Luego de la seca el año Niño suma desafíos para el manejo de malezas
INIA advierte por el mayor remanente de semillas del verano pasado, que se suman a las que ya estaban, además la humedad genera condiciones ideales para su desarrollo
En un escenario de mayor disponibilidad hídrica y luego de la última sequía, se vislumbra un año más complejo para el control de malezas de verano en función del gran banco de semillas presente en el suelo. El ingeniero agrónomo (PhD) Tiago Kaspary, del área Protección Vegetal (Malezas) de INIA La Estanzuela, comentó a VERDE que en la pasada zafra de verano la sequía fue muy importante e impactó en la performance de los herbicidas preemergentes, que “no anduvieron bien”.
Agregó que al final del ciclo “quedaron muchas malezas produciendo semillas, que se sumaron a las semillas que ya estaban en esa chacra”. En el caso de Amaranthus (yuyo colorado) y Echinochloas (capines) “pueden producir muchas semillas, millares por planta, por más que sean plantas chicas”, advirtió.
Por eso indicó que se debe tener en cuenta que “vamos hacia una primavera-verano con un poco más agua, más humedad, con lo cual la tendencia es que toda esa semilla que ya estaba del año anterior, más lo que se sumó en el último verano, estará en el suelo, germinando dentro de los cultivos”.
Enfatizó que “hay que tener en cuenta esas situaciones y tomar las medidas necesarias para manejar preventivamente los herbicidas preemergentes. Como también, en función de la tecnología que el productor utilice, contar con alguna herramienta más para aplicar dentro de los cultivos de soja o maíz”.
Señaló que las malezas “problema” dependen del lugar donde “estamos parados” y marcó que, en la actualidad, en los cultivos de secano existen cinco grandes grupos de malezas, donde dos de ellos –raigrases y brassicas– tienen su mayor importancia en invierno; conyza o carnicera tiene actividad durante todo el año; al tiempo que los capines y yuyos colorados tienen presencia y generan pérdidas en cultivos de verano.
Estos grupos de malezas son formados “por dos o más especies”, señaló. Al tiempo, detalló que los yuyos colorados que están presentes en Uruguay como problemas son el Amaranthus hybridus, el Amaranthus tuberculatus y el Amaranthus palmeri. Explicó que cada especie tiene problemas específicos de resistencia y otros que comparten todas.
“Las poblaciones de palmeri y tuberculatus llegaron con todos los problemas de resistencia incorporados, una vez que fueron introducidas a Uruguay a través de cosechadoras usadas importadas de Estados Unidos”, recordó.
El otro grupo de malezas es el de las Echinocloas (colona y crus-galli). “Aún no tenemos la confirmación oficial de resistencia. Se trata de especies propias de nuestra agricultura y de los sistemas uruguayos. En esos lugares se está seleccionando resistencia”, comentó Kaspary.
Afirmó que la problemática de los Amaranthus es más importante en el cultivo de soja, mientras que las Echinochloas afectan más al maíz, principalmente en función de las opciones de manejo, como los herbicidas selectivos, que podemos utilizar, indicó.
EL MANEJO
El investigador de INIA señaló que la presencia de malezas resistentes “ha generado un ajuste permanente” de manejo, y que la idea que promueve el instituto de investigación es el manejo integrado, sumando herramientas y acciones que no pasen exclusivamente por el uso de herbicidas. “Muchas veces logramos un manejo exitoso con ese tipo de acciones integradas, y en otros casos, la opción pasa más por el control químico; pero el uso exclusivo de herbicidas no es lo que se recomienda”, puntualizó.
El objetivo “pasa por sumar esfuerzos y distintas herramientas” para manejar la resistencia, “no importa si son raigrases, Echinochloas o Amaranthus”, indicó. Pero específicamente para las malezas resistentes del verano “estamos promoviendo la utilización de cultivos de cobertura durante el invierno, que se termina con la siembra de soja, cuando esta cobertura deja un rastrojo que queda sobre el suelo, ayudando a manejar las malezas de verano, reduciendo la infestación. No controla todo porque no impide que venga alguna maleza, pero suma esfuerzos a los químicos como estrategia de manejo”.
Explicó que el manejo químico de Amaranthus y Echinochloa que recomiendan está basado en la utilización de herbicidas preemergentes y posemergentes, siempre que sea posible. “Los preemergentes impiden la emergencia o desarrollo inicial de las malezas. Para esto promovemos la mezcla de principios activos con distintos mecanismos de acción. Las malezas no se logran establecer porque los herbicidas actúan en distintos puntos de su metabolismo”, explicó.
