Arrozal 33 cumplió 90 años: crisis y bonanzas con un perfil de avanzada
El gerente general de la empresa, Álvaro Platero, destacó el buen momento del sector, pero advirtió que si el precio baja la rentabilidad puede comprometerse, por los costos
Nos llena de orgullo pertenecer a una empresa tan añeja y pionera en muchas cosas” dentro del sector arrocero, y también representa “una responsabilidad conducir sus destinos productivos”, dijo a VERDE el gerente general de Arrozal 33, Álvaro Platero, quien demostró su “alegría” al celebrar los 90 años de la firma.
Fue en un encuentro con empleados de administraciones anteriores y otros extrabajadores, en una jornada “emotiva”, de camaradería ya que además participaron representantes de empresas que acompañaron durante “mucho” tiempo al emprendimiento y algunos que la apuntalaron en los “años difíciles”, como las instituciones bancarias, señaló.
Respecto a los puntos a destacar de las nueve décadas de esta empresa, Platero sostuvo que la historia tiene tres administraciones que duraron tres décadas cada una, por simplificarla, pero todas con un mismo hilo conductor, con un “objetivo común”, “sin tener nada que ver una administración con la otra”.
El “avance tecnológico” ya se marcó en 1934, cuando se creó la empresa y se ideó el sistema de riego, a cargo de personas con una “cabeza muy adelantada”, ya que se trata del “mismo sistema” que hasta hoy perdura”, valoró Platero.
Comentó que en la construcción del sistema de riego “llegaron a trabajar 2.000 personas”, que hicieron “a pala un canal que unía la laguna Merín con el segundo levante”, que “estaba pensado que funcionara como primer levante” en aquella época. “Pasaron los años y la empresa, ya en aquel entonces, por publicaciones que hizo”, advirtió que “estaba preocupada por las rotaciones, por el cuidado del agua, por el ambiente” y otras “problemáticas de aquella época”, indicó. Eso transcurrió hasta los años 60.
En esa década la familia Sanguinetti tomó la dirección de la empresa, con Jorge Sanguinetti a la cabeza, un empresario de fuste, que promovió la investigación en el sector arrocero, cediendo hasta campos de Arrozal 33 para que aquella vieja Estación Experimental del Este, que dependía del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) investigara.
Y “fue artífice de crear el convenio con las otras empresas arroceras, para que se destinaran fondos para comenzar a investigar en arroz”, dijo.
En relación a ese asunto, Platero valoró que a los técnicos de aquella época los hacía viajar a Estados Unidos para traer tecnologías que se empleaban en el sector arrocero norteamericano. A fines de los 80 y en los 90, asumió la actual administración un empresario brasileño con “muchas hectáreas de arroz y conocimiento en Brasil”, con un “amor por la tierra y por el cultivo”, que “trajo un empuje de maquinaria y de capital para terminar de consolidar grandes innovaciones”, como la “siembra directa, los glifosatos de otoño y una cantidad de cosas que marcaron verdaderos jalones”, y determinaron “el avance del sector arrocero”, sostuvo.
Período de cambios
Arrozal 33 mantiene su rol de “avanzada” en la producción arrocera uruguaya, lo que “enorgullece mucho” a Platero, quien destacó las “buenas perspectivas” de la compañía.
Sobre la evolución y los cambios en los sistemas arroceros, el gerente de la empresa comentó que las diferentes administraciones tenían “distintas rotaciones, de acuerdo a lo que había en la época”. Empezó con una rotación agrícola-ganadera, ya en 1959 se trajo técnicos del exterior y “mucho antes de que se generaran las praderas sobre rastrojos de arroz, Arrozal 33 había descubierto que había que rotar con leguminosas y con gramíneas”; esas “fueron las primeras praderas”, recordó.
Y continuó con la reseña: “después fue evolucionando, con la presencia del INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) o de la estación experimental del Este se generalizó el uso de praderas sobre rastrojos de arroz y, por lo tanto, una ganadería más intensiva”.
Comentó que “se engordaban muchas cabezas de ganado, me acuerdo que en la administración de Sanguinetti ese era un foco importante. Hoy estamos con una rotación más intensa y generadora de recursos”.
Actualmente el “100% del área agrícola de la empresa realiza una rotación arroz-soja o arroz-sorgo”, por lo que “hay unas 12.000 hectáreas que son el área agrícola, podemos decir sin riesgo, sin ir a las zonas bajas”, y esa superficie “está sin ganado y con un ping pong, un año se planta la mitad de arroz y al otro año se siembra soja o sorgo”, explicó. Esa actividad la “hace Arrozal 33 o terceriza”, señaló. Detalló que “algunas hectáreas, en el caso del sorgo lo terceriza todo y la soja parte la hacemos nosotros y parte se terceriza”.
