Maíz: Se consolidan las siembras tardías impulsando el crecimiento del área
Este fue el tema central de una conferencia organizada por Procampo Semillas y KWS; destacan que el avance de la superficie de segunda lo posiciona como “un nuevo cultivo”.
Las siembras tardías de maíz fueron el tema central de una conferencia de Procampo Semillas y KWS. La superficie del cereal continúa con su tendencia alcista, que se sustenta en la expansión del área de siembra de segunda. En ese marco, Gonzalo Bravo, gerente comercial de KWS Argentina, dijo a VERDE que el avance de la siembra de maíz de segunda lo posiciona como “un nuevo cultivo”.
Agregó que “el maíz siempre se sembró en la fecha que apuntaba a los mayores rendimientos, pero desde hace algunos años ese competo comenzó a virar”. Con la siembra temprana “es muy probable que se logren buenos rendimientos, pero también está la probabilidad de tener algunos años complejos, porque colocamos al período crítico en una época complicada”.
En esa línea, explicó que desde hace algunos años, en Argentina y en Uruguay, apareció “un nuevo cultivo” que es el maíz sembrado en fecha tardía, que “quizás no aspira a los rendimientos techos” en buenas condiciones, pero “asegura rendimientos mínimos mucho más altos, menor variabilidad y menor riesgo agrícola”. Basado en esos aspectos, el maíz “se ha transformado en un cultivo muy rentable y más seguro desde el punto de vista climático”, destacó.
Bravo acotó que “todos los actores estamos elaborando y ajustando pautas de manejo, porque creemos que este movimiento en las fechas de siembra será uno de los elementos que le permitirán al cultivo seguir creciendo en Uruguay”.
Sostuvo que “nunca hay que dejar a un cultivo ajeno a la rotación agrícola”. En Uruguay es muy importante la siembra de invierno, porque “es muy significativa el área que tomó la colza, que se suma a la cebada y el trigo, que son cultivos importantes”, dijo.
También señaló que “debemos tener en cuenta la relación con áreas ganaderas dentro de los campos de aptitud agrícola, como las praderas y los verdeos de invierno, que van liberando el campo en distintos momentos; normalmente se da luego de la ventana de siembra temprana”.
Por lo tanto, “el maíz tardío empieza a encajar dentro de las rotaciones agrícolas, estabilizando y maximizando de alguna manera la productividad del campo”, destacó.
Sobre el impacto del corrimiento de la fecha de siembra en el mejoramiento genético, Bravo dijo que “hace muchos años las empresas abandonaron ese viejo paradigma de sacar híbridos y después ver a quién le sirve”. En KWS “tenemos muchos técnicos en los campos, y trabajamos en la chacra del productor para entender cuál es la necesidad y orientar los programas de mejoramiento para resolver esos desafíos”, remarcó.
Planteó que la verdadera dificultad de desarrollar un híbrido “es el proceso, que es muy largo, lleva entre 7 y 10 años”. Por lo tanto, “tener claras las pautas de selección y de mejoramiento es una ardua tarea, un trabajo a largo plazo, pero sin dudas brinda frutos”, afirmó.
“Esto queda claramente expresado cuando se compara la respuesta a las variables ambientales de los híbridos viejos y de los nuevos. Hoy se pueden ver muy bien qué atributos producidos por el mejoramiento genético se expresan en resultados a campo para los productores”, explicó Bravo.
Para las siembras tardías y de segunda, “el objetivo del programa de mejoramiento genético de KWS es apuntar a la estabilidad, asegurar que el cultivo se ajuste en su estructura, que las plantas –y la cantidad de plantas– maximicen la utilización de los recursos como el agua, la radiación y los nutrientes, para asegurar un piso de rendimiento lo más alto posible”, sostuvo.
Bravo dijo que hay otros componentes importantes, como la resistencia a enfermedades y “dotar a esos híbridos de una biotecnología que los proteja de insectos”. Hoy la genética de KWS está con la biotecnología Viptera 3, que “está funcionando muy bien, pero no debemos seguir protegiendo esa tecnología con la siembra del área de refugio”, planteó.
Indicó que el mejoramiento genético de KWS está apuntando a híbridos de ciclo corto, que “nos permitan ser flexibles, recomendarlos para una siembra de segunda y también para una siembra temprana, que libere antes el lote y se pueda sembrar otro cultivo o incluso un doble cultivo de maíz. En este caso, sembrado muy tarde puede llegar a ser picado o cosechado, antes de que el ambiente sea negativo para el llenado. Se buscan ciclos que acompañen lo que demanda el sistema de producción”.
El manejo en las siembras de segunda
Esteban Hoffman, de Unicampo Uruguay, dijo a VERDE que el rango de fecha óptima para el maíz de segunda “va desde el 8 o 10 de diciembre hasta fin de ese mes o primera semana de enero, con la precaución de que ante alguna helada temprana ese maíz pueda transformarse en silo”.
