Manejo sanitario integrado es clave para el control de enfermedades
Las mayores precipitaciones en este invierno afectaron a los cultivos; la cebada sufrió la epidemia de mancha en red y cuando hay anegamiento “la ramularia es importante”
El manejo sanitario integrado es clave para el control de enfermedades, destacándose a su vez la importancia del correcto uso de los fungicidas para frenar enfrentar las distintas problemáticas. La temática fue abordada en el marco de la jornada anual de Proquimur sobre enfermedades de invierno, denominada Decidiendo con conocimiento, donde participaron los ingenieros agrónomos: M. Sc. Silvana González de INIA La Estanzuela; PhD. Carlos Pérez, de Clínica Vegetal; PhD. Marcelo Carmona, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires; y la PhD. Silvia Pereyra, de INIA La Estanzuela.
Carmona aseguró a VERDE que cuando surgieron los fungicidas “fueron vendidos como una solución casi mágica”, sin embargo “se han empezado a ver sus debilidades y crecen las preguntas sobre la utilización de otras moléculas para mejorar su eficacia de control”.
Sostuvo que “su uso está cuestionado”, por lo que incluso en Europa hay un proyecto para suspender los fungicidas en un 50% de la superficie de la tierra. A su entender “es necesario profundizar en su conocimiento, para saber mejor cuándo aplicarlo, en qué dosis hacerlo y cómo rotarlos para no generar resistencia”.
En este sentido remarcó la importancia de rotar los principios activos de los fungicidas, pero además “hacerlos con otros mecanismos de acción que sean igualmente eficientes” para el control del patógeno en cuestión.
Carmona destacó que la resistencia viene creciendo a nivel mundial, siendo “el principal desafío que tenemos los investigadores, las empresas, los productores y la sociedad en su conjunto”, ya que entiende que usar fungicidas que no funcionen implica contaminar el ambiente y no lograr el objetivo buscado.
Consideró que desarrollar una nueva molécula tiene un costo de entre US$ 200 y US$ 300 millones. “No se pueden lanzar moléculas como antes, por los problemas de resistencia”, enfatizó. Por lo tanto, señaló que las compañías están teniendo que invertir más en investigación para poder enfrentar el problema de las cepas resistentes. A su vez, destacó la importancia de la extensión para un correcto manejo de estos productos y que perduren en el tiempo. “Hay que lidiar con una situación de equilibrio racional y no caer en el fanatismo directo de no usar productos químicos, ni fitosanitarios, hay que usarlos respetando el ambiente”, sostuvo.
Otro aspecto importante del manejo es el momento de su aplicación. “No podemos aplicar por las dudas o porque los precios son buenos. Hay que hacerlo cuando sea necesario, lo que requiere de un monitoreo constante y tener los umbrales en la cabeza”.
Sobre las principales enfermedades que hoy están afectando a los cultivos de invierno, enfatizó que en cebada “la mancha en red es la protagonista, y cuando hay anegamiento por agua la ramularia pasa a ser importante”. Al tiempo que en trigo las principales son las royas –amarilla o naranja– y la mancha.
Carmona consideró que se está transitando un cambio de paradigma en el manejo sanitario de los cultivos de invierno. Recordó que “antes era casi un paquete con llave en mano, siembra directa, un tratamiento de semilla sin mucho análisis y sembrar un cultivar que te lo compraba la maltería, el molino o el exportador”, sin embargo “hoy se observa resistencia a fungicidas, problemas de control, mal curado, cultivares que cada vez se hacen más susceptibles. A esto se suma el cambio climático y la presencia de micotoxinas”.
También advirtió que la inocuidad de los productos es cada vez más exigida. “Sabemos que las micotoxinas producidas por especies de Fusarium pueden ser cancerígenas, por lo cual tenemos que estar muy comprometidos”, dijo. Además resaltó la importancia de que no haya residuos del fitosanitario en granos. “El tiempo de carencia es fundamental”, dijo, y aseguró que cada vez habrá más seguimiento y trazabilidad sobre este punto.
Por otra parte, opinó que el sistema productivo aún no está “suficientemente” preparado para enfrentar todos estos desafíos que tiene por delante, pero entiende que sí tiene la capacidad de hacerlo. “Tenemos que ser proactivos y adelantarnos al problema de la gestión de enfermedades”, planteó.
UN AÑO MOVIDO CON LAS ENFERMEDADES
El profesor titular de Fitopatología –de Facultad de Agronomía– y director de la Clínica Vegetal, Carlos Pérez, dijo a VERDE que este ha sido “un año movido en materia sanitaria”. Informó que la cebada comenzó temprano con una epidemia de mancha en red, que generó muchos “dolores de cabeza”. Esto llevó a la necesidad de aplicaciones foliares de manera temprana, con repeticiones.
Señaló que hubo cebadas que sobre fines de agosto ya tenían tres aplicaciones, algo muy atípico para las condiciones de Uruguay”. En trigo el desarrollo de enfermedades fue “más tranquilo”, se observaron epidemias de royas, además de verse casos de mancha amarilla y septoria. De todas formas, consideró que fue una situación “bastante más parecida a la de los años promedio”.
Pérez sostuvo que hubo varios factores que incidieron en la expansión de la mancha en red en cebada, remarcando “la presencia de inóculo, probablemente también en semilla son una alta eficiencia de transmisión a plántula”. Describió que este fue “un año muy favorable, con eventos de lluvias prolongadas que favorecieron el contagio”. También señaló que “se utilizaron muchos cultivares con comportamiento de resistencia media a débil frente a esta enfermedad”.
