Agrofuturo afianza su línea de semillas forrajeras con investigación
La empresa desarrolla su propia marca, enfocada en la genética, la implantación y el consumo, pensando en el mercado interno y también en los mercados de exportación
Las semillas forrajeras con marca propia constituyen la nueva línea de negocios de Agrofuturo, aunque la empresa trabaja en esa área desde hace 20 años, destacó a VERDE uno de sus socios, Diego Andregnette.
“Estamos en un proceso de evaluación de genética. Estos años nos dieron la ventaja de mirar a algunos lugares del mundo y a nivel local, para lograr el mejor mix de genética. Pero nos va a llevar un tiempo tener el portafolio de variedades completo. Ya tenemos semillas con la marca Agrofuturo en el mercado, como raigrás Campero, pero sigue la evaluación de un set muy grande de forrajeras en nuestro campo experimental El Lucero, que está ubicado en ruta 1”, informó.
Destacó esa modalidad de trabajo, con una primera instancia de investigación, para conocer el material, probándolo en campo propio y luego realizando ensayos en predios de productores. Y además, “priorizamos la capacitación interna del equipo, generando la mejor recomendación, para conocer bien el producto y después salir al mercado”, explicó.
También comentó que se está pensando en generar algunas mezclas, tratando de derribar algunos mitos, para lo que se están haciendo evaluaciones. Y los objetivos que se plantean tienen que ver con mejorar la sembrabilidad, implantación y el consumo.
“Esta línea de investigación previa de los productos, antes de salir al mercado, tal vez no sea una marca registrada de Agrofuturo, pero sí la tenemos marcada a fuego. Queremos hacer una recomendación sabiendo lo que el productor invierte; debemos estar a la altura de las circunstancias”, acotó.
La exportación
Pablo Civetta, otro de los socios de Agrofuturo, dijo a VERDE que la exportación de semillas forrajeras “es un objetivo dentro de la empresa”. Destacó que “Uruguay se viene consolidando como país exportador de semillas forrajeras, creciendo sostenidamente en los últimos años”. Ese crecimiento no solo ocurre en la región, donde Brasil es el principal mercado, sino también en otras regiones como Europa y China.
“Se ha trabajado desde las gremiales semilleristas, desde Inase (Instituto Nacional de Semillas) y desde la DGSA (Dirección General de Servicios Agrícolas), y se han logrado abrir algunos mercados. Es un rubro importante, lo vemos como un área interesante de negocios”, comentó.
En este último tiempo apareció China como destino, hacia donde Uruguay exportó volúmenes importantes. “Ha sido una novedad como mercado de semillas forrajeras para Uruguay. China es un gran actor; consume muchas semillas de forrajeras templadas, algunas hemos podido exportar y para otras hay que conseguir los protocolos fitosanitarios, pero el mercado está”, acotó.
Pero aclaró que allí “hay que ser competitivo, es un mercado de precios”, y en ese sentido admitió que “Uruguay tiene mucho para trabajar; ser eficiente, mejorar rendimientos y así bajar costos, para competir con el mundo”. Sostuvo que “la jugada, como país y como empresa, es ser una opción confiable y creíble, un proveedor que cumple, y que los clientes del mundo te busquen por eso”, concluyó.
La experiencia
“Hemos sido partícipes de diferentes cambios que ha tenido el sistema de pasturas”, dijo Andregnette. Recordó que “en 2004, cuando empezamos, nos dedicábamos solo a las forrajeras y nos obsesionábamos con ciertos temas. En un primer momento atacamos la implantación y la rotación, mediante un trabajo de tesis de grado, de Gabriel Brito del Pino, Diego Crosta, Carlos Morales y Agustín Colella”.
“Hicimos una tesis para ver cuál era el porcentaje de logro de las pasturas, queríamos tener una primera medición. Eso fue en el cristalino, y ese primer dato de porcentaje de implantación fue 29,3% del total de semillas sembradas”. En ese momento se sembraba festuca con raigrás, en algunos casos, y “las implantaciones se caían mucho más. Eso lo empezamos a trabajar y mejoramos”, señaló.
