Con precios deprimidos resulta “estratégico” aplicar tecnologías que permiten mejorar rendimiento

“Cuando los precios de los commodities están deprimidos y los números se aprietan, aplicar esas tecnologías que nos permiten mejorar el rendimiento, tiene que ser estratégico”, consideró el gerente comercial de Erro, Germán Bremermann, en la XXIX Jornada Anual de Actualización Técnica, realizada por la empresa en Dolores, Soriano.
Bremermann destacó que “se está cerrando una zafra de verano con rendimientos muy interesantes”, con una producción “muy cercana a los 4 millones de toneladas de soja” y “lo mismo el maíz”.
Pero a pesar de esa gran producción, “estamos convencidos de que podemos seguir mejorando, que hay mucho para aplicar en genética, nuevas tecnologías, diferentes manejos”, sostuvo el ingeniero agrónomo. Admitió que en algunos de esos aspectos quizás haya que hacer una inversión importante, “hay que ver cómo se implementan, pero también hay tecnologías que son de muy bajo costo, de gran impacto en la productividad y muy fáciles de implementar”, señaló.
Destacó que en Uruguay la intensidad agrícola es de 1,5 o 1,6 cultivos por hectárea y por año. “Es una intensidad agrícola muy alta, la más alta de la región, incluso está dentro de las más altas del mundo”, subrayó. Por lo tanto, “si sumamos esa intensidad agrícola a la productividad que estamos logrando, realmente el desafío es muy interesante”, dijo el integrante de Erro.
Bremermann indicó que al cerrar el ejercicio agrícola 2024-2025 en la mayoría de las situaciones de doble cultivo “estamos con producciones que superaran las 10 toneladas por hectárea”. Y señaló que “existen situaciones donde se lograron rendimientos altos, con 12, 13, 14 y hasta 15 toneladas por hectárea; esa es una muy buena noticia y también genera desafíos”, afirmó.
Acidificación de los suelos
Una mesa intercambio buscó analizar dos temas que emergen con fuerza en la agricultura uruguaya: la acidificación de los suelos y el rol del zinc y la tecnología en la nutrición. Allí, el director de Unicampo Uruguay, Esteban Hoffman, dijo que “la gran cantidad de cultivos por hectárea y por año, y la altísima productividad en muchos de los cultivos nos genera problemáticas emergentes, que no se ven de forma clínica, y generan pérdidas silentes de hasta 20% o 25% de la productividad”.
El ingeniero agrónomo agregó que esas pérdidas “suceden porque estamos trabajando bien y produciendo bien desde hace mucho tiempo”. Explicó que “los suelos se nos están acidificando y el límite técnico para considerar un suelo ácido es un pH de 5,4”. A propósito, indicó que según la información del Laboratorio Analítico Agro Industrial (LAAI), Unicampo Uruguay y de la Red Agrícola Uruguay, “una de cada cuatro hectáreas en Uruguay, el 27% del área, está en un ambiente que se puede considerar ácido”. Esa situación impacta en la disponibilidad de los nutrientes en suelo y “lleva a que se tengan que subir las dosis de fertilizantes”, acotó.
Además de las tecnologías conocidas, y que forman parte del proyecto Encalado, de la Asociación Agropecuaria de Dolores, Unicampo Uruguay está evaluando diferentes tecnologías de empresas que pueden ayudar a enfrentar la problemática de acidez, según los niveles de pH. “Hay productos novedosos, que no requieren mover el suelo, se pueden utilizar con un pH de 5,6 o 5,7 para evitar el ingreso a la zona ácida, porque ya tengo problemas nutricionales con esa situación”, describió. Y agregó: “le vamos a encontrar la vuelta, en Uruguay nos hemos especializado en encontrar la solución a las problemáticas agrícolas”.