“Nos sorprendió la rapidez del desarrollo de la epidemia. Cuando llueve poco la explosión de la enfermedad es menor, pero en las últimas tres campañas su incidencia había sido baja. Sin embargo, este año su desarrollo fue mayor y no estuvimos preparados”, consideró.
Para Pérez, en los casos que el productor necesitó tres aplicaciones para controlar la enfermedad se llegó tarde en la primera aplicación, o se hicieron malas aplicaciones con problemas de llegada al blanco, provocando un control parcial. “Con un clima favorable para la mancha en red, si la aplicación no es buena, a los pocos días la planta pide nuevamente una intervención para frenar la epidemia”, indicó.
El especialista en fitopatología enfatizó sobre la importancia del manejo integrado para el control de las enfermedades en cultivos de invierno. “Tenemos que estar con las riendas más cortas”, dijo. Para Pérez el pronóstico de un invierno más lluvioso y no seco como los anteriores “debió provocar que se estuviera más atento y preparado de lo que se estuvo”.
Sobre los problemas de resistencia aseguró que “es innegable que estamos alterando la sensibilidad de la población de hongos a los fungicidas, con una frecuencia e intensidad de uso que cambió mucho en los últimos años”.
Remarcó que en invierno se hacen dos o tres aplicaciones de fungicidas, y en verano se hace una o dos. Recordó que cuando se aplica en verano el fungicida atraviesa la canopia y cae en el rastrojo, donde está el mismo patógeno al que ya se le había aplicado fungicida en el invierno, ejerciendo “alta presión de selección sobre la población”. Y afirmó que el problema de sensibilidad de los fungicidas es global.
Para contrarrestar esta problemática, el manejo integrado, potenciar todas las medidas y no llegar tarde en las aplicaciones “es fundamental”, dijo. Remarcó que “aplicar un fungicida con alta población de patógenos brinda más chances de que haya algún individuo poco sensible y que lo seleccionemos”.
RESISTENCIA A LOS FUNGICIDAS
Silvia Pereyra, investigadora referente de INIA en el Área de Protección Vegetal del Programa de Cultivos de Secano, destacó que ese instituto viene trabajando con Facultad de Química en el comportamiento del Fusarium. “Hemos analizado distintas zafras, observando la sensibilidad de la población frente a los triazoles que se utilizan para el control de esta enfermedad”, comentó. Recordó que para Fusarium el grupo químico que se recomienda es el de los triazoles y no las estrobirulinas. A su vez, remarcó que en la actualidad todavía no hay carboxamidas que se utilizan para su control, como ocurre en Canadá o Estados Unidos.
“Hemos visto que hay sensibilidad diferencial con algunos individuos que se adaptaron al uso del tebubuconazol y ahora se están adaptando también a los otros triazoles que estamos utilizando”, comentó.
Además, señaló que este año comenzaron estudios específicos en dos planteos, uno en cebada y otro en trigo. En el caso de la cebada la preocupación es lo que ocurre con mancha en red. “Nuestros sistemas de producción tienen algunas particularidades, por lo que tenemos que generar información propia”, dijo. En el caso del trigo “se va a trabajar analizando sensibilidad y resistencia de fungicida para roya estriada, que es una enfermedad reemergente, y se necesita saber cuáles son los fungicidas más efectivos”, planteó.
LA SEMILLA COMO VECTOR
Silvana González, técnica de laboratorio de la Unidad de Semillas en INIA La Estanzuela, habló sobre la importancia que tuvo la semilla como transmisora de enfermedades en esta campaña de invierno. “Para el control de las enfermedades es importante combinar varias estrategias. El hecho de haber incorporado a la semilla, dándole un valor y el peso que tiene en la transmisión de enfermedades, es importante”, valoró.
Agregó que hay varios aspectos del sistema integrado en los que hay que trabajar para un correcto manejo de las enfermedades. Es importante el diagnóstico para mejorar la sensibilidad y ser conscientes de que el curasemillas “no hace magia”, sino que tiene una eficiencia de 40% a 50%. A su vez, cuando el ambiente no ayuda y el cultivar es susceptible, se dan todas las condiciones para “la explosión” de enfermedades.
Remarcó que la mayoría de las enfermedades en trigo y cebada se transmiten por la semilla, por lo que en aquellos casos donde no haya un diagnóstico es importante saber la trazabilidad de los lotes. Afirmó que, de darse la primavera que se prevé, el problema a futuro va a ser el Fusarium, hongo que requiere de un manejo diferente a la mancha en red.
DINASTÍA: UN NUEVO CURASEMILLA
La responsable de Investigación y Desarrollo de Proquimur, Lorena Caamaño, informó que la compañía está trabajando en un nuevo curasemilla denominado Dinastía, que está terminando el proceso de registro. “Tenemos expectativas de que esté disponible para la próxima zafra”, puntualizó. A su entender es un producto que “levanta la vara” con respecto a las eficiencias de control de curasemillas, comentó.
También destacó que “se trata de una herramienta innovadora, que incluye una carboxamida que todavía no se utilizaba en nuestro sistema de producción como curasemilla y tampoco a nivel foliar en cultivos extensivos. Es avanzar en la evolución de los productos ya que es una herramienta innovadora que apunta a la eficiencia y al manejo de resistencia de manchas foliares para trigo y cebada”.
Nota de Revista Verde N°109