El rol del riego como dinamizador de la producción de toda una región

En casi 50 años la tecnología permitió el desarrollo de campos donde antes solo se producían 40 kilos de carne por hectárea, y hoy se cultivan arroz, soja, maíz y praderas.
El rol del riego como dinamizador de la producción tiene más de 50 años de trayectoria en la zona de Rincón de Ramírez, en Treinta y Tres. El productor Martín Gigena comentó a VERDE cómo fue la evolución de la zona, donde antes solo se producían unos 40 kilos de carne por hectárea en ganadería, y actualmente se siembra arroz, soja, maíz y la ganadería incluso puede superar los 200 kilos de carne por hectárea.
En su establecimiento Arroyito, ubicado a 5 kilómetros de Vergara, Gigena comentó que los suelos son “de muy baja fertilidad natural”, señaló que “no tenían mucha producción”, eran bañados, suelos “difíciles de manejar” en su estado natural. El campo fue adquirido por su familia en 1971, donde en principios se hacía ganadería, “con muy bajos niveles de producción”, hasta que un vecino hizo una represa y desde entonces “empezamos a plantar arroz y a hacer ganadería con arroz”, comentó. Luego, la empresa sumó diversificación, con otros productos como la soja y ahora el maíz.
Actualmente la rotación en el establecimiento se compone con: un año de arroz, al siguiente soja, luego vuelve el arroz, posteriormente se vuelve a hacer soja, y finaliza con tres o cuatro años de pradera.
“No estoy sorprendido con la evolución productiva desde el año 1971, porque la veo todos los días”, dijo Gigena. Agregó que “hemos sido participes siempre de esto, con la ayuda de mi hijo, que desde hace 20 y pico de años trabaja conmigo, desde que se recibió de agrónomo. Su aporte ha impactado muchísimo, porque ha acelerado los procesos”.
“Pero si pensamos con retrospectiva lo que eran estos campos y lo que producen ahora es algo que impacta. De tener que llegar a caballo a la manguera a hoy poder entrar en cualquier auto, sin problema”, dijo.
Destacó que el arroz y el agua “transformaron Rincón de Ramírez”, que “era una zona muy pobre en materia de productividad”. “El agua nos cambia la vida”, afirmó el productor.
“Vine a trabajar acá, después de haber estado trabajando en un tambo durante muchos años, porque aquí se hizo agua, se hizo un canal que pasó por ahí y empezó a regar estos campos, ese fue el cambio fundamental”, recordó.
A propósito, sostuvo que el riego “es la oportunidad que tenemos para aumentar la productividad”. “Necesitamos aumentar el producto bruto interno (PBI), seguimos siendo productores de materia prima, de commodities. Eso ya descomoditiza, porque agrega valor a lo que se hace. Tenemos cuencas hidrográficas muy importantes en todo el país, que se pueden ir usando criteriosamente, tratando de no enviar agua dulce al mar, para uso humano y productivo, con criterio medioambiental”, afirmó.
El impacto de las rotaciones
Destacó que esta rotación ha impactado muy positivamente en la productividad del arroz, sobre todo por el manejo de los suelos, a través de la tecnología de nivelación, del riego, y por supuesto la genética, que han permitido asegurar una productividad de arroz de unas 9 toneladas o 9,5 toneladas por hectárea, “que es más o menos lo que cubre los costos, dependiendo del precio”, señaló.
El productor recordó que “cada vez que hubo una crisis de precios tuvimos problemas, y por eso la diversificación”. Además, destacó que tener otro rubro también le permite usar más la maquinaria del arroz, que “está muy subutilizada”. Puntualizó que el arroz tiene un mes óptimo para la implantación del cultivo, y así expresar los mejores rendimientos. Para ello hay que sembrar entre fines de agosto y fines de octubre, y eso requiere de “muchísima disponibilidad de maquinaria instantánea”.
Sembrar otros cultivos dentro del área además permite dejar mejores rastrojos y evitar las malezas propias del arroz. En ese sentido la soja cumple una alternativa al uso de herbicidas, y permite mayor estabilidad en el arroz. A eso se agrega el precio de la soja, “que en algún momento fue muy bueno y nos permitió tener buena rentabilidad”, valoró.
Más allá de los vaivenes de precios, Gigena comentó que los productores tienen que tratar de asegurarse rendimientos, “hasta ahí podemos llegar los productores, para que los avatares de los precios no nos golpeen tanto”.
El productor comenzó haciendo soja en las laderas, en las lomadas de algún campo arrendado. “En los suelos bajos, del arroz, empezamos hace seis años, con toda esta tecnología nueva de geonivelación, que permite el drenaje del campo, usando el RTK como fuente de datos, mejorando cada vez más los sistemas de riego”, explicó.
