Maíz bajo riego logró diferencial de 7.000 kilos frente a los sembrados en secano

“No quedó equipo sin funcionar” en esta zafra de verano para regar las chacras, dijo a VERDE el gerente de la división riego de Corporación de Maquinaria, Felipe Lecueder
La utilización de sistemas de riego en las chacras pasó a jugar un papel clave en la producción agrícola uruguaya, con resultados significativos en la cosecha, que fueron favorecidos por el factor climático y otros aspectos. “Todos los años son diferentes, y se plantean de forma diferente”, dijo a VERDE el gerente de la división riego de Corporación de Maquinaria, Felipe Lecueder.
Señaló que una vez más la zafra inició “registrando riegos significativos en cultivos de invierno, en primavera se presentaron secas por momentos, o después de alguna aplicación de fertilizantes, donde se utiliza el sistema de riego para generar ese plus” de productividad.
Y después, en la zafra de verano, al considerar los resultados y los balances hídricos, “se notaron claramente los cultivos regados en diciembre y enero”, que fue el foco de las necesidades de riego, “sobre todo en maíz de primera, que es lo que está dando “mayores diferenciales de rendimiento”, destacó.
Al respecto, Lecueder dijo que el rinde del cultivo de primera regado ha obtenido “entre 7.000 y 7.500 kilos por hectárea de diferencia” en comparación con el maíz de secano. Puntualizó que esos son los “datos preliminares que tenemos de rendimiento de una cosecha que se está desarrollando en estos días”.
“Por cómo se presentó el año y los registros de lluvias, esta fue de las zafras en que los cultivos se regaron muy bien, y que el período crítico coincidió con una época de pocas lluvias, que es cuando se registran los mayores diferenciales de rendimiento”, explicó.
Y comparó que eso “no ocurrió en soja de primera y de segunda, ni en maíces de segunda, porque se registraron lluvias importantes y muy importantes, sobre todo en febrero en el litoral-sur del país. Eso permitió que los cultivos tengan el excelente estado que hoy vemos en el campo, tanto en las chacras con riego como sin riego. Esto permite avizorar una muy buena cosecha”.
Pero señaló que en soja “no hay tanto diferencial de rendimiento entre cultivos regados y no regados”.
Consultado respecto a si todos los sistemas de riego independientemente de la zona tuvieron que ser utilizados o alguna región pudo sortear esta situación climática en parte del verano, Lecueder respondió que “todos los sistemas fueron utilizados en esa época, que es la de mayor demanda atmosférica y de los cultivos”.
“No quedó equipo sin funcionar en ese momento, y fue la época más crítica de la zafra, donde realmente no se podía parar de regar”, sostuvo.
Tecnologías combinadas
En cuanto al grado de utilización de esta tecnología, el técnico de Corporación de Maquinaria comentó que “no se registran grandes volúmenes de riego en términos de milímetros aplicados totales”, específicamente en el litoral, donde llovió en febrero.
Eso permitió que “los maíces tengan entre 250 y 300 milímetros regados”. Señaló que “no hay valores tan altos milímetros regados en la zafra”, porque “se pudo compensar con un febrero más lluvioso, en un momento clave y concentrado del período de cultivo”.
Entre los principales beneficios del riego, Lecueder valoró la importancia de “tener la seguridad de contar con el agua cuando más se la precisa”, considerando que “a veces la rotación y la lógica productiva de cada campo hace que haya más componente de maíz de primera o doble cultivo en algunos sistemas”.
“Independientemente de eso, y de cómo se presente la zafra y cuándo caigan los períodos más lluviosos o más secos, lo importante es contar con una herramienta que permita asegurar determinada fecha de siembra, ser más eficiente en la aplicación de algunos fertilizantes a través de los equipos, o por la posibilidad de aplicar una orilla y después regar”, planteó.
Lecueder dijo que “hay un montón de tecnología de cultivo asociada”, que al estar “combinadas” permiten “explorar potenciales” que hoy los productores agrícolas están recogiendo en el campo.
Todo eso supone una ganancia en resultados económicos y productivos, pero también en conocimiento para quienes se dedican a la agricultura, sin olvidar la necesidad de mejorar en la productividad de los cultivos.
Nota de Revista Verde N°121