Luego se focalizaron en la mejora del consumo del pasto. “Ahí trabajamos con Santiago Fariña, que nos decía que los tambos consumen 3,75 toneladas de materia seca por hectárea y las pasturas producen en el segundo año 14 toneladas”, dijo Andregnette.
A pesar de que “vendíamos genética, decíamos que la genética no era garantía de éxito, y hasta ahora lo sigo diciendo. Si se consume solo el 40% del pasto que produzco, hay algo que tengo que cambiar. Ahí nos obsesionamos con el consumo y hoy hay muchas iniciativas que trabajan con ese objetivo”.
Y si bien esos pasos previos aún no terminaron, se viene la tercera etapa: las mezclas, genética y orígenes. “Mejoraron las implantaciones, estamos tratando de mejorar el consumo con el pastoreo y sistemas de pastoreo, para empezar a pensar un poco más las mezclas, la genética, los orígenes. Pensar en las pasturas como un todo, ya no solo en la alimentación animal sino también como un insumo para el suelo, el rol medioambiental, la forma en la que empezamos a comunicar sobre el papel de las pasturas en el ambiente. Es el tercer hito en el que queremos participar”, anunció.
Andrés Pérez del Castillo, también socio de Agrofuturo, se refirió a la “sembrabilidad”, un aspecto práctico en el que se ha profundizado en los últimos años. “Hay que hincarle el diente para ver cómo mejorar eso, porque en muchos casos es bastante dramático y hay cosas para hacer al respecto. Es un tema real, práctico y aplicable inmediatamente”, dijo.
El pasto y los costos
“La mejor forma de protegerse de los costos en ganadería y lechería pasa por aprovechar mejor los recursos más baratos. Tenemos un gran salto para dar, tanto en pasturas sembradas como en el campo natural”, dijo Andregnette.
Recordó que la lechería en un momento lo vivió, cuando gran parte de la dieta estaba compuesta de alimentos concentrados, y “de a poco, con trabajos de Pablo Chilibroste y Santiago Fariña, se fue apuntando a abaratar el sistema. Era algo que nos faltaba”, comentó.
Andregnette consideró que “es importante tener un poco más de confianza en el pasto; confiar en la fotosíntesis, porque el pasto crece todos los días. Con el monitoreo y su utilización se genera una ecuación de menores costos que, en definitiva, es lo que uno tiene en la mano para protegerse”.
Consideró que “el productor está sumamente abierto a todo esto”. Y también se refirió a un trabajo que se realizó con Santiago Fariña y Rodrigo Rovira, de seguimiento de un tambo, no para cambiar la base pastoril sino el sistema de pastoreo. Se buscó “protocolizar y sistematizar algo, con una recorrida quincenal, midiendo cuánto crecía el pasto y cuánto se podía comer, tratando de que se consuma el máximo posible”, explicó.
Luego, al comparar un ejercicio contra el otro, se constató un aumento del 20% en el consumo del pastoreo directo; y si se consideraba el pastoreo directo más reservas, generadas en el propio campo, “habíamos aumentado el consumo de forraje en un 27%. Eso implica una reducción directa de costos”, remarcó.
Andregnette dijo que el pastoreo racional, que hoy es tendencia, también busca estos objetivos. Y destacó que en predios extensivos también hay interés en llevar agua a la parcela, pensando en la eficiencia, en el uso del pasto, y en el bienestar animal.
Salto tecnológico
Diego Pérez del Castillo analizó que a partir de 2004 “hubo un salto tecnológico en pasturas”, pero recordó que “veníamos de un fracaso en los años 70 y 80”. Destacó que ahora se logró “el éxito, alcanzando los objetivos de hace 20 años, con persistencia, más productividad, mejorando la implantación de las pasturas”.
Y consideró que esto genera “un nuevo antecedente para el cambio que viene. Lo que hicimos prosperó, este salto no se dio de un día para el otro, tiene que ver con los sistemas”.
“Hoy visitamos clientes y hay muchísimos pensando en el agua en la parcela, en la división, en manejar cargas más altas en lugares más chicos, rotar, tener más potreros para regular el pasto. Todo esto provocará un cambio a nivel país, que lo veremos en cinco o seis años, cuando miremos hacia atrás”, remarcó.
