Agricultura

El riego en los sistemas productivos puede cambiar la matriz productiva del Uruguay

10 de octubre de 2023

Representantes del gobierno, analistas y productores coincidieron en reconocer que la aplicación de riego es la única herramienta con capacidad de impactar en la tasa de crecimiento de tendencia en Uruguay. También señalaron que es difícil imaginar alguna política que pueda ser tan efectiva y que alguien pueda estar en contra. Según las proyecciones esperadas, hablaron de un gran impacto económico del riego, de casi un 5% del producto bruto interno (PBI) en 2030. Pero alertaron sobre los obstáculos, y plantearon que la primera acción debe ser removerlos, sobre todo aquellos que son innecesarios y de carácter burocrático.

En el marco de la Expo Prado 2003 se realizó la conferencia titulada Riego, la tecnología para cambiar la matriz productiva del Uruguay, organizada por la Asociación Rural del Uruguay, Regadores Unidos del Uruguay (RUU), radio Carve y revista VERDE. Allí se desarrollaron las ponencias Evolución del riego en Uruguay –a cargo de los ingenieros agrónomos Santiago Arana y Gastón Sebben, asesores de RUU– e Impactos del riego en la economía uruguaya –a cargo del economista Ignacio Munyo–.

En esa instancia también se realizó una mesa redonda cuyo tema fue: El riego en los diferentes sistemas de producción, el rol de la energía para regar más hectáreas. Allí participaron el productor Ignacio Goicoechea; Daniel Gonnet, gerente agronómico de Casarone Agroindustrial; Julio Luis Sanguinetti, vicepresidente de UTE; y Daniel Rubio, de RUU.

limitaciones, beneficios y falta de adopción

Rubio destacó “el importante crecimiento” del riego en los últimos 30 años del agronegocio en Uruguay, con fuerte adopción de tecnología e inversiones. “Esto nos permite ser optimistas con relación al impacto de potenciar este proceso a través de la adopción significativa del riego. Existen los recursos hídricos, energéticos y financieros necesarios para proponerse metas como las que se plantean en el trabajo de Ceres”.

Agregó que “la incorporación del riego representa un fuerte incremento en la productividad de todos los factores de producción, y que permitiría canalizar importantes inversiones sectoriales y extrasectoriales si se levantan restricciones actuales y se incorporan los estímulos adecuados, como los establecidos en la Ley de Riego 19.553”. 

Rubio enfatizó que el riego “es la única herramienta que conocemos con capacidad de impactar en la tasa de crecimiento de tendencia del Uruguay (menor al 2%), con guarismos muy superiores al crecimiento máximo que se estima con la información disponible (2.9%)”. 

Sostuvo que los beneficios económicos generados por el riego “se distribuyen enteramente dentro de las fronteras del país y algunos precios relevantes pasan de la paridad de importación a la de exportación, perjudicando a los productores de granos, pero beneficiando a las cadenas productivas”. 

También valoró que la tasa de adopción del riego “sigue casi perfectamente la curva de precios de los productos obtenidos, al menos en la agricultura”, que “es rehén de la rentabilidad”. Remarcó que la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (Comap) “ha sido una herramienta relevante para contribuir al incremento de la rentabilidad de las inversiones en riego”. Y también, aunque en menor medida, “las bajas tasas de interés de los últimos años”, señaló. 

Tomando como referencia la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Rubio señaló que el área potencialmente regable en Uruguay es de 1,8 millones de hectáreas. “Podemos identificar algunas causas de la falta de adopción masiva del riego a pesar de su rentabilidad a nivel predial y del impacto que se obtendría a nivel país. No se trata de una adopción relativamente simple, como la mecanización más eficiente o la tecnología digital, más aun en un país donde llueve mucho”, explicó.

Rubio precisó que “en muchos casos la dificultad y demora para el acceso a la energía eléctrica, con altos costos de inversión fija y costo del megavatio por hora, es el costo operativo más relevante”. Agregó a esta lista la “posibilidad de tributación por el Impuesto a la Enajenación de Bienes Agropecuarios (Imeba) para productores mayores de 100 hectáreas Coneat conspira contra la inversión y la adopción de tecnología, entre otras la de riego”. 

Propuestas para levantar restricciones

Consultado sobre qué medidas se proponen para levantar las restricciones identificadas, Rubio dijo que “en primer lugar, para lograr una escala que pueda definirse como cambio de la matriz productiva del Uruguay, debe existir una política de Estado, que lejos de sustituir la iniciativa privada, le remueva obstáculos y la promueva. Deben romperse viejos paradigmas y mitos que han condicionado las decisiones de inversión de empresas públicas y de privados”.