A su vez, Edwin Borgi asesor técnico en Paysandú y Soriano y productor agrícola en el este de Río Negro, indicó que en Sarandí de Navarro, Río Negro, los valores PH “están bajos”, entre 5,2 y 5,4. Al tiempo que en Soriano “estamos entre 5,8 y 6,2”. En Sarandí de Navarro “estamos sobre campos arrendados, y no digo que sea imposible, pero es más difícil apuntar a la tecnología del encalado, básicamente por los números”, explicó.
También dijo que “estamos a la expectativa de ver resultados de otras tecnologías que puedan llegar a ser más sencillas, de cultivo a cultivo, y que genere resultados a corto plazo”.
Además, señaló que, “con algunos dueños de campo estamos conversando para arrancar una rotación con praderas, no solo por el pH”. La tenencia de la tierra es un factor que influye en la toma de decisiones, “porque si además de la renta hay que invertir US$ 500 o US$ 600 por hectárea para encalar, no se torna una decisión sencilla”, sostuvo. En tal sentido, dijo que en un contexto donde “el negocio agrícola está apretado, con los actuales precios y costos, el rinde de equilibrio de una soja de primera con renta incluida está por arriba de los 2.650 kilos por hectárea”.
El asesor técnico y productor en Paso de la Horqueta, Colonia, Santiago Barolín, dijo que “se toman en cuenta todos los indicadores y la información nacional que se está generando sobre la posible problemática”. En ese sentido, indicó que “tenemos todos los campos ambientados, muestreamos previo a cada cultivo cada uno de los ambientes”. Y “tenemos una base de datos bastante robusta, que nos permite diagnosticar si estamos o no ante una posible problemática; hoy no estamos haciendo correcciones de pH”, dijo, aunque “sí lo tenemos en cuenta y lo estamos empezando a evaluar”.
Barolin señaló que al momento de tomar la fuente de los fertilizantes, y si bien no son medidas correctivas, “usamos mucho Super Simple, que aporta calcio”.
Agregó que “tenemos cierta reposición por ese lado, y después también tenemos en cuenta la selección de la fuente nitrogenada, porque no todas influyen de la misma forma en la acidificación”.
Indicó que el valor promedio de pH está en torno a 5,5. “Hemos hecho algunos ensayos, porque nos gusta tener nuestros propios datos, y creo que es una es una práctica que se puede llevar a cabo incluso en campos arrendados, siempre y cuando tenga el impacto que se está empezando difundir, para que permita recuperar la inversión en el corto plazo”, señaló.
Barolin mencionó que “se tiene prácticamente toda el área bajo siembra directa, pero si la problemática está, el encalado es una práctica que se podría llevar a cabo tomando sus precauciones una vez cada cinco o seis años”. “No lo considero algo fuera de lo óptimo”, opinó.
En tanto, Martín da Costa asesor técnico en una empresa agrícola-ganadera, con riego desde hace 11 años, ubicada en el paraje el Tala, Soriano e integrante de la directiva de Regadores Unidos del Uruguay (RUU), manifestó que hoy “tenemos clara” esas dos problemáticas (acidez de los suelos y desnutrición con zinc). Señaló que en la empresa debido al tipo de suelo, las rotaciones y los altos niveles de materia orgánica “el pH no cambia tanto”. De todos modos, señaló que “se hizo un trabajo con Unicampo y en el 50% del área agrícola no hay problemas; hay un 25% del área en alerta y otro 25% con un pH por debajo de 5,4”.
Agregó que en esa parte “se están tomando acciones”, aunque “hay una restricción”, porque en el establecimiento “no se mueve el suelo hace más de 30 años, que está en siembra directa”.
Da Costa explicó que “es un foco de la empresa no mover el suelo”, así como tener “todo el campo sistematizado con terrazas”. Entonces, “lo que es trabajar con las enmiendas tradicionales, calcita, dolomita, que requieren incorporación, hoy está fuera de nuestro esquema. Estamos buscando alternativas tecnológicas para no mover el suelo, que sean aplicadas en superficie”, comentó.
