Las recomendaciones de manejo para sembrar camelina en Uruguay

LDC pretende llegar a 15.000 o 20.000 hectáreas este año, y que el cultivo se conozca cada vez más en el país; el producto se destina al biocombustible para aviación.
La camelina es una Brasicácea, especie conocida en Uruguay por la colza y carinata, pero tiene ventajas frente a estos dos cultivos, como la tolerancia a heladas y menores costos de producción. El responsable del cultivo para Argentina, Uruguay y Paraguay de Camelina Company, Matías Asinari, explicó a VERDE las principales recomendaciones de manejo.
Para la siembra se recomiendan 8 kilos de semilla por hectárea, que vienen tratadas con un estimulante y con Apron Maxx, producto con dos fungicidas. Se busca una densidad de 250 a 300 plantas por metro cuadrado, para que cumpla su función como cultivo de servicio, y a su vez explore los rendimientos potenciales.
Algo básico a tener en cuenta a la hora de sembrar es que los lotes sean bien drenados, que no se aneguen. “Es un cultivo rústico, pero no le gusta el encharcamiento”, señaló. La segunda medida a considerar son ciertos herbicidas, que pueden provenir del cultivo antecesor. “Hay que estar atentos a los preemergentes del cultivo anterior. Creemos que, con las precipitaciones de los meses de verano, otoño e invierno se lavan muy bien, así que no debería de haber problema”, dijo.
Asinari comentó que se le hace un cuestionario al productor, donde se pregunta qué cultivo antecesor tuvo y qué activos usó. “Estamos atentos a una aplicación posemergente que se pueda haber hecho en soja, en maíz, que tal vez acorte la brecha entre la aplicación y la siembra de camelina. Pero el año pasado sembramos 4.700 hectáreas y no tuvimos ningún problema”, destacó.
El integrante de Camelina Company indicó que “en todo momento llevamos la trazabilidad del cultivo”, porque el producto se destina al biocombustible, y para esto debe cumplir reglamentaciones específicas de la aeronáutica.
“Para trazar todo esto tenemos un equipo detrás de cada lote, asesorando a cada productor y tomando nota de todo lo que se vaya aplicando. El año pasado hicimos una fertilización defensiva, conociendo el cultivo y teniendo la experiencia de otros países en cuanto a reposición. Hoy la tonelada de camelina se lleva 10 kilos de azufre, 30 kilos de fósforo, 30 kilos de potasio y 40 kilos nitrógeno”, detalló.
Por eso, la empresa planteó “una recomendación básica de reposición, y en esta campaña, con ensayos y experiencia, nos animamos a un poco más de nitrógeno, entre 60 y 80 unidades; de 120 a 150 kilos de urea; y de 50 a 80 kilos de fósforo”, indicó. Y dijo que “si el cultivo se implanta bien, esas densidades objetivo compiten muy bien con las malezas”.
Además, indicó que enfermedades y plagas “tampoco son un problema por el momento”. De todos modos, no descartó que, en la medida que escale el área, puedan aparecer algunos problemas. “El año pasado tuvimos algunos lotes con ataques de pulguilla de colza, a fin de ciclo se ve algo de mildiu, pero nada preocupante. No tenemos umbrales de insecticidas ni de fungicidas, no vemos plagas ni enfermedades que afecten el rendimiento”, afirmó.
Una de las estrategias para la cosecha de camelina, considerando que tiene una semilla mucho más chica que las de colza y carinata, es ajustar el viento (de la cosechadora) al mínimo posible, porque sino se puede volar la semilla por la cola de la máquina. Por eso la camelina “se suele cosechar con algo de impureza, algo de cascarilla, pero es muy livianita”, comentó.
Se puede usar una cosechadora convencional y setearla a modo colza. La humedad recomendada es entre 6% y 8%, “allí ya entra en madurez fisiológica, en un color verde limón y termina marrón”, explicó. “Cuando las silicuas, que es el fruto, se tornan marrones, pierde humedad muy rápido; es muy fácil alcanzar esas humedades, y se puede cosechar a los tres o cuatro días”, agregó.
