Un caso de éxito conjuga objetivos claros con sencillez de manejo

Don Poro es una empresa ganadera que produce 240 kilos de carne por hectárea; se caracteriza por poner el foco en los recursos humanos y en las alianzas estratégicas
Una empresa ganadera de ciclo incompleto, con un manejo sencillo, una relación insumo-producto de apenas 0,43 y que produce 240 kilos de carne por hectárea, llamó mucho la atención de los integrantes de la consultora Apeo, quienes concurrieron al predio a realizar un análisis para encontrar aspectos a mejorar y nuevos objetivos.
Ese es el caso del establecimiento Don Poro, de José María Campiotti, ubicado en la zona de José Pedro Varela, en el límite de los departamentos de Lavallaja y Treinta y Tres.
El caso de éxito, con resultados físicos y económicos muy buenos y en un contexto problemático para el sector agropecuario, disparó la idea de realizar una jornada de trabajo, convocada en conjunto por Apeo y la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay.
“La fortaleza del predio es un alto ingreso de capital, que lo mantiene de forma constante en el tiempo, y con una relación insumo-producto de 0,43, que para un establecimiento que produce 240 kilos de carne por hectárea y con 48% de área de pasturas, es excelente”, comentó a VERDE el consultor Diego Varalla, director de Apeo.
El resultado económico de Don Poro es de US$ 150 por hectárea. Al discriminarlo por rubro, si la empresa plantara la soja en el área que da en arrendamiento a un tercero para sembrar la oleaginosa, el resultado sería de US$ 200 por hectárea; pero las pasturas están dejando en el orden de US$ 400 por hectárea. “Esa cantidad de pastura en 48% del predio, con una relación insumo-producto tan baja, es lo novedoso”, destacó Varalla.
José María Campiotti explicó a VERDE que «cuando me retiré de la industria donde trabajaba lo que me propuse fue no complicarme la vida. Cuando me hablan de hacer soja, prefiero que la úlcera la tenga otro. Hay ciertas cosas que no voy a hacer”, admitió.
Antes, la producción de carne en Don Poro se ubicaba en el orden de 150 a 160 kilos por hectárea, pero después se decidió complementar la cría de un rodeo de 1.200 vientres Hereford con la compran de terneros para hacer recría para la cuota 481. Fue así, que el sistema de Campiotti pasó a ser de cría y recría, de ciclo incompleto.
Otro cambio fue que antes se arrendaba parte del predio para semillero de trébol blanco, y sobre esos semilleros aplicaba herbicidas para limpiar las malezas, más que nada asociadas a gramíneas, para después instalar las pasturas. Ahora el semillero no está y se arrienda parte del campo para plantar soja, en rotación; son unas 500 hectáreas de soja y 1.300 o 1.400 hectáreas de pasturas.
Cada año se envían unos 1.200 novillos a un corral de engorde vinculado a Frigorífico Solís, además de unas 180 vacas gordas y entre 350 y 450 vaquillonas a faena.
La recría se hace sobre pasturas perennes, con 75 días de suplementación estratégica, de un kilo por ternero. Esa apertura del ciclo completo, comprando los terneros, llevó a que la empresa aumentara su producción de carne a 240 kilos por hectárea en el año 2016/17.
El ejercicio 2017/18, debido a la sequía, cerró con 40 kilos menos de carne por hectárea, pero el resultado económico no lo sintió tanto, porque los precios del novillo fueron entre 10% y 15% más altos.
“Con una relación insumo-producto de 0,43, generar 240 kilos de carne por hectárea es para sacarse el sombrero. Vimos muchos predios que producen 250 kilos de carne a base de plata, 120 días racionando, todos los caminos internos rotos, todo trillado; pero acá vimos simplicidad, un mundo de pastura y de terneros, y logrando esa producción de carne notable”, subrayó Varalla.
El consultor consideró que el diferencial del establecimiento de José María Campiotti es la definición de objetivos claros, como el hecho de que los terneros tienen que comprarse con 180 kilos, con una variabilidad de peso baja y por ellos paga el precio más alto del mercado, sin escatimar en esa inversión.
El sistema es simple, con potreros grandes, de unas 50 hectáreas cada uno, donde lotes grandes de ganado se comen todo el pasto disponible. La base de las pasturas es de gramíneas perennes, festuca apoyada con leguminosas, con soja como cabeza de rotación, y con los cuidados que se deben tener para lograr altas productividades.
“Una de las cosas buenas que la ganadería ha conseguido es una certeza tecnológica con las pasturas. Hoy se pueden lograr las pasturas que queremos, y hay muchos más casos de éxito de los que había antes”, consideró Varalla.
Campiotti agregó que al sistema de cría lo piensa como un seguro, porque no quiere tener el dolor de cabeza de salir a comprar 2.000 terneros de buena genética, porque es difícil conseguirlos. “Hay ciertas cosas que tengo preestablecidas y después trato de mejorar cada una de las líneas de balance. También copio lo que otros hacen bien, no invento nada”, dijo.
Relaciones de confianza
El empresario pone mucho énfasis en acuerdos con proveedores. Fue así que realizó un convenio en semillas con la empresa Gentos; con MegaAgro para los productos fitosanitarios y fertilizantes; con Agroventas por los productos veterinarios; con el consignatario Alvaro Gastelú –representante de Zambrano & Cía en esa zona del país– por la compra de reposición; con Enrique Bonino para la selección del ganado de cría; y con el estudio Bonomi para la planificación y administración. “Son alianzas estratégicas, buscamos inteligencia y conocimiento”, señaló.
Sobre la relación con Frigorífico Solís dijo que “es de total confianza”, a diferencia de la relación que normalmente existe entre productores e industrias cárnicas.
“Nos reunimos con los libros abiertos de cada empresa, vemos la evolución de comportamiento de nuestras carcasas, para descartar algún proveedor que nos vendía terneros y ver que esa genética no sirve para nuestro sistema, porque no le sirve al frigorífico para la cuota 481”, comentó.
Especialistas y no generalistas
El personal es clave para lograr buenos resultados, según el empresario. “Es lo que hace la diferencia. Hay que seguir invirtiendo en la gente, esa es la clave del establecimiento, hay que educar, preparar, tener buenos planes de sucesión, darles todas las herramientas para que expresen su potencial”, aseguró Campiotti.
Para Varalla la clave es tener los objetivos bien claros, con un grupo de personal reducido pero motivado y comprometido. «Poro (Campiotti) decía que tener mucha gente distrae y tener mucha gente y que todos hagan de todo distrae aún más. El manejo de los recursos humanos más la sencillez del sistema son las claves”, opinó el director de Apeo.
Tras la consultoría, Campiotti comentó que las conclusiones señalan dos áreas de la empresa que se pueden mejorar, por un lado el manejo de las pasturas y por otro seguir analizando profundamente el abastecimiento de terneros, para incorporar genética que esté a la altura de la producción propia de la empresa.
También señaló que está buscando especialistas en el manejo de herbicidas y antiparasitarios, para solucionar los problemas de resistencia, tanto a nivel vegetal como animal. “Vengo de una industria llena de generalistas, precisamos especialistas para cada área específica, que agreguen conocimiento”, concluyó.