Las experiencias y desafíos de padre e hijo como productores socios
Tienen muchas cosas en común, además de compartir la misma sangre se llaman igual, Alfredo Furtado, comparten la dirección de la empresa y la obsesión por la prolijidad
Alfredo Furtado, padre e hijo, trabajan juntos desde el año 2002 en la empresa de su propiedad, ubicada en Cebollatí, en el departamento de Rocha. Allí producen arroz y carne, con ganadería de ciclo completo, en un área de 4.200 hectáreas.“Cuando cumplió 16 años me dijo que me quería dar una mano, yo siempre andaba con las cosechadoras, y desde ese momento seguimos trabajando hasta ahora”, recordó el padre.
Si bien los dos se dedican tanto a la ganadería como a la agricultura, el padre se enfoca más en la producción animal y el hijo en el arroz. “Es un orgullo que mi hijo continúe en esta actividad. Hace 20 años que estamos juntos y todo lo que hace está bien hecho. Siempre lo apoyo y nos consultamos antes de hacer algo”, destacó el padre a VERDE.
Agregó que este recambio de generación también significa “una seguridad para mí, que tengo 62 años, porque cuando no estoy él hace las cosas como yo o incluso mejor”, valoró.
La prolijidad fue el principal legado que Furtado le transmitió a su hijo, admitieron ambos. “El estado de la manguera, de un tractor, las cuentas. Siempre que vamos a invertir tenemos que tener respaldo, nada de hacer locuras grandes. Y hasta que no terminamos de pagar algo no hacemos otra inversión”, dijo Alfredo hijo. Al tiempo que su padre confirmó: “me gusta tener todo impecable, y él es igual, gracias a Dios”.
En la empresa trabajan unas 15 personas, y cuentan con el asesoramiento de un veterinario y un ingeniero agrónomo. Siembran entre 800 y 1.000 hectáreas de arroz, “dependiendo de los cortes que nos den los campos. Como hacemos laboreo de verano tenemos que manejarnos con esas áreas para mantener la ganadería”, explicó el padre.
Y la ganadería se realiza sobre praderas, con el objetivo de terminar novillos gordos a los dos años.
El arroz
Los altos costos son el principal desafío que se presenta de cara a la próxima zafra arrocera. “Habrá que sacar, como mínimo, 180 bolsas secas (de arroz por hectárea) para poder empatar los costos”, calculó el mayor de los productores de la zona de Cebollatí.
Agregó que “los costos que se pueden ajustar se ajustan, pero hay cosas que no se pueden reducir o eliminar. Si se escatima en insumos para el arroz se pierden 20 o 30 bolsas de rinde, que puede llegar a ser la ganancia. En tecnología se achica lo que se puede, pero hay cosas que no se pueden recortar. Para regar el cultivo de arroz se precisa mantener personal, por ejemplo, y eso no se puede recortar”.
“Pero es importante ser cauto, vamos cubriendo los costos porque vamos sacando buena producción, aunque el precio no subió como los demás granos. En ese momento, cuando aumentaron los precios de todos los granos, pensé que el arroz también subiría, que valdría al menos US$ 13”, dijo el padre.
Consultado sobre la productividad del arroz, Furtado hijo respondió: “venimos muy bien. Hace dos años que pasamos los 10.000 kilos por hectárea. Hoy en día se hace todo mucho más prolijo”. Su padre agregó que “al tener la disponibilidad de los campos se hacen las cosas mucho antes. La soja permitiría dar otro paso en ese sentido”.
El hijo comentó que desde que está en la actividad, el negocio del arroz ha sido “una cajita de sorpresas. Hay que producir y después ver qué precio se logra. Hay que seguir fuerte con la ganadería, estamos apuntando mucho a la cría y a terminar rápido” animales para faena.
Rotación arroz-soja
En la región este de Uruguay crece la rotación arroz-soja, y consultados sobre la posibilidad de incorporar la oleaginosa al sistema, respondieron que el hijo está más convencido que su padre en hacerlo, de todos modos este último no lo descartó. Pero antes de dar ese paso necesitan solucionar el drenaje del agua en las chacras, que se tornó un problema importante.
El mayor planteó que hay variedades nuevas de soja, que se comportan mejor en los campos arroceros, y que este cultivo tiene la ventaja de dejar el campo pronto para sembrar, algo que también calificó como positivo. “El único tema es que tenemos un periodo intermedio, porque el laboreo tiene que ser más adelantado”, dijo el padre.
Además, también valoró que la soja permite sembrar raigrás un poco más temprano, antes de la cosecha. Su hijo, por su parte, dijo que si se incorpora la soja “sería la misma rotación, lo único que hay que adelantar son los laboreos”. Pero enfatizó que “la soja es importante para sumar productos a la empresa, diluir costos y mejorar los campos”.
Furtado padre comentó que estaría dispuesto a probar con la oleaginosa en un área menor, de unas 100 hectáreas, y ver qué resultado tiene. “Creo que con las variedades nuevas tal vez podría andar”, volvió a plantear. Al tiempo que advirtió que en esa zona los suelos “son más apretados”, distintos a los suelos arenosos “donde se pueden desarrollar mejor las raíces”, puntualizó.
