Agricultura

Faltan extensionistas para llegar a los productores, según la academia

24 de septiembre de 2024

Plantean que se conozcan mejor y se difundan los cultivos de servicio en Uruguay, con investigaciones que van desde los estudiantes de Agronomía hasta las instituciones

Hacen falta extensionistas para lograr la transferencia tecnológica de la academia a los productores. En esto se embarca día a día el coordinador de la Asociación Uruguaya pro Siembra Directa (Ausid), y docente ayudante en el Grupo Disciplinario de Sistemas de Producción del departamento de Producción Vegetal en la Estación Experimental Mario A. Cassinoni (Eemac) de la Facultad de Agronomía, el Ing. Agr. Msc Santiago Álvarez. El profesional trabaja en Facultad de Agronomía como investigador desde que se recibió, hizo su maestría bajo la tutela del Ing. Agr. PhD. Oswaldo Ernst, destacado investigador en el área de suelos de la Eemac. 

Cuando Ausid comenzó un Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) junto al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), perfilado a la difusión de tecnología, Álvarez entendió necesario integrar el trabajo con lo que tiene para ofrecer la Eemac, sede de la Universidad de la República (Udelar), en Paysandú. Desde entonces promueve que muchos tesistas de grado contribuyan a conocer de primera mano los sistemas productivos, lo cual muchas veces escasea en la formación de los estudiantes. 

Además de los trabajos de tesis, los estudiantes de cuarto año pueden hacer una pasantía “para ser ellos mismos” quienes muestreen indicadores que incluyen “enemigos naturales”, “enmalezamiento”, “disponibilidad” de nutrientes, entre otros tantos.

Seguir mejorando los cultivos de servicio

¿Cómo repercute la rotación en la brecha de rendimiento de un cultivo? “Incorporar pasturas mejora o mantiene la calidad del suelo”, afirmó Álvarez. Su mayor línea de investigación intenta profundizar en ello. Bajo el FPTA que financia el trabajo de Ausid con INIA y la Udelar “se han recibido muchos estudiantes” y sirve de base para “generar información”. 

Las áreas que se abordan en Facultad de Agronomía no se limitan únicamente a la técnica del manejo del cultivo y sus servicios ecosistémicos sino también al área social. La información generada con los estudiantes permite “crear un diagnóstico del uso de los cultivos de servicio, limitantes en su adopción, posibles estrategias a seguir para mejorar la difusión o para mejorar estrategias de investigación que permitan una mejor adopción”, explicó. Todo este conocimiento se suma al generado en los ensayos realizados en las parcelas de la Eemac y el INIA.

Perspectivas y resultados

VERDE le consultó a Álvarez sobre cómo ha cambiado la concepción de los cultivos de servicio. Una reciente encuesta a productores permitió concluir que “haber perfilado” el proyecto hacia la difusión “dio resultados”, destacó. A propósito, señaló que hubo productores que “se embanderaron con cultivos que tradicionalmente no se hacen”, como Vicia villosa, una leguminosa con buenos resultados en términos de fijación de nitrógeno, que además ha funcionado muy bien en siembras al voleo en precosecha en comparación con otras leguminosas. 

Los productores están exigiendo información validada sobre nuevas especies o en métodos de siembra, lo que da pie a la generación de nuevos proyectos. Entre ellos, está uno que busca valorar más servicios ecosistémicos que pueden proveer los cultivos de servicio y ponerle números. Por otra parte, se busca el ajuste de la densidad de siembra en cultivos de servicio de base leguminosa, con métodos de siembra al voleo en precosecha. Álvarez explicó que “hoy vemos una brecha grande de poder incorporar (cultivos de servicio) en sojas de segunda o maíces de segunda”. 

Por último, se busca que la tecnología apunte a poder estimar con precisión la producción de materia seca en la rotación agrícola. En el campo la producción de materia seca varía significativamente, lo que genera desconfianza entre los productores. “En un mismo lote podemos encontrar áreas con cuatro toneladas, otras con una tonelada y algunas con seis toneladas de materia seca”, comentó. Para resolver esta variabilidad se propone un proyecto que utilice imágenes satelitales para estimar la producción de materia seca de manera específica en cada sitio. Esto permitirá a los productores tomar decisiones más informadas sobre el manejo de sus cultivos y considerar la agricultura por ambiente.