Da Costa indicó que “hemos probado algunas cosas que son bastante alentadoras”, como derivados de piedra dolomítica, que tiene forma de fertilizante, aplicado en superficie. “No es súper contundente, pero es alentador, porque pasamos de un pH 5,1 a 5,6. Es una buena ayuda. Aunque la mantención de ese nivel no sería tan larga como con el encalado. Hoy aplicamos en superficie y estamos aguardando la aparición de nuevas tecnologías que nos permitan subir el pH sin mover el suelo”, dijo.
Otro de los participantes del panel fue el ingeniero agrónomo Nicolás Naredo, asesor y productor agrícola-ganadero en Durazno y Florida, donde trabaja en suelos clásicos de la región centro, en campos arrendados y con maquinaria propia.
Comentó que en la zona centro hay “un problema muy grande y no se están tomando medidas como el encalado, por el sistema de tenencia de tierra, campos 100% arrendados, contratos cortos y la presión en el barrio, que es cada vez más alta por campos”. “Todo eso impide una planificación de mediano a largo plazo”, afirmó.
“Hoy estamos con dos medidas de manejo que nos están dando resultado, por un lado, estamos viendo una variabilidad muy grande de las chacras donde producimos. Sabiendo esto hacemos una ambientación, independientemente de que ese mapa de suelo sea el mismo suelo Coneat, estamos viendo una dispersión muy grande en las chacras. Se muestrea a partir de los datos, generamos rangos de fertilización, buscando ser más eficientes con el uso de recursos”, explicó Naredo.
Agregó que en la ambientación entran todos los elementos, como fósforo, potasio, y se le pone más foco al pH. Hoy el pH promedio es de 5, con niveles de 4,6 o 4,7. “Ahí vas más al dato de pH pero mirando el fósforo también”, dijo.
“Si tengo que seguir produciendo, produzco mirando fuertemente el fertilizante, sino son las primeras chacras que salen a esa rotación corta de pasturas. Esa medida es de bajo costo, pero de alta respuesta productiva”, afirmó.
Por otro lado, Naredo indicó que está haciendo rotaciones cortas con praderas, en esquema asociativo con los dueños de los campos. “Nosotros somos agricultores 100%, entonces la fase pastoril la explota al dueño del campo”, dijo.
“Tenemos injerencia en el manejo de esas praderas, pero hasta ahí no más. Estamos tratando de poner el foco en los ambientes más marginales, en los más arenosos, que es donde esa caída de pH es mucho más abrupta”, comentó el productor.
Naredo consideró que el desafío que enfrenta como técnico asesor y como productor es “tratar de mantener el barco a flote, con estas situaciones de precio bajos y costos cada vez más altos”.
Fertilización con Zinc
El proceso productivo de alta intensidad y alta productividad también deja en evidencia otra situación: la desnutrición con zinc. “Es el primer micronutriente que muestra deficiencia y nos puede llevar entre 15% y 20% de la productividad», advirtió Hoffman.
Da Costa indico que al zinc “lo estamos teniendo en cuenta, empezamos a utilizarlo en 2017-2018”. “Hoy en día no se discute y va en todos los cultivos. El límite es 1 parte por millón (ppm), por debajo de ese nivel no se discute, aunque puede variar la dosis”, describió.
Destacó que la respuesta “es muy buena en rinde, con excelente relación costo-beneficio, aprendimos que productos se deben utilizar, al igual que el cómo y el cuándo”.
Naredo dijo que “el problema lo estamos teniendo y desde hace un par de años se fertiliza con zinc”. El promedio en la zona es de 0,5 ppm, pero con los costos y los números del negocio, “hay que verlo con los dos ojos”, comentó.
Borghi sostuvo que utiliza zinc desde hace más de cinco años y considera que no se fertiliza con ese nutriente a nivel general “porque no se ve” como otros, que generan reacción en el cultivo, pero afirmó que “sí repercute en el rendimiento”.