Enfatizó en que “para promover fuertemente el desarrollo del riego en Uruguay, recorriendo el camino de mínima resistencia, la primera acción debe orientarse a remover obstáculos innecesarios, de carácter burocrático (complejidad de trámites, tiempos de resolución de permisos de riego, demora para la aprobación de proyectos en Comap, entre otros)”.

También planteó “cuidar muy especialmente que las exigencias para la implementación de proyectos de riego, que tengan “amplia base científica”. Planteó como ejemplo la implementación de “proyectos con adecuados lineamientos ambientales y no que los lineamientos ambientales dirijan los proyectos”. 

“La Ley de Riego con destino agrario, largamente estudiada y discutida, debe ser reglamentada lo antes posible para levantar una serie de restricciones a la adopción y para promover la inversión en riego”, sostuvo.

Rubio entiende que “para robustecer más esa figura se dispone que se pueda transmitir a sus socios el crédito generado por la Ley de Promoción de Inversiones, a prorrata de su participación en la inversión realizada”. Así como “incorporar nuevas figuras jurídicas como la creación del operador de sistema de riego, que contribuye fuertemente a profesionalizar los servicios asociados al riego. Se trata de personas privadas a quienes les interesa cofinanciar, construir y operar el sistema durante el tiempo de la concesión a cambio de una remuneración. También concesiones condicionadas y gravámenes voluntarios y acordados contractualmente por disponibilidad”, detalló.

Instrumentos a estudiar

Agregó que “se habilita expresamente la conducción de agua a través de los cursos naturales, respetando los caudales establecidos en el permiso o concesión. Ello viabilizaría muchos proyectos que implican transportes a largas distancias, desde el acopio al campo donde se utiliza el agua. Permite embalsar en zonas de menor valor agronómico, mayor eficiencia topográfica y menor riesgo ambiental por eutrofización”. También señaló que “hay otros instrumentos a estudiar, como los bonos utilizados en Italia durante la pandemia, que pueden viabilizar la inversión en riego de medianos y pequeños productores, en la medida que es imprescindible que no sean excluidos del proceso de adopción”.

Rubio destacó que hay estudios a nivel de anteproyectos en los ríos San Salvador y Yi, “donde UTE está trabajando y usando como modelos para ajustar metodología”. Insistió en que “hay privados dispuestos a invertir, con el marco de la Ley de Riego, y que se han presentado ante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)”. 

“En el contexto que se plantea parece muy importante que el Ministerio de Ambiente no maneje criterios exageradamente precautorios, particularmente con relación a los caudales ambientales. Para definir los criterios desde un ángulo técnico, se debe invitar a participar a los ámbitos académicos como el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la Universidad de la República, entre otros”, planteó.

Rubio sostuvo que el desarrollo del riego en Uruguay pasa “necesariamente por el represamiento del agua, para lo cual las modalidades de financiamiento –en términos de plazos y condiciones de pago– son de una importancia central”. 

Finalmente, destacó que la divulgación y promoción de las ventajas de la aplicación del riego “deben ser una causa nacional, para que los operadores tengan conocimiento cabal de la aplicación de la tecnología, sus riesgos y beneficios, para tomar las decisiones en forma objetiva y correcta, de acuerdo con sus posibilidades”.

La actualidad del riego en Uruguay

Arana detalló que hasta la zafra pasada el área de RUU comprendía unas 33.000 hectáreas –con más de 550 equipos de riego– que representa el 87% del área total de cultivos regados en el país. En cuanto a los cultivos regados, dijo que el maíz representa aproximadamente el 50% y la soja el otro 50%. Destacó que en los últimos tres años se duplicó esa tasa, y “ya estamos en un aumento del 13,5% anual, calculada sobre el área total. Cualquier proyección que hagamos del área regada del país parte de la base de que es un rubro que está creciendo a tasas importantes. Si uno proyecta esa tasa de crecimiento puede asegurar que va a continuar”.

Arana señaló que el riego se hace para lograr mayor producción, entre otras cosas. Informó que en las últimas siete zafras los rendimientos de RUU en maíz se ubicaron en un promedio de 11.000 kilos por hectárea. “Esto marca una diferencia entre el riego y el secano de 6.700 kilos por hectárea, es más que importante. Y otro aspecto que es característico del riego es que reduce la variabilidad interanual. Podemos ver que el riego tiene coeficientes de variación del 8,4%, mientras que el secano es cuatro veces más alto, arriba del 35% de variación”, indicó el asesor de RUU.

Sobre los rendimientos de soja bajo riego, dijo que el promedio fue de 3.620 kilos por hectárea, mientras que en secano fue de 2.500 kilos por hectárea. “Esto marca una brecha de más de 2.000 kilos por hectárea, y en este caso se mantiene una menor variabilidad de los datos. Si lo analizamos desde el punto de vista del insumo, vemos que lo que está haciendo variar estos rendimientos es el agua”, afirmó. 