Variedades y mejoramiento genético
Asinari informó que en esta zafra tendrán dos variedades. “El año pasado también fueron dos, pero este año se reemplazará una, y trajimos una nueva, que creemos que tiene mayor potencial. Tenemos una variedad de ciclo medio y otra de ciclo medio-corto, pensando en ampliar las fechas de siembra, en sembrar más temprano, desde el 15 de mayo, y extendernos hasta los últimos días de junio o primeros días de julio”, explicó.
“Si se siembra en la fecha que está en el catálogo, se cosecha siempre antes del 15 de noviembre. Y la otra variedad igual, la única diferencia es que son distintos ciclos. Camelina se rige por sumas térmicas, a medida que va sumando grados, días en base cero, va avanzando en ciclo”, detalló.
También indicó que al ser una semilla chica, “se siembra entre 1 y 2 centímetros, entonces sabemos que también se va rápido esa humedad”.
Asinari consideró que el mejoramiento genético “es fundamental”. Informó que en Argentina tienen 20 variedades registradas, en Uruguay hay dos y se está registrando la tercera. “Tenemos todavía muchas en carrera para seguir trayendo. La genética viene desde Estados Unidos y Madrid, donde tienen base las empresas y están los bancos de germoplasma”, comentó.
Señaló que el enfoque de la selección está en los herbicidas. “Estamos trabajando en variedades tolerantes a ALS para los próximos años, para que el productor tenga alternativa, tanto en preemergencia como en posemergencia, para poder controlar malezas, o también evitar algún carry over”, adelantó.
También dijo que hay pisos y techos de rinde para seguir explorando, pero que en estas primeras etapas de desarrollo del cultivo “tenemos que hacer mucha escuela en manejo, de la mano con genética”.
El año pasado, en las 4.400 hectáreas que se cosecharon en Uruguay, el rinde promedio fue de 1.000 kilos por hectárea. “Era lo que buscábamos. Con nutrientes sabemos que podemos explorar rindes muchos más altos. Tuvimos medias de 1.400 kilos donde nos animamos a ir un poco más con nutrientes”, señaló.
En Argentina se han logrado rendimientos de 2.700 kilos por hectárea, y el promedio de la zafra anterior fue de 2.000 kilos. “Creemos que en Uruguay tenemos mucho potencial, porque tenemos agua, lo que faltó en la campaña pasada fueron nutrientes”, admitió.
Este año la empresa apunta a sembrar entre 15.000 y 20.000 hectáreas en Uruguay. Y en Argentina, donde el año pasado se sembraron 25.000 hectáreas, este año espera extenderse a 75.000 hectáreas. “Creemos que el cultivo tiene potencial, es un desafío para todo el equipo conseguir esas hectáreas. La demanda mundial es infinita para este tipo de aceites, y necesitamos expandir el cultivo lo más rápido posible”, comentó.
Biocombustibles: “un camino sin retorno”
“No tengo ninguna duda” de que la política de biocombustibles es un camino sin retorno, más allá de quién esté en el gobierno de Estados Unidos”, sostuvo el head regional de Oleaginosas de LDC para Latinoamérica Sur y Oeste, Fernando Correa. El ejecutivo consideró que “vamos a tener vaivenes, momentos en que los cambios de gobierno en Europa, Estados Unidos, Brasil y China –que dictan la dirección global– pueden generar algo de volatilidad, es ineludible”.
Analizó que en los últimos 10 años “hubo momentos de crecimiento, algunos con más y otros con menos fuerza, pero la tendencia siempre es súper clara. Así que si uno quiere proyectar a 20 años, que es lo que miramos como compañía, los cultivos sustentables como la camelina, así como el crecimiento de la demanda para biocombustibles, llegó para quedarse y para seguir creciendo”.
El año pasado fue la primera experiencia con el cultivo en Uruguay, el grano se molió en la planta de Cousa y se exportaron los subproductos de aceite a Neste, una de las principales empresas productoras de biocombustible de aviación. “Esto abrió las puertas para este tipo de aceite al mercado europeo, que es un hito para nosotros. El objetivo es producir más de 500.000 hectáreas entre los dos países de acá a cinco años. Es un crecimiento muy agresivo, pero creemos que a nivel productivo los países son capaces. A nivel estructura LDC puede desarrollarlo, y para atender a la demanda es poco”, planteó.