En posemergencia “se han incorporado nuevas tecnologías que permiten la utilización de glufosinato de amonio y 2,4D sobre cultivos de soja con esa tolerancia. Estos herbicidas son alternativas a otros productos que ya se vienen utilizando en soja sin esta resistencia, como el fomesafen y fomesafen más benazolin, que son selectivo para soja, aunque su aplicación depende del tamaño de la maleza”, acotó.
“La idea es integrar esfuerzos para manejar las malezas. Toda herramienta que se pueda sumar es bienvenida, debemos intentar no depender exclusivamente de los herbicidas y cuando los utilicemos los tenemos que hacer con distintos productos y activos, con diferentes modos de acción”, sostuvo.
Indicó que en maíz “hay tecnologías nuevas, que permiten utilizar un haloxifop que no es selectivo para ese cultivo, además de glifosato y glufosinato de amonio, ya presente por más tiempo en otros híbridos resistentes, que también son herramientas importantes porque aportan tres mecanismos de acción diferentes, principalmente para el manejo de Echinochloas de difícil control”.
En ese caso “se recomienda la utilización de mezclas preemergentes, y para cultivares que no cuentan con ese evento transgénico está la posibilidad del uso en posemergentes de otros herbicidas, como por ejemplo el nicosulfuron y topramezone”, detalló.
RESISTENCIA A HERBICIDAS EN URUGUAY
Kaspary agregó que en Uruguay hay cinco casos de resistencia reportados de forma oficial en la página web de la Weed Science, dirigida por el investigador Ian Heap, importante referente en la materia a nivel internacional. Allí se reúnen los casos de resistencia formalmente reportados globalmente.
Para Uruguay “hay dos casos de Echinochloa resistentes a quinclorac y a la mezcla de imazapyr más imazapic en los sistemas arroceros del este del país”, señaló. A la vez, “en los sistemas agrícolas de secano hay tres casos nuevos de resistencia a glifosato en las tres especies de Amaranthus, que fueron confirmados por el equipo de INIA La Estanzuela en 2022”, informó.
Por otra parte, el investigador comentó que “tenemos datos publicados de raigrases con resistencias múltiples al glifosato, iodosulfuron más mesosulfuron y clethodim”. Además, para el caso de los Amaranthus “se están realizando varios trabajos para confirmar oficialmente resistencia a otros herbicidas como clorimuron, diclosulam, fomesafen, entre otros”. Para las carniceras (Conyzas spp.) se está trabajando en casos de resistencias múltiples a por lo menos tres herbicidas, casos que serán registrados formalmente en breve.
Kaspary indicó que se están realizando trabajos sobre sospechas de resistencia a glifosato e inhibidores de la ALS en las Echinochloas y brásicas, a lo que suma también “la sospecha de resistencia de las brásicas a hormonales, como 2,4-D y MCPA”.
Explicó que los trabajos para la confirmación de resistencia llevan “por lo menos” dos generaciones de plantas, “se necesita traer esa planta del campo, multiplicarla, hacer los ensayos, esperar que se multiplique, volver a realizar los ensayos encima de las hijas de las plantas con las que se comenzó la investigación. La resistencia en esta segunda generación necesita ser confirmada, para que así se pueda, reportar la resistencia a herbicidas de forma oficial. Esto es necesario, porque para ser considerado resistencia, la misma tiene que pasar de generación en generación. Por esa razón los trabajos se realizan en dos generaciones. No es tan sencillo afirmar que hay resistencia, por eso demanda tiempo”.
En los cultivos de invierno las brásicas vienen ganando mucha importancia, “hay algunas que son bastante comunes en Uruguay, como el Raphanus sativus y Raphanus raphanistrum, los comúnmente llamados rábanos o nabos. No se ha confirmado la resistencia, pero hay sospechas desde hace bastante tiempo”, señaló.
Agregó que “en los últimos años detectamos la presencia de un híbrido llamado popularmente nabolza, que es una mezcla de colza que habitualmente se siembra (Brassica napus), con otras especies nativas (Brassica spp.)”. A partir de allí se generó un híbrido con “varios reportes con sospecha de resistencia a glifosato y a herbicidas inhibidores de la ALS”, como metsulfuron. “La evolución a la resistencia es constante y el manejo integrado es una de las formas de reducir la presión de selección y atrasar la ocurrencia de más y más casos de malezas resistentes en nuestros sistemas productivos”, concluyó.
Nota de Revista Verde N°109