Furtado recordó que “en el arroz ya llevamos 43 zafras, pero en esto vamos a arrancar ahora. Para nosotros sería de gran ayuda, pero también es difícil arrancar así, sin tener solucionado el drenaje”.
Enseguida comentó que “me gusta más el sorgo que la soja, porque es más aguerrido, por lo que he visto. La ventaja de la soja es la limpieza de los campos, además se aprovecha el manejo de los drenajes que se usan para el arroz y las praderas”.
Los Furtado también se refirieron a la experiencia de un amigo, “que trabaja muy bien y que está haciendo soja, y él nos incentiva a arrancar”, dijo el padre. Pero consideró que “los campos de él probablemente escurren mejor el agua, están contra el arroyo San Luis, cerca de la laguna Merín. Acá los campos son más apretados, la greda está más cerca”.
Pero a la vez insistió en la confianza que le generan las nuevas variedades de soja, “nos dicen que han mejorado, fueron avanzando, como en el arroz. Antes sacábamos 95 bolsas y el negocio cerraba bien, ahora sacas 200 bolsas y da justo”.
Drenaje hacia el río Cebollatí
Furtado padre señaló que “todavía hay productores que trabajan con represas y barches, para juntar agua en verano, pero es algo que ya no corresponde, porque se ensucian los desagües y se forma una gran represa. Eso le termina sacando mucha área productiva a los establecimientos que están más arriba, por eso estamos tratando de sacar el agua hacia el cebollatí y no hacia la laguna, que sería lo natural. La mayoría de los arroceros tenemos ese problema, algo de que cuesta creer”.
Por eso están tratando de solucionar el drenaje, evitando que el agua se tranque en su salida hacia la laguna Merín. La alternativa es llevar el agua hacia el río Cebollatí, algo que algunas empresas ya lo están haciendo.
De no solucionarse esta situación “no podemos hacer pradera, ni cultivos en el 100% del campo. El año pasado perdimos 300 hectáreas de pradera por no tener aceitado el drenaje para sacar el agua rápido”, lamentó el joven.
Agregó que en esa zona el 90% de los arroceros tienen ese problema, “porque limpian para sembrar, después se tranca y cosechan adentro del agua”.
La empresa cuenta con campos en ambos lados de la ruta, por eso explicó que la idea es incrementar los caños del pasaje del agua que está bajo la ruta 15, que pasarían de tener 1 a 3 metros de diámetro, lo que permitiría sacar un mayor volumen de agua y más rápido. El padre confirmó que esto significa “una inversión importante”, porque “el drenaje ideal es por el curso natural, o sea hacia la laguna; pero lamentablemente venimos a contrapelo”.
Su hijo agregó que “tuvimos que hacer toda una obra y esto también requiere mantenimiento, a diferencia del drenaje natural que se limpia solo”. Esto les permitiría sembrar 300 o 400 hectáreas de soja, según estimaron. “El arroz se puede seguir haciendo así, porque está acostumbrado a convivir con el agua”, admitió el productor.
Señaló que si se logra terminar la obra se podría sacar el agua “en dos o tres días”. De lo contrario “seguiremos demorando alrededor de 10 días”. Además, también permitiría que los campos queden aprovechables en un 100%, ya que actualmente se pierde entre 20% y 30% del campo. “Esas partes quedan inaprovechables si vas a hacer pradera o algún cultivo de secano”, puntualizó.
Ganadería
En ganadería los Furtado entoran unas 700 vacas pero trabajan con 800 o 900 terneros, y engordan novillos que envían a frigorífico. “Queremos producir todo con mejoramiento, nos quedan 300 hectáreas por mejorar, en un campo arrendado. Lo demás es arroz, pradera y ganadería”, explicó el padre.
Agregó que el porcentaje de preñez supera el 80%; y las vacas que fallan son extraídas del rodeo. Además, destacaron que la buena disponibilidad de agua en verano también ayuda a la ganadería. También tienen previsto incorporar un corral de engorde después de solucionar los problemas de drenaje, que “es clave para todo lo demás”, dijo Furtado hijo. Agregó que “hoy cualquier lluvia es de 200 milímetros, en verano o invierno, y para trabajar con eso hay que estar preparado”.
Campos propios
Furtado comenzó sembrando 27 hectáreas de arroz en la zafra 1979/80. Al año siguiente pasó a 77 hectáreas y así siguió creciendo, siempre en campo arrendado. “En 2004 empezamos a comprar campo. No queríamos recibir el Fondo Arrocero, pero como era obligatorio lo tuvimos que sacar. Si bien en su momento fue una medida necesaria para el sector, entre la reducción de la superficie a nivel país, la salida de productores, y en nuestro caso con crecimiento de área, hemos pagado varias veces los fondos arroceros”, lamentó.
En su momento ese crédito se invirtió en la compra de campos. Primero fueron 300 hectáreas, después pasaron a 600 hectáreas y más adelante concretaron otros negocios. Actualmente la empresa cuenta con unas 2.000 hectáreas propias, que representa alrededor del 50% del área que explota.
Nota de Revista Verde N°103