Otros objetivos

Consultado sobre cuáles son aquellos objetivos –más allá de la productividad– que se persiguen con los cultivos de servicio, Álvarez respondió que los productores están viendo que “hay que ser más eficiente”. Incorporar cultivos de servicio permite controlar malezas, lo que reduce la necesidad de herbicidas, y fijar nitrógeno, disminuyendo el uso de fertilizantes como la urea. Según Álvarez, “enriquecer la materia orgánica del suelo genera una caja de ahorro de nutrientes”. Se traduce en un ahorro de costos, con sistemas “menos susceptibles al cambio de precios”.

Si bien Álvarez manifestó que prefiere enfocarse en los beneficios porteras adentro, reconoció que la valoración que el mercado le da a estas formas de producir se puede traducir en beneficios a los productores. Sostuvo que “está cada vez más latente” la posibilidad de “acceder a mercados” que valoren la sostenibilidad y la “incorporación de carbono”, lo que representa una oportunidad económica futura. No obstante, el ingeniero agrónomo aclaró que “no hay que saltearse etapas” y enfocarse en que “los sistemas más resilientes en el tiempo son los más eficientes”. 

Niveles de adopción

Álvarez resaltó que Uruguay “ha sido un ejemplo” en la adopción de cultivos de servicio, “en parte debido a la política pública de los planes de uso y manejo del suelo”. A propósito, destacó que el área cubierta por cultivos de servicio “nunca ha sido menor a 200.000 hectáreas”. Sin embargo, esta adopción ha fluctuado según los precios de los commodities. Aunque se han mantenido niveles importantes de cultivos de servicio, Álvarez indicó que aún falta ver estos cultivos como “una inversión” y no solo “como un costo”.

En comparación con Argentina, Uruguay tiene un porcentaje mayor de área destinada a cultivos de servicio, incluso con “cultivos que no se estaban haciendo”, como Vicia villosa. No obstante, en Argentina hay una mayor investigación sobre estos cultivos, dada su mayor escala. “Nuestro mayor problema es que no adoptamos los cultivos de servicio por necesidad sino por obligación. Esto lleva a prácticas subóptimas, como densidades de siembra y niveles de fertilización bajos”, explicó Álvarez. 

A su vez, dijo que “cuesta elegir sembrar leguminosas”, porque tienen un mayor costo de implantación que las gramíneas. Sin embargo, en Argentina, al hacerse por voluntad, los cultivos presentan un mejor manejo. “Hasta que los productores no vean el valor real de los cultivos de servicio seguirán siendo subutilizados”, concluyó sobre este punto.

Unir esfuerzos

A más de 10 años de su implementación, los planes de uso y manejo de suelos resultan una “excelente herramienta”, pero “podrían mejorar”, ya que “se enfocan únicamente en la erosión”, además de penalizar económicamente por incumplimiento, pero no premia, planteó.

En tal sentido, el docente de Facultad de Agronomía sugirió que sería beneficioso incorporar herramientas adicionales, como modelos de simulación de carbono y el uso de imágenes satelitales. “Esto permitiría evaluar la productividad y contribuir a posicionar a Uruguay como un país con sistemas agrícolas carbono neutro o positivo”, explicó. Al cumplir con estos nuevos criterios, se podrían abrir mercados internacionales que valoren la sostenibilidad. 

El ingeniero agrónomo sugirió que el balance de carbono y la promoción de sistemas que generen carbono podrían “posicionar” a Uruguay. Y que el Estado podría “certificar ante organismos internacionales” que ciertos sistemas tienen “un balance de carbono positivo”, explicó. Esta medida podría crear “otra dinámica” en el sector agrícola, que cambie el paradigma actual sobre el plan de uso y manejo de suelos.

Por otra parte, Álvarez resaltó la necesidad “de un instituto de extensión”, que integre a las instituciones para mancomunarse detrás de “un grupo de extensionistas” que se ocupen “de difundir información que ya existe”. El docente consideró necesario “transferir toda la investigación que se hace a los verdaderos usuarios”. Los avances en la investigación han permitido conocer “lo buenos que son” los cultivos de servicio, pero opinó que “es necesario seguir haciendo énfasis en la transferencia de tecnología”.

El investigador consideró que “no son suficientes las jornadas de difusión”, sino que se debería realizar “extensión real”, un concepto natural para la Udelar, pero complejo de llevar a cabo con una estructura mayor. 

Álvarez reconoció que “es necesario trabajar con los productores”, algo que “se perdió” por la mutación “del sistema” que daba a las cooperativas este rol difusor. Pero al mismo tiempo planteó que “esto es una oportunidad de trabajo que implica a todo el conocimiento generado por la investigación en general y no únicamente a los cultivos de servicio”.

Nota de Revista Verde N°116

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