Sobre la fertilización, Hoffman consideró que son planteos que en secano “tienen menos plantas, pero sobre todo están en un suelo más caliente. Y toda la información es consistente: aun partiendo del mismo nivel de nitrógeno (N) en la siembra, los suelos dan más N. La respuesta al N es más baja, aunque el potencial sea el mismo, porque el suelo da más. Ese no tiene que ser un argumento para no muestrear y no fertilizar un maíz de segunda, es para saber que quizás las dosis deban ser inferiores”.
Además de ajustar el N a la siembra, “es clave muestrear suelos en V5 o V6. Hay niveles críticos que varían con el potencial esperable o con la evolución que tenga el cultivo; es importante conocer el ambiente”, explicó.
El experto consideró que allí aparece una diferencia entre lo sembrado en setiembre y lo sembrado en diciembre, porque con el mismo nivel de N en el suelo e igual nivel crítico, los equivalentes fertilizantes son distintos, ya que son más bajos en las siembras de diciembre. “Eso es conocimiento agronómico”, dijo.
Para Hoffman los productores “precisan esto más que nunca”, por el impacto que “tiene sobre el potencial, en el ahorro de nitrógeno y además evitamos el exceso, que contamina y genera óxido nitroso”.
La corrección objetiva de un nutriente como el N, que ha tenido un costo muy alto, permitió ahorrar hasta US$ 200 por hectárea. Esas diferencias se observan tanto en chacras que fueron medidas de forma objetiva como en las que no. “No entiendo cómo en Uruguay, que tiene muchos agrónomos, no está todo muestreado; no lo puedo entender”, cuestionó.
El fósforo y el potasio “tienen que ser ajustados a la siembra; ahí se juega todo”. En el caso del N “empieza por la siembra, luego seguimos por V5 o V6 y después continuamos en hoja, en V10 o V12. Tenemos que monitorear e ir acompañando, con diagnóstico, el cambio en la demanda”, recomendó.
En esa línea, Hoffman indicó que si hay un maíz con una restricción hídrica importante y le agrego N en exceso, “empeoro la situación, no habrá respuesta al N y puede ser que deprima el rendimiento”.
Los Materiales
Federico Bellenda, gerente general de Procampo Semillas, destacó a VERDE “el crecimiento del cultivo de colza” en la agricultura local, y también “el cultivo de maíz, de la mano de las siembras tardías, que tiene mucho para aportar a los sistemas y a las empresas; por eso, el área de siembra va en aumento”.
Afirmó que en esta campaña “cerca del 70% de la superficie lo aportarán las siembras tardías o de segunda”. En esa línea, Procampo Semillas y KWS posicionan para los planteos en secano al híbrido KWS 4216 Viptera 3, “que se adapta muy bien a los distintos tipos de suelos y manejos”. Al igual que en siembras de primera, el híbrido de alto potencial de rendimiento es el KWS 3916 Viptera 3, “que reacciona al aumento de población y está posicionado para planteos de alta tecnología o bajo riego”, resaltó.
El momento del maíz
Federico Larrosa, gerente de Agroservice de KWS Argentina, resaltó que el maíz está en un momento de crecimiento sostenido. “Hace tiempo que hay una rueda muy virtuosa a nivel mundial, que se repite país a país. Hay productores que invierten y que toman tecnología y que no dudan en innovar. Empresas que invierten en genética, porque la semilla de maíz permite el retorno de la inversión, pero también hay inversión en el manejo agronómico del cultivo y otros insumos asociados”.
Además “hay una academia que estudia muy de cerca. En todos los lugares hay profesores e investigadores que trabajan para generar conocimiento a partir de las novedades del cultivo. El maíz tiene eso hace un montón de años y es lo que sustenta el crecimiento constante en hectáreas y en productividad. Y eso no sucede en todos los cultivos”, analizó.
Larrosa comentó que la tasa de crecimiento anual del rendimiento de maíz depende de cada país. En Estados Unidos, por ejemplo, se ubica entre 130 y 140 kilos por hectárea al año (kg/ha/año). Recordó que en Argentina, “cuando festejamos los 15 años de mejoramiento genético, analizamos que nuestro germoplasma mejoró 120 kg/ha/año; y el promedio de Argentina está en 115 kilos”.
Un trabajo de Hoffman muestra que en Uruguay el rinde promedio del maíz se duplicó en 20 años. “Eso no son 100 kilos por año, eso es muchísimo, y no es solo genética, ahí está el círculo virtuoso que hoy tiene el cultivo”, concluyó el integrante de KWS Argentina.
Nota de Revista Verde N°105