Otro aspecto relevante de la historia de esta empresa es la evolución que alcanzó en la productividad, tanto en arroz como en soja. “Nos mantenemos en la punta de la tabla”, siempre ahí, dependiendo de las características de cada uno de los años, ya que “este año se culminó con 9.200 kilos” de arroz por hectárea, pero el año pasado (2023) fueron “9.800 kilos en las 8.000 hectáreas” destinadas al cultivo, y “el otro año (2022) siempre arriba del umbral de las 180 o 185 bolsas (de 50 kilos)”, puntualizó.
Para Platero, esas rotaciones “bien manejadas, bien fertilizadas, controlando las variables de nutrientes en el suelo, incorporándole el encalado que estamos haciendo ahora, mantienen los suelos con un nivel de producción por demás satisfactorio”.
Del CTI a la mejor rentabilidad
Pero como en toda historia, y más aún cuando comprende esta cantidad de décadas, nunca faltan los momentos complicados y este caso no es la excepción. “Es como aquel que estuvo en el CTI y estaba consciente de lo que le pasaba”, y “tuvimos algunos años, cuatro o cinco, cuando estuvimos por debajo de la línea de flotación”, dijo el gerente de Arrozal 33. Y consideró que eso estuvo “agravado”, porque la empresa “había perdido sus campos y pasó a ser 100% arrendadora”.
“No somos dueños de la tierra y eso nos quitó espalda, sumado a la coyuntura del arroz, los costos eran altos, la bolsa valía poco, tuvimos muchas dificultades”, además de una “renovación del contrato que no estaba en el mercado, que no se veía la luz” al final del túnel, graficó. Acotó que incluso se llegó hasta el punto de estar cosechando el arroz en una zafra, pero “no saber si tenías otra zafra de futuro por delante”.
Sin embargo, esa etapa se superó y hoy la empresa está en un “esquema de producir y no industrializar el arroz, porque la industria también fue parte de esos años, que además de ser de baja rentabilidad eran sumamente conflictivos con los recursos humanos”, y se tuvo que “reestructurar”, porque la industrialización del arroz “le quitaba valor a la bolsa” del cereal, planteó.
Afirmó que la empresa “exportaba arroz blanco, como cualquier otro molino, pero llegó un momento que industrializar el grano le quitaba valor a la bolsa” y por eso debió “cerrar la parte industrial”, lo que significó dejar personal “por el camino”.
Después de llegar a tocar un piso, la empresa se levantó y pasó a un nuevo “período de bonanza”, que ya viene de unos “cuatro a cinco años”, este año en particular con “muy buena rentabilidad”, admitió.
Los costos
Respecto al escenario del negocio arrocero, Platero se refirió a la decisión de los directores y la gerencia de la empresa en cuanto a tratar de “aprovechar estos años buenos para invertir” y “quedar armados”, porque “los años difíciles van a volver a existir”. Informó que “estamos invirtiendo en maquinaria agrícola, en equipamiento de soja y con algunos proyectos interesantes”.
Sostuvo que “el objetivo es armarse para los años embromados, que van a venir”, se pueda “seguir trabajando como hasta ahora”. “Estamos en un año excepcional, pero con costos muy altos, la hectárea de arroz la cerramos casi con US$ 2.200”, advirtió el ejecutivo.
Explicó que “hoy la bolsa de arroz vale US$ 17, y si sacamos 185 o 186 bolsas por hectárea”, hay una rentabilidad “de casi US$ 900 por hectárea”, pero “si la bolsa vuelve a US$ 12 y se producen 185 bolsas, estás empatando”.
Advirtió que estos son momentos “excepcionales”, pero si pasa cualquier cosa en el mundo, como una decisión política de India, una guerra u otro acontecimiento, y “volvemos a los niveles normales (de precios), el cultivo de arroz que plantás es para que te vean”.
Insistió en que si el productor arrocero logra producir 185 bolsas y las vende a US$ 12, la rentabilidad se ubica en tres o cuatro bolsas, “con el riesgo” que eso implica por el costo por hectárea que demanda el arroz.
En ese contexto, Platero resaltó la necesidad de “ser muy eficientes en el uso de la mano de obra, de los mantenimientos, siempre ajustando para no gastar un litro de gasoil más, ni una hora extra inútil”. Planteó que hay que “estar siempre corriendo para que el negocio cierre”, por lo que es imprescindible “estar alerta”, dijo.
Nota de Revista Verde N°116