Agregó que lo utiliza en todos los cultivos y resaltó que “se debe romper una barrera: entrar solo a aplicar zinc, que no es fácil. Porque la aplicación foliar tiene que ser en el momento óptimo; no puede ser ni temprano ni tarde”, afirmó.
En tanto, el ingeniero agrónomo Marco Cristino, gerente de producto de la unidad Agroinsumos de Erro dijo a VERDE que “los temas analizados preocupan”, pero “nos tenemos que ocupar” con “el objetivo de aportar soluciones a las problemáticas emergentes creadas por la intensificación agrícola y el incremento de la productividad”.
Para enfrentar la acidificación de los suelos, Erro está apuntando productos que permitan bajar la aplicación a 150, 300 o 400 kilos por hectárea, frente a los 4.000 o 6.000 kilos que se demandan cuando se incorpora un enmienda calcárea. Y que generen un impacto “más rápido, más económico y que sea adaptable a la modalidad de trabajo del agricultor”.
“Hay que pensar en el sistema, pero sobre todo una respuesta rápida en el cultivo”, y el productor “no tenga que mover el suelo para incorporarlo,estamos trabajando con tecnologías innovadoras”, acotó Martino.
Informó que la investigación previa, “permite ser optimistas, pero debemos esperar la información de todos los análisis que se realizaron Unicampo y otras empresas”.
El objetivo “es llegar al mercado con un herramienta que cuente con información de respaldo. Todo eso se está procesando, al igual que los registros en el MGAP. Por lo cual puede haber algo de disponibilidad para algunas zonas del país en está zafra de verano, indicó.
Con respecto a la nutrición con Zinc, Cristino dijo que la empresa viene analizando la problemática desde la zafra 2017/2018, “se arrancó con análisis de suelos y calibrar las metodologías”. Actualmente “la información marca que gran parte del área agrícola del país tiene deficiencia de zinc”
“Estamos trabajando en fertilización foliar y de alto impacto, que debe hacerse cuando el área foliar sea la mayor posible”. Para suelos con niveles muy bajos de zinc, “se está apuntando a tecnologías de fertilizantes minigranulados al lado de la semilla, que cumplen el rol de arrancador. Hoy con esas dos estrategias se están logrando muy buenas respuestas en productividad, que promedian hasta un 20%”. Y resaltó que “si hay deficiencia la respuesta está, independientemente del ambiente y del año”.
En las últimas seis zafras es “consistente la superioridad de la genética Don Mario” en soja, con “casi 300 kilos por hectárea” de incremento en rinde, lo que representa unos US$ 106 por hectárea, destacó a VERDE el responsable del área de investigación y desarrollo de Erro Semillas, Fernando Segú.
Sostuvo que desde 2019 cuando comenzó ese estudio hubo “variaciones entre un 8% a 18%” de incremento en esos resultados productivos del cultivo, dependiendo del año, pero la respuesta es mayor en los años desafiantes desde el punto de vista climático. Esa y otras conclusiones fueron divulgadas en la reciente jornada anual de Barraca Erro, realizada en Dolores.
La genética evaluada localmente, con datos propios, comprende “más de 300 variedades” por año, de las cuales unos 60 materiales están en fase pre comercial, lo que permitió seleccionar variedades específicas de soja adaptadas a cada ambiente del país, señaló Segú.
Dijo que “quedó demostrado” que los últimos lanzamientos del grupo 6 Enlist-Conkesta, además del beneficio de control de malezas, son variedades élite con “excelente” desempeño productivo.
De cara a la próxima siembra de soja, Erro presentó tres nuevas variedades de tecnología Enlist y el portafolio llega a 13 materiales. Dentro de las variables de manejo que “podemos controlar, la información de cada una de ellas nos permite tomar decisiones de gran impacto y de costo cero”, acotó Segú.
Nota de Revista Verde N° 123