Enfatizó que es importante “regar cuando hace falta y sacar el agua cuando hace falta, son dos cosas claves; soy obsesivo con sacar el agua de las chacras”. Explicó que regar el arroz “es fácil”, porque hay que “meterle agua y ya está, salvo en los primeros 20 días del cultivo, que son de secano”, porque el agua “hace mucho daño a partir de le emergencia del arroz”, y a la soja y el maíz “se los mata definitivamente”.
Recordó que a regar y drenar el agua “fue lo primero que aprendí hace 46 años, cuando empecé a plantar arroz acá”. El proceso fue “un aprendizaje y una mejora continua”, y ahora, con estas nuevas metodologías, “estamos logrando muy buenos resultados”, destacó.
El productor sigue plantando soja en las lomadas, regando con un sistema por pivot, donde la producción en promedio es de unos 4.000 kilos por hectárea. En los bajos la soja se riega por surco, y la productividad es del orden de 3.000 kilos por hectárea, e incluso más, indicó. Y también siembra algo de soja en secano, pero en ese caso puntualizó que los resultados dependen del año, aunque aclaró que en esos suelos no se logran más de 2.500 kilos por hectárea de promedio.
“Tenemos campos propios y otros campos arrendados, donde hacemos arroz, y donde tenemos algún contrato de largo plazo, donde podemos hacer soja de secano, donde hemos tenido suerte variable”, comentó.
Consultado por los costos, respondió que una soja con riesgo y drenaje “para nosotros tiene un costo “del orden de los US$ 1.000 o US$ 1.100 por hectárea”. Agregó que “en general se abarata un poco, porque como hacemos arroz, soja y el segundo año de arroz tiene menos costos, porque se hace sin mover la tierra. Y después hacemos nuevamente soja, y es mejor hacer pradera sobre rastro de soja, que de arroz”.
Ganadería
En las praderas la empresa de Gigena produce alrededor de 120 kilos de carne por hectárea, “llegamos a producir más de 200 kilos cuando hacíamos un poco menos de agricultura, pero en estos son campos que originalmente no producían más de 40 kilos de carne por hectárea”, enfatizó.
La producción ganadera se hace comprando terneros de 150 kilos que luego se venden a corrales de engorde. La firma analiza la oportunidad de mejorar la productividad ganadera con un encierro de terneros, tecnología que ya aplica parcialmente, ya que el riego por pivot permite producir mucho alimento.
Maíz
Gigena opinó que el cultivo de maíz “es muy bueno”, y planteó que “es una alternativa para ir rotando”, porque “es mejor rastrojo para cualquier cosa que venga después”, además de ser “menos extractivo que la soja”. Analizó que la soja deja un rastrojo “más parejo”, pero “es más minera” y “hay que reponer mucho fertilizante con productividades altas de soja, sobre todo potasio”.
Por lo tanto, consideró que el rastrojo de maíz “es un mejorador de campo” y tiene “muy buena cabida”. Aclaró que no plantea “hacer todo maíz, ni todo soja, pero ir más en esa línea; de acuerdo al campo irle dando espacio al maíz”.
Destacó que hay ejemplos en la zona de productividades de maíz que son “realmente impactantes”, considerando el potencial de los suelos de esa región de Treinta y Tres, donde se producen maíces que pueden rendir hasta 10 toneladas por hectárea. “¡Es algo sensacional!”, comentó.
También señaló que actualmente hay más demanda de maíz, por el alto precio de la carne. “De hecho, el precio subió y tenemos bastantes racioneros haciendo cola para comprar maíz en la zona”, dijo.
Desafíos
El productor analizó que “este es un momento desafiante para el sector”, porque “estamos en un período de baja de precios de los commodities, salvo la carne”, y “hay una incertidumbre muy grande, no sabemos qué va a pasar con los precios”. Señaló que hay una presión de oferta muy grande de los países de la región, sobre todo de Brasil, que “es una máquina de producir”.
Desde el punto de vista tecnológico sostuvo que “el desafío más grande ya sabemos cómo resolverlo”, en referencia al riego y la diversificación productiva. “Es importante aumentar la productividad a nivel de predio, porque es lo que te asegura al menos cubrir los costos”, remarcó el productor.
Y desde el punto de vista económico planteó buscar maneras de bajar los costos de producción, como abaratar los costos logísticos, y explorar la oportunidad de salir al puerto Río Grande, a través de la hidrovía de la laguna Merín. Además de mejorar la colocación de los productos que se exportan.
Nota de Revista Verde N°121