Agricultura, Ganadería

Gordon Storey: “Uruguay tiene la oportunidad de marcar el camino en muchos temas vinculados a la producción”

10 de marzo de 2020

Gordon Storey, director de Kilafen, dijo que Uruguay debe buscar los nichos donde puede sacar las ventajas competitivas, y tiene la oportunidad de marcar el camino con una producción sostenible.

El empresario Gordon Storey, director de Kilafen, en entrevista con VERDE, aseguró que “sin márgenes atractivos no se puede pensar en producir más”, que Uruguay “está sufriendo un atraso cambiario importante, y que los valores relativos no están en línea con la producción”.

Además, anunció que la empresa está creando un fideicomiso ganadero, que se presentará en las próximas semanas.

¿Cómo observa el negocio agrícola?

La agricultura ha decaído muchísimo, los precios han arrimado la frontera agrícola a los puertos, porque los costos internos de Uruguay son tremendamente elevados y nos sacan competitividad. Es una lástima porque Uruguay es un país que puede incrementar fuertemente su nivel de producción, además es algo que se necesita. Pero no creo que con las políticas que se vieron, que impactaron en el tipo de cambio, en los valores relativos, en la evolución alcista de los costos de producción, se pueda lograr. Los márgenes se han venido destruyendo, y sin márgenes atractivos no se puede pensar en producir más.

¿Usted comenzó a producir fuerte en Uruguay, en los años 2002 y 2003?

Sí, y no lo hicimos pensando en el corto plazo. Desde el inicio instalamos una empresa con visión de futuro, para que trascienda a los fundadores, y hemos sido consecuentes con eso en la buenas y en las malas.

En ese momento el precio de la soja estaba en US$ 200 por tonelada, si no recuerdo mal. ¿Hoy el problema está más asociado a los costos que a los precios?

El precio de la soja estaba por encima de los US$ 200 por tonelada, y aspirábamos a márgenes de US$ 100 por hectárea. Definitivamente, en la actualidad tenemos un problema de costos. Uruguay está sufriendo un atraso cambiario importante, y los valores relativos no están en línea con la producción.

En ese escenario, se suma la sequía que se llevó dos terceras partes de la cosecha de soja, ¿cómo se movió la empresa para seguir operando en Uruguay?

Kilafen tuvo una secuencia de eventos muy complejos para superar, y en eso estamos. Hace seis años decidimos invertir fuerte en el polo industrial (acopio, planta de semillas y planta de balanceados), en Goñi, Florida. Allí invertimos US$ 20 millones, con asistencia bancaria y recursos propios. Eso se hizo pensando en el Uruguay productivo y en el desarrollo del centro-norte del país. Con todo el optimismo, el cariño y la buena voluntad, el polo se inauguró a mediados de 2015. Pero en la zafra 2014/15 se sembró soja con valores de US$ 500 por tonelada y se vendió a US$ 350, fue la campaña de la caída de precios con todo lo que eso implicó. En la zafra 2015/16 nos encontramos con un abril que fue de los más lluviosos de la historia del país, nos pudrió la cosecha de soja, no había calidad de exportación. En la campaña 2016/17 tuvimos una buena cosecha y después llegó la sequía de la zafra 2017/18, una de las peores que Uruguay recuerda, nos hizo perder casi un 70% de la cosecha. Tuvimos baja de precios con una importante inversión en marcha y la pérdida de dos cosechas en tres años. A eso le sumamos el atraso cambiario y costos altos, la verdad es un combo muy difícil de sobrellevar.

¿Cuáles fueron las claves para tratar de sortear esa situación?

Lamentablemente el ajuste. Se han achicado gastos de forma muy importante, el achique trae consecuencias en todos lados. Cuando las cosas van bien los bancos dan todo el apoyo, pero el sector sufrió un embate muy fuerte. Pasamos a ser un sector de alto riesgo y las líneas crediticias que estaban no estuvieron más. Fue una secuencia de eventos que obligó a ajustar y a cambiar radicalmente el foco de la empresa.

¿Cuál es el foco hoy?