Correa señaló que “hay cada vez más aeropuertos a nivel global que exigen combustible de aviación sustentable en un porcentaje para cada flota de avión. Además de las empresas, que tienen sus propios objetivos”. Y después dijo que están los gobiernos. Este año Europa tiene como obligación el corte de 2% con combustible de aviación sustentable, y el objetivo es ir a 5% de acá a dos años.
“Cuando hablan de 5%, por ahí se considera que es muy poco, pero en cuanto a demanda de toneladas de aceite no hay camelina que pueda abastecerla. Mismo que no crezca como pensamos que podrá crecer inicialmente, sobra la demanda considerando los cortes que establecen los gobierno de Europa para el crecimiento que estamos proyectando en la región”, advirtió.
Además, dijo que la demanda “también puede surgir de cualquier otro sector que utilice combustible, como el marítimo”. Señaló que en Brasil la demanda de biodiesel es para todo el transporte pesado, en ese caso más enfocado en combustibles de grado uno, que son elaborados con aceites de soja y canola. Los combustibles de aviación y marítimo están más enfocados en los aceites de grado dos y tres, que “son los más sustentables”, porque “no compiten contra alimentos, ese es el valor agregado que tiene la camelina”, comentó Correa.
Remarcó que para LDC la sustentabilidad “es uno de los pilares sobre los cuales apalancamos el crecimiento y el avance en nuestra estructura de originación”. Sostuvo que en ese aspecto “siempre fuimos pioneros en la región, y esto nos llevó a explorar el cultivo de la camelina”. Subrayó que a nivel global LDC “tiene un claro mandato de no deforestar y trazar de punta a punta todos los cultivos que movemos y exportamos; creemos que es fundamental la estrategia de sustentabilidad para la región”.
Convocatoria a productores
LDC realizó un ciclo de jornadas sobre camelina en Durazno, Young, Dolores y Colonia Valdense, donde se convocó a los productores que sembraron el cultivo el año pasado y también a quienes tengan interés en conocer más sobre camelina.
“El año pasado se sembraron unas 4.700 hectáreas en Uruguay, quedamos muy conformes con el área, incluso teníamos más superficie para sembrar, pero debido a la oferta de semillas no pudimos hacer más”, comentó a VERDE el líder comercial de Macro Seed –la marca de semillas de LDC– en Uruguay, Luis Morales.
Agregó que el balance “fue muy positivo”, porque el cultivo “entra muy bien en la rotación, por tratarse de una especie de ciclo muy corto, que este año la estamos recomendando a partir del 15 de mayo, con ventanas de siembra hasta fines de julio”. Recordó que el año pasado “nos jugó a favor la fecha de siembra, por el retraso en la cosecha, y no fuimos a siembras de julio, incluso en agosto. Logramos rindes promedios de 1.100 kilos por hectárea, que fue parte de lo que presupuestamos”. Para este año se aspira a mayores rindes, con nuevas recomendaciones de fertilización y más datos generados de la experiencia de 2024.
El objetivo de LDC es intentar llegar a 15.000 o 20.000 hectáreas este año, y que el cultivo empiece a conocerse cada vez más en el país. La condición comercial está atada al mercado de la soja en Chicago, en la posición enero 2026, más US$ 50 de premio. “Después hay premios por volumen, de acuerdo al nivel de toneladas que se hagan. Hicimos una escala de 100 a 200 toneladas con US$ 10 de premio por tonelada, y más de 200 toneladas con US$ 20. El plazo de fijación de precio es hasta el 20 de diciembre, y el volumen máximo para fijar precio previo a la cosecha es de 400 kilos por hectárea. El recibo es en Montevideo, en Tres Bocas y Nueva Palmira”, detalló.
La semilla, que se importa de Argentina, es otorgada sin costo al productor, ya curada y con un bioestimulante. “Hay un interés notorio de los productores, más que nada por las características agronómicas, que son tres. La primera es el ciclo corto, que permite una siembra de soja en fecha de primera. La segunda son las heladas en estado vegetativo, el año pasado tuvimos 10 heladas consecutivas en ese período, con dos hojas, y no le impactó para nada. Y después el bajo costo, que es de US$ 400 o US$ 420 por hectárea, mientras que los demás cultivos tienen costos mayores”, detalló Morales.
Nota de Revista Verde N°121