que las incidencias del mercado afectarán eventualmente al 40% restante, sostuvo.
Lago se mostró optimista sobre un probable incremento del precio del arroz que recibe el productor para ese 40%, considerando las perspectivas favorables del negocio en el exterior.
El productor valoró la calidad del grano uruguayo, más allá del tipo de variedad empleada por el productor, que está “muy por encima de lo que hoy produce Estados Unidos, que ha caído mucho”.
La variedad Tacuarí representa entre 3% y 4% de la producción arrocera, tiene una “calidad superior”, pero solo tiene al mercado peruano como destino, comentó. Acotó que la variedad Olimar es “más nueva”, de ciclo corto, y en los últimos 15 años se ha sembrado en Artigas, siendo el “buque insignia” de la calidad del arroz de Uruguay, ocupando alrededor de un “15% del total de la producción”. Y la variedad INIA Merín que abarca casi la “mitad del área” cultivada, tiene un “excelente performance de venta”, por una “alta calidad industrial”, destacó.
“El costo promedio de producción de arroz en la zafra 2023-2024 fue de US$ 2.212 por hectárea”, con tres componentes: rentas y servicios que se pagan en kilos de grano, los valores de los insumos importados (fertilizantes y agroquímicos que bajaron 3%) y el incremento de los costos relacionados con el “atraso cambiario”, señaló.
El ingreso bruto “está entre US$ 2.600 a US$ 2.700 por hectárea”, que representa una ecuación económica “buena”, con un “margen de entre US$ 500 y US$ 600 por hectárea”; “es la cuarta zafra con resultados positivos, tras la crisis del sector”, destacó.
Nota de Revista Verde N°115