Kilafen llegó a sembrar 35.000 hectáreas físicas, algo en campo propio, pero la mayoría en campos arrendados. Hoy estamos sembrando unas 10.000 hectáreas físicas. Nos hemos venido hacia las zonas más cercanas al puerto, dejamos los campos menos rentables o donde el margen era vulnerable. Achicamos área, pero también cambiamos la modalidad de arrendar campos. En su momento dejamos la renta fija en dólares y pasamos a kilos, y hoy vamos a un esquema mixto, con el que aseguramos un piso y el resto se paga con un porcentaje de la productividad. No quiero ofrecerle un arrendamiento en kilos al dueño del campo, y después decirle que no le puedo pagar, prefiero que participemos juntos. Vemos que, gradualmente, a la gente le va gustando nuestro concepto, ya que en los años buenos sale muy favorecido y en los años malos puede que perciba menos, pero lo cierto es que nadie pierde. El sector quedó endeudado y una forma de pagar es sembrándole a la deuda. Entonces, la demanda de campos va a estar y al campo lo conseguís pagando renta. Preferimos especular menos y no prometer una renta que después no se puede pagar. El arrendamiento es el costo principal de un cultivo, y bajar ese riesgo es muy importante para la sustentabilidad de las empresas. En tres años Uruguay tuvo dos que fueron muy malos, eso es muy poco frecuente.

¿Qué números se manejan en los arrendamientos a porcentaje?

Tenemos casos donde es 100% a porcentaje. La cifra varía dependiendo del campo, pero va desde 18% a 20% del cultivo. En algunos casos hay un mínimo de 500 kilos y el resto a porcentaje. Es caso a caso, porque también estamos tratando de incluir pasturas en los sistemas agrícolas, y estamos evaluando las cifras y el mecanismo de arrendamiento.

¿La ganadería como se incluye?

Hemos puesto mucho foco en la actividad ganadera. En agricultura nuestro objetivo es lograr una rentabilidad de US$ 100 por hectárea, el mismo que teníamos cuando arrancamos en Uruguay, y con valores muy distintos. Ese margen que perseguimos, en la actualidad es difícil de lograr. Lograr un margen de US$ 50 a US$ 70 por animal es menos complejo y más seguro que tener una rentabilidad de US$ 100 en agricultura. Cuando arrancamos en Uruguay la soja valía unos US$ 230 por tonelada, y ganábamos US$ 100 por hectárea. En ese momento, con la ganadería era muy difícil lograr US$ 100 por hectárea. Y aunque la ganadería es capital intensivo, hay mecanismos que permiten aspirar a ganancias tan buenas o mejores que los márgenes agrícolas.

¿Qué cambió la empresa con esta situación de la ganadería?

Estamos manejando un rodeo relativamente importante. Hacemos cría, recría y engorde a corral. Ese ciclo completo, con una rotación agrícola-ganadera se realiza en campos propios. A este sistema lo queremos realizar en campos arrendados, pero depende de la duración del contrato que acordemos. Comenzamos a implementar un sistema con tres años de agricultura y tres años de praderas bien intensivas. En las pasturas que se han realizado en campos propios se están produciendo unos 600 kilos de carne por hectárea. Esto tiene beneficios importantes, donde se destaca la seguridad, porque el ganado está, es palpable. Además, con estos precios, la ganadería compite muy bien con la agricultura, y vemos algo importante, que la rotación agrícola-ganadera mejora los suelos. En estos últimos años, con la agricultura permanente, el lavado de los campos y la degradación de los suelos se ha hecho visible. Con esta rotación estamos mejorando la calidad del suelo, apuntamos a eso. Al salir de la fase de pasturas, el rendimiento de la soja mejora entre 10% y 12%. Ese plus de rendimiento está prácticamente por encima del margen buscado. La rotación altera positivamente el negocio agrícola.

¿Qué cultivos incluye la rotación?

Estamos apuntando a soja-trigo/soja-soja-praderas. Creemos que sobre campos rotados con pasturas y en suelos adecuados, el maíz sería un jugador importante. Si esta rotación prende más sobre el centro del país, el sorgo puede ser un gran jugador. Es ventajoso tener en la rotación 30% de maíz o sorgo.

¿Cuántas cabezas integran el rodeo?

Es un rodeo de 1.200 vientres, pero también contamos con un rodeo importante de ganado capitalizado en el esquema de producción. El dinamismo que le da este esquema a la recría en praderas permanentes es violento. En un campo con un manejo convencional se trabajadaría con 700 cabezas, pero con pasturas estamos en 2.500 cabezas. Para producir esa cantidad de carne hay que tener las bocas suficientes para comer lo sembrado, es intensivo, con una rotación en el pastoreo y agua en todos los piquetes; es algo muy prolijo. Vemos que para ampliarlo en dimensiones interesantes se necesita capital, para esto tiene que haber inversores, porque genera un movimiento importante. Por eso estamos creando un fideicomiso ganadero, que se presentará en las próximas semanas.

¿Todos esos ganados se terminan en los corrales de engorde?

