Agricultura

Fernando García: Diagnóstico, nutrición y agricultura de precisión para el salto productivo

30 de diciembre de 2025

El ingeniero agrónomo Fernando García, exinvestigador del INTA Balcarce y exdirector regional del Instituto Internacional de Nutrición de Plantas (IPNI), hoy continúa vinculado a la actividad como consultor y docente universitario, acompañando procesos productivos y ensayos de largo plazo.

En el marco del 7° Simposio de Agricultura, desde su mirada técnica, planteó que uno de los principales déficits actuales de los sistemas agrícolas sigue siendo el diagnóstico. “En el tema de nutrición de cultivos no estamos siguiendo las pautas que nos da el diagnóstico. Hay toda una evidencia científica y técnica que nos muestra que el diagnóstico es la clave para hacer un uso eficiente de los nutrientes, tanto los que están en el suelo como los que aplicamos”, planteó.

Para García, el diagnóstico hoy exige un enfoque mucho más amplio que el muestreo tradicional. Abarca desde análisis de suelos más representativos hasta el uso de imágenes satelitales, drones y sensores remotos. “Hay muchas alternativas para mejorar la eficiencia de uso del nitrógeno, pero también de otros nutrientes”, subrayó.

El nitrógeno sigue siendo el nutriente que más preocupa, tanto por su impacto productivo, como por sus implicancias ambientales. “Eso pasa a nivel mundial. En Argentina, por ejemplo, sabemos que gran parte de la brecha de rendimiento que podemos alcanzar en cultivos como maíz y trigo en realidad es una brecha de nutrientes. Es decir, falta de nitrógeno, específicamente”, señaló.

En Argentina, además, la situación se agrava por el fósforo. “Uruguay está mucho mejor en fósforo, pero está en deuda con potasio”, apuntó.

En términos generales, explicó que para maíz la falta promedio de nitrógeno en Argentina ronda los 60 kilos por hectárea, aunque aclaró que no es un valor uniforme. “No es en todas las chacras. Hay algunas donde no existe brecha de nutrientes, y lo mismo puede pasar en Uruguay”, puntualizó.

Por eso, insistió en que no existen recetas generales. “Uno puede hablar en términos generales, pero cada chacra y cada ambiente dentro de esa chacra varía. De ahí la importancia del diagnóstico”, explicó.

Muestreo de suelos y manejo por ambientes

Consultado sobre el nivel de muestreo adecuado, García fue claro: mayor detalle implica mayor información, pero también mayor costo. “Hoy en Argentina se muestrea aproximadamente un 30% de los lotes. Los muestreos más detallados brindan mucha más información, pero requieren otra inversión”, reconoció.

Aunque remarcó que no se trata necesariamente de ir directamente a esquemas de grilla intensiva. “No digo que todo deba ser por grilla, pero sí que todas las chacras sean muestreadas de la forma más correcta posible”, sostuvo.

En el caso específico del nitrógeno, destacó que hoy existen múltiples herramientas para corregir la nutrición a lo largo del ciclo del cultivo, como imágenes satelitales, drones, sensores locales y equipos portátiles como el histórico Minolta, junto con nuevos dispositivos que permiten definir con mayor precisión cuánto y cuándo aplicar el fertilizante. “Eso genera mucha más eficiencia”, afirmó.

Pero el eje vuelve a ser siempre el mismo: utilizar la información científica disponible. “Cuando digo evidencia científica, hablo de la información generada por Facultad de Agronomía, INIA, los institutos de investigación. Hay mucha y muy buena información que, lamentablemente, a veces no utilizamos”, advirtió.

Para García, una de las razones por las que el diagnóstico y la nutrición no siempre ocupan el lugar que deberían es la simplificación excesiva de los sistemas. “Muchas veces no le damos el peso real que tienen estos temas”, sostuvo el catedrático.

Puso como ejemplo lo ocurrido en Argentina con la proteína en soja. “Ese tema saltó cuando tocó el bolsillo a través de la exportación del poroto, de las harinas, de los pellets; ahí recién le prestamos atención”, relató. Algo similar sucede con la proteína en trigo y cebada, que está directamente asociada a la fertilización.

Los sistemas productivos de la región, explicó, son altamente resilientes y muchas veces logran producir aún con niveles de reposición nutricional muy bajos. “Y muchas veces los números cierran igual, con un año que te puede jugar a favor o en contra”, dijo.

Sin embargo, el profesional entiende que las exigencias vendrán cada vez más desde los mercados. “Ahí es donde vamos a tener que responder. Cuál será nuestra trayectoria, hacia dónde vamos con todos estos desafíos de mejorar los indicadores de sostenibilidad, ambientales, económicos, sociales y productivos”, planteó.

Desde su visión, García entiende que el desafío de mejorar la nutrición y la eficiencia del uso de insumos es transversal. “Tenemos que educarnos todos, y educar a quienes sea necesario: desde todos los estamentos del Estado, hasta el productor más pequeño”, afirmó.

Vinculó directamente este proceso con la competitividad, la permanencia de los sistemas productivos y, en última instancia, con la calidad de vida de toda la sociedad. “Esto atañe a la supervivencia en países agrícolas como los nuestros, y también atañe a la calidad de vida. En definitiva, lo que estamos buscando es que toda la sociedad, agrícola y no agrícola, viva mejor”, subrayó.

Micronutrientes y la deuda

En los últimos años los micronutrientes comenzaron a ganar protagonismo en la agenda agrícola. García considera que siguen estando en un segundo plano frente a los macronutrientes, pero su rol es cada vez más evidente. “Siempre decimos primero nitrógeno asociado con fósforo, con potasio, con azufre, y los micronutrientes vienen después. Ese después es por las situaciones generales de América del Sur”, analizó.

Sin embargo, recordó que la ley del mínimo sigue plenamente vigente. “En algunas zonas puede ser que el zinc o el boro, que son los dos más candentes en nuestra situación, estén limitando y nos puedan dar un plus para mejorar los rendimientos”, indicó.

En Argentina se observa una deficiencia de zinc bastante generalizada, cercana al 40% de los suelos. En boro, aunque más “escondido”, los valores serían similares. Estos déficits, explicó, están directamente vinculados con la caída de la materia orgánica. “Ahí había mucha reserva de nutrientes, mucho de ese boro, bastante zinc, y lo fuimos perdiendo”, señaló.

Agricultura de precisión

García se refirió al rol de la agricultura de precisión asociada al manejo de un sitio específico. “En términos muy simples, la agricultura de precisión va haciendo zoom en la chacra que estoy manejando, y ese zoom me permite manejar mejor cada sector. Ese es el camino, no hay dudas”, afirmó.

Pero advirtió sobre un riesgo frecuente: entusiasmarse con el detalle sin haber resuelto lo básico. “La pregunta es: Si todavía no manejamos bien una chacra entera, ¿cómo vamos a manejar bien cada sector? Pero empecemos por lo menos a manejar bien toda la chacra”, planteó.

En esa lógica, propuso una secuencia clara: primero ordenar el sistema en su conjunto, y luego avanzar hacia el manejo por ambientes. “Hacer zoom es la trayectoria, es ver cada sector, pero no nos entusiasmemos con el árbol y veamos el bosque. El árbol es la unidad experimental, ese píxel donde deberíamos trabajar, pero hoy en el conjunto nos estamos perdiendo”, concluyó.

Nota de Revista Verde N° 125

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