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Agricultura

Las aplicaciones de agroquímicos muestran una gran evolución

12 de diciembre de 2019

Las formas de realizar las aplicaciones de agroquímicos en la agricultura “han evolucionado mucho”, destacó a VERDE el investigador argentino Mariano Luna. El técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en el marco de una actividad organizada por Agroterra y Ligier.

Agregó que “estamos entendiendo que las aplicaciones son un sistema, y tenemos que tener en cuenta todos los factores, tanto climáticos como técnicos, logísticos y comunicacionales”.

Indicó que se están realizando “regulaciones de la operatoria de aplicación, buscando un tamaño de gota específico, que ayude a la mejor llegada y a la menor deriva, y cómo influencia eso al final del volumen de agua por hectárea; o sea que estamos viendo todo como un sistema”.

Explicó que se hace mucho hincapié en el tamaño de gota, en qué boquilla y qué presión se utiliza, dependiendo del objetivo, de los productos a usar para lograr ese objetivo o combatir esa plaga, y cómo el tamaño de gota es influenciado por las condiciones climáticas.

“Tras interactuar con toda esa información, determinamos el tamaño de gota óptimo para tener la mejor llegada al objetivo”, indicó.

A modo de ejemplo, comentó que “cuando hay muy poco viento no podemos usar un tamaño de gota extremadamente grande, porque por ahí no tiene la acción biológica que busco. Y en el caso contrario, cuando hay viento, hay que trabajar con el tamaño de gota, para que no derive y no ocasione problemas”.

También dijo que hay que entender que el sistema debe ir variando zona a zona, porque cerca de los centros urbanos prima la seguridad sobre la eficiencia. Pero afirmó que “podemos tener muy buena eficiencia siendo seguros. Lo que tenemos que buscar es capacitar y entender que hay diferentes regulaciones, en base a dónde estamos parados”.

Explicó que se busca un tamaño de gota seguro, que las condiciones de dirección del viento sean apropiadas, que los productos no evaporen, que sean productos banda verde y que tengan una bajísima tasa de volatilidad.

“Que se entienda que es un sistema. Si me dicen que es un producto que cuesta aplicarlo, se debe sembrar con un surco más abierto, para que sea más fácil la llegada, o empezamos a utilizar muchos cultivos de cobertura, que me ayuden a bajar la carga de herbicidas, y ser más benéficos con el sistema en sí”, indicó.

Comentó que en Argentina el volumen de gota en equipos autopropulsados terrestres es de 40 o 50 litros de agua por hectárea, en promedio, “donde se ha encontrado la mayor eficiencia operativa, que muchas veces va acompañada del accionar de los productos”.

Agregó que “muchas veces los insecticidas y fungicidas están en 30 o 40 litros, o un poco más, porque generalmente van solos y no hay problemas de compatibilidad, por eso se puede usar un poco menos de agua”.

Recordó que en el apogeo del glifosato se utilizaban unos 30 litros de agua, porque es un producto soluble, que no tiene problemas de compatibilidad. Pero en la medida que se empezaron a complejizar los caldos aumentó el volumen, por un tema de disolución de los productos.

Consideró que en los próximos años se estabilizará más cerca de los 50 que de los 40 litros, porque hay diferentes tipos de técnicas, y a veces se necesita aplicar más volumen.

Insistió en que no existe un volumen ideal, “lo que hay que hacer es adaptarse al medio”.

También hizo hincapié en que “no podemos usar la misma regulación durante todo el año, para todos los cultivos y en todas las condiciones. Hay que aprender a regular la máquina, porque nos enfrentamos a diferentes condiciones climáticas”.


Lee la nota completa en Revista Verde N° 81

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