Sí, pero con un esquema distinto al que teníamos. Hemos desarrollado una serie de convenios con algunos frigoríficos. Hacemos la recría, los llevamos a 350 Kilos y se venden al frigorífico, que lo lleva a nuestros corrales y allí Kilafen vende el servicio de hotelería. Con el fideicomiso ganadero queremos ampliar el negocio y arrancar en la cría. El inversor invierte en la vaca, después pasa por el proceso de la recría y va al corral con un destino final asegurado. Es un esquema novedoso, que estamos desarrollando en este momento. Es un negocio a largo plazo, que empieza a redituar a partir del segundo año, y con una renta muy interesante. Todo el esquema cierra muy bien, vamos desde la cría, pasando por la recría, hasta el corral, con un destino final asegurado.

¿La idea es venderlo al frigorífico con 350 kilos y que la industria se haga cargo del resto en los corrales de Kilafen?

No necesariamente se lo tenemos que vender a un frigorífico, se lo ofrecemos para que el frigorífico se haga cargo del negocio del corral. Hay factores a tener en cuenta, como la fecha de faena, eso es algo que los frigoríficos manejan de acuerdo a sus contratos y necesidades. El esquema de engorde es eficiente, ordenado, prolijo, el proceso de terminación es muy eficiente. Para eso es fundamental el destete precoz, algún tipo de suplementación durante la recría, con eso el animal entra al corral y engorda desde el primer día. Si usted lleva a un animal que nunca comió nada, tarda una semana en el corral para empezar a ganar kilos. Ese animal para llegar a los niveles demandados tiene que estar 10 días más que el promedio (100-120 días). El costo del corral está en unos US$ 3 por día y por animal, 10 o 12 días más demandan entre US$ 30 y US$ 40, con eso se va el margen.

¿Están con dos corrales de engorde?

Sí, el de Corralito (Soriano) tiene una capacidad instantánea de 6.000 cabezas, y el de Durazno cuenta con una capacidad de 8.000 animales.

¿El fideicomiso ganadero que estarán lanzando motivará un incremento de la capacidad de los corrales?

No. Es una herramienta que nos posibilitará utilizar el 30% la capacidad plena del corral por año con ganado propio y/o del fideicomiso, el resto se destina a la prestación de servicios a terceros. Tenemos un objetivo muy importante, porque serían 12.000 cabezas por año. Buscamos aprovechar todo lo que aporta la trazabilidad del ganado, con eso el inversor tiene la seguridad de su inversión y nosotros aportamos toda la eficiencia operativa para que los animales ganen los kilos de la forma más eficiente. Nuestra empresa participa del resultado obtenido en el corral; si los animales no ganan kilos no habrá rentabilidad. Hemos cambiado el foco, antes asumíamos el 100% del riesgo, ahora buscamos bajar riesgos y hacer que los procesos productivos sean más eficientes. Al inversor le aseguramos eficiencia.

¿Y qué perspectivas le ve al sector agrícola-ganadero?

El futuro presidente (Luis Lacalle Pou) ha dicho que no se imagina un Uruguay pujante sin el agro. A eso lo interpreto como un énfasis en un Uruguay productivo. Creo que hay muchísimo por mejorar desde la producción, pero deben haber políticas que sustenten ese proceso. No sé qué tiene previsto el nuevo gobierno, pero los valores relativos tienen que cambiar. Venimos de una inflación en dólares que es tremenda, y el aparato productivo no la puede seguir soportando. El Estado debe tener una política de ajuste, viene creciendo desde hace 15 años. Entiendo que deben buscarse cosas para acompañar al sector, porque sabemos que el retorno es muy rápido. Si hay margen el productor siembra más, y con eso comienza un círculo virtuoso. Por eso, me imagino que habrá cambios.

¿Cómo ve a Uruguay como país productor de alimentos?

Uruguay está en una posición ideal; tiene herramientas muy claras. Para el productor la trazabilidad del ganado es un problema, no le aporta beneficios, busquemos que la trazabilidad aporte beneficios directos. Europa está muy preocupada, tiene metas claras y está buscando el balance de carbono para el mediano y largo plazo. Se habla del año 2030 y del 2050. Tampoco van querer importar carbono, eso significa que no le comprarán carne a países que no tengan un balance neutro.

Por lo tanto, Uruguay, con la trazabilidad y con el financiamiento que está aportando el mundo para proyectos que produzcan carne bajo determinados lineamientos ambientales, tiene una ventaja y el que pega primero pega dos veces. El resto de los países del Mercosur aún no arrancó con la trazabilidad como esta implementada aquí. Por eso, Uruguay tiene la oportunidad de marcar el camino en estos temas. No digo que vayan a pagar más por una carne certificada con balance neutro de carbono, pero seguramente será una barrera para entrar a los mercados que más pagan por el producto.