Sobre Agrofuturo
Agrofuturo fue fundada en 2004, por los cuatro ingenieros agrónomos que continúan al frente de la compañía hasta la actualidad: Pablo Civetta, Diego Pérez del Castillo, Andrés Pérez del Castillo y Diego Andregnette.
“La creamos tomando las experiencias que habíamos tenido todos, trabajando en grandes compañías. Tomando las cosas buenas, como protocolos, procedimientos, adaptándolos a la realidad uruguaya, con la cercanía que las pequeñas empresas tienen con sus clientes. Esa fue la filosofía con la que formamos Agrofuturo en aquella época”, recordó Civetta.
Diego Pérez del Castillo destacó que el equipo “ha crecido rápidamente” y en la actualidad son 10 los ingenieros agrónomos que integran la empresa. “Estamos con una apuesta fuerte al crecimiento. En el centro logístico se incrementó el área de los depósitos y se ha incorporado tecnología para el procesamiento de semillas”, señaló.
Por su parte, Andrés Pérez del Castillo describió que Agrofuturo tiene cuatro grandes líneas de negocios. Una de ellas es la de fitosanitarios, a través de un acuerdo con Rainbow. Después está la línea de coadyuvantes, con la representación de SpeedAgro en Uruguay. Luego, la línea de semillas, con las forrajeras, los sorgos y girasoles de Advanta, y también se trabaja en maíz y con soja no transgénica. La cuarta es la de bioinsumos, con una nueva generación de productos que busca mejorar la eficiencia, con un menor impacto ambiental.
Diego Pérez del Castillo recordó que “hace 13 años arrancamos con el trabajo de Microgeo, un producto biológico que todavía sigue en uso, porque es una tecnología que llegó para quedarse. Porque está comprobado que si aumentamos la masa microbiana del suelo todos los procesos que le siguen mejoran”. Dijo que este nuevo impulso de la agricultura generó “nuevas consultas” sobre el producto y “se están haciendo nuevas biofábricas a nivel país”.
En esa área “también estamos trabajando con Daymsa, una empresa de España que se dedica a los bioestimulantes”. Allí “se destaca Raiza, por su performance y penetración en el mercado. Es un bioestimulante formulado como curasemillas, utilizado en un amplio rango de cultivos (arroz, soja, sorgo, forrajeras, cultivos de invierno), donde mejora la implantación y uniformidad del cultivo, especialmente cuando las condiciones se alejan de lo deseable”.
“Otro producto destacado es Naturamin WSP, un bioestimulante antiestresante que se utiliza en todos los cultivos (extensivos e intensivos), con el diferencial de tener un 80% de aminoácidos libres en su formulación y un aminograma (composición de aminoácidos) constante en dicha formulación, que lo hacen único en el mercado”.
Diego Pérez del Castillo dijo que “los resultados en los cultivos al analizar la recuperación por estrés biótico (sequía, helada, etc) o abióticos (fitotoxicidad), son muy buenos y consistentes. Eso es comprobado a nivel de ensayos desde hace siete años, con trabajos con Asinagro, Ausid, Pronutrition, Servag y Cuatro Hojas, así como innumerables datos de campo”.
Las personas
“Agrofuturo comenzó como un equipo de trabajo y sigue como tal. La dedicación a la formación del equipo, a lograr un buen ambiente de trabajo, nos permitió desarrollarnos. Es algo constante y estamos convencidos de que es un buen negocio”, indicó Andrés Pérez del Castillo.
“Creemos que las empresas tienen gran parte del conocimiento en su gente y, por ende, la estabilidad de las personas es clave para el crecimiento de la empresa. Esto no solo pasa en el área técnica o comercial, sino en todas las áreas. Hoy se habla de lo digital y no presencial, pero en nuestro rubro, el intercambio y la presencialidad es importante, es una de las formas de generar conocimiento. Esto es un activo que tenemos, cuidamos y que nos ocupa”, concluyó.
Nota de Revista Verde N°102