Este año cambió la cuota 481, el mayor volumen lo tiene Estados Unidos. Mientras allí siga la actual administración, lo que pertenece a los americanos lo deberán tener los americanos, y la cuota 481 es de los americanos; a nosotros nos dan una pequeña parte. Tal vez hasta deberíamos pensar en nuestra propia cuota, tenemos la mejor carne, seguridad de trazabilidad y lo posibilidad de certificar la calidad que nos propongamos. Por eso, Uruguay debe buscar los nichos donde puede sacar ventaja. La mayor parte de la carne va a China, pero allí se pagan otros valores. No podemos darnos el lujo de no vender la calidad espectacular que tiene la carne uruguaya, y venderla como un commodity. Lo bueno tiene que ir a donde está el precio más alto, y el resto del animal a los otros destinos. La calidad debe de ir a donde se paga, porque producimos carne de calidad. Hay una enorme oportunidad para aprovechar la interacción agrícola-ganadera, pero no podemos tener políticas de Estado que fomenten la producción de un animal de 4 años en campo natural, criado como se pueda, para no invertir.

Hace más de 10 años hablaba contigo y la tasa de preñez era de 65%, hoy sigue en los mismos niveles. Por eso digo que algo tiene que cambiar. Se necesita una política de Estado que apunte a generar más producción, hay que fomentar la producción de calidad y después venderla en los mercados que más pagan.

¿Cuánto puede crecer la producción agrícola en Uruguay? Marcos Guigou dice que Uruguay puede producir 20 millones de toneladas de granos ¿Usted qué cree?

Estoy de acuerdo. Uruguay tiene 17 millones de hectáreas y todos los campos, por más marginales que sean, tienen entre 20% y 30% de muy buena calidad. Con eso ya tenemos más de 4 millones de hectáreas agrícolas. Me pueden decir que en algunos casos son islitas, pero en cualquier lugar del Uruguay se puede sembrar soja, sorgo, raigrás y praderas. Se puede crear una rotación agrícola-ganadera altamente productiva. El impacto que generaría en su entorno es tremendo. Esa es mi forma de ver las cosas. Pero en Uruguay el que fue por el camino de la producción, históricamente se fundió. Tienen que haber políticas de Estado que acompañen el aumento de producción. La administración anterior aumentó fuerte el impacto impositivo. Creo que sería posible buscar mecanismos de beneficios impositivos para todo aquel que aumente su nivel de producción.

¿Eso no viene cambiando?

Tiene que cambiar, y en eso tienen que incidir las políticas de Estado hacia el sector. Hay que entender que si el productor produce más, el Estado recaudará más, y no solo por el aporte de ese productor, sino que lo más importante es el efecto de derrame, porque se genera mucha más actividad. Si paga impuestos por 10 y pasa a producir 20, hay que cobrale impuestos por 15, fomentar que se produzca. Si eso pasa, cambiará la realidad del Uruguay, porque habrá más granos, más carne para vender al mundo y con eso entrará más dinero al país.

¿Es sustentable la agricultura uruguaya?

Estaba convencido de que la siembra directa era una herramienta mejoradora de los campos agrícolas. Lo hice por muchos años en Argentina y también acá en Uruguay. Pero hoy creo que se siembra sin arar, pero eso no es siembra directa. La Ley de Uso y manejo de los suelos obliga a realizar ciertas cosas, pero con eso no alcanza. Para mí, los campos se lavan, se degeneran, las lluvias torrenciales en los campos quebrados se llevan los rastrojos, el control de malezas es intenso en el uso de herbicidas, y los campos se enmalezan más. La naturaleza está trabajando más rápido que la ciencia. Además, los campos se arriendan por un año o dos, y con eso no hay posibilidad de rotar esa chacra adecuadamente. Tiene que haber un acompañamiento del Estado. Están todas las herramientas para tener una agricultura de las más sustentables del mundo, pero la mayoría de los parámetros de producción que se están manejando en Uruguay atentan contra la sustentabilidad del sistema.

TARJETA PERSONAL

Gordon Storey, es argentino, productor agrícola-ganadero en Entre Ríos. Fue administrador general de la empresa Waldron SA, que gestionaba más de 100.000 hectáreas agrícola-ganaderas en la zona núcleo de Argentina.  Luego pasó a gestionar su propia empresa, y en 2003 fundó en Uruguay la sociedad Kilafen SA. Estudió Agronomía en la Universidad de Edimburgo (Escocia), y fue director de AACREA, en Argentina.

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