La asociación RUU calcula que la eficiencia del uso del agua para el maíz está en el eje de 29 kilos de granos por milímetro regados, y para la soja es de 9 kilos de grano por milímetro regado. “Son valores absolutamente esperables”, comentó.

El agrónomo enfatizó que, “en términos promedio, el maíz con riego rinde 2,5 veces más que el maíz de secano” y en años secos “la relación entre secano y riego se va a cuatro veces más”. Y en soja la producción bajo riego “es casi el doble que la no regada”, destacó.

Arana dijo que “quien controle el manejo del agua en febrero podría tener una brecha de rendimiento del 57% en soja”, porque en ese mes se ubica el período crítico del cultivo. “Podemos decir entonces cuánto y cuándo regar”, algo que “resulta fundamental para obtener mejores resultados”. 

Señaló que entre 2017 y 2022 RUU desarrolló una herramienta con la Agencia Nacional para el Desarrollo. Se trata de un sistema de balance hídrico web, que consiste en un modelo de simulación que permite cateterizar el suelo de la chacra, la ubicación geográfica y define qué base climática va a utilizar para calcular la demanda de la atmósfera.

“Lo que logramos con esto fue tener una herramienta objetiva para el manejo del agua, porque el riego sigue siendo el principal factor de la producción de los rendimientos. En los últimos 50 años la productividad en los alimentos aumentó más de 2,5 veces. Esto en parte se ve explicado por el 20% de la superficie total de los cultivos del mundo que es regada, donde se produce el 40% de los alimentos”, comentó Arana.

Atributos del riego

“El carbón orgánico del suelo regado aumenta, sobre todo en profundidad. En sistemas agrícolas de secano nos es muy difícil, o casi imposible, lograr ese aumento de carbono orgánico sin pasturas, sin embargo con riego lo estamos logrando”, destacó el asesor de RUU.

Con relación al calentamiento global, comentó que si uno piensa cuáles son las grandes diferencias entre los gastos de energía asociados a la producción con riego, el más importante es la energía eléctrica asociada al bombeo. Señaló que en 2022 UTE generó el 90% de la energía eléctrica con fuentes renovables. Por lo tanto, “la energía eléctrica asociada al incremento de la producción bajo riego provendría de una fuente renovable, y el impacto sobre calentamiento global sería mucho menor”, destacó. 

Impacto económico

“Estamos convencidos de que el riego sería de esas políticas con jerarquía nacional y que hay una gran oportunidad para aumentar la productividad con inversión”, dijo el economista Ignacio Munyo, director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres). Sostuvo que está la base jurídica necesaria para poder multiplicar el riego, que hay 3% del área regada y un objetivo realista es multiplicar por 10, unas 300.000 hectáreas, en un tiempo razonable”.

Agregó que “los datos que tenemos cerrados, que son los de maíz y soja (de las últimas seis temporadas) casi un 90% aumenta la productividad del maíz con riego y casi un 40% en la soja. Los números son contundentes. También es económicamente viable”.

Munyo sostuvo que “el riego es el seguro más efectivo que puede existir para la producción. Más allá de la coyuntura, de lo que hemos vivido el último año, hay un factor que es clave: el abaratamiento del riego por hectárea. Se solía escuchar: ¿para qué voy a regar si es más barato comprar una hectárea que regarla? Eso ya no es así. En promedio regar una hectárea agrícola equivale a comprar un tercio de la hectárea, los costos han caído de manera significativa”.

El director ejecutivo de Ceres agregó que el aumento de la productividad de maíz y soja con riego muestra “números contundentes” y “es económicamente viable”. Señaló  que “hoy tenemos casi 40.000 hectáreas bajo riego, si consideramos una tasa de crecimiento promedio cercano al 30% de riego, podríamos llegar a las famosas 300.000 hectáreas en 2030, con una producción adicional de US$ 1.000 millones en ocho años”.

“Estamos hablando de un empuje importante de producción y productividad en el país, porque existe la disponibilidad hídrica. Uruguay tiene la posibilidad de hacerlo con las represas; existe el agua disponible sin afectar objetivos ambientales”, indicó.

Comentó que si a 2030 se pudiera aumentar significativamente el riego en ganadería, y llegar a 200.000 regadas, “estaríamos hablando de una producción adicional de US$ 1.300 millones en ocho años, lo que significa una ganancia sustancial”.

Atendiendo directamente al impacto económico, el economista precisó que si se diera ese proceso de incorporación de áreas regadas a 2030, la producción de maíz, soja y ganadería tendría un impacto económico “muy grande”, de US$ 2.500 millones, cifra que haría crecer 3,1% el PBI. 

“Esto tiene un impacto directo e indirecto que es muy importante, porque estamos hablando de un sector y subsectores que tienen un gran efecto multiplicador, ya que todos los servicios aumentan el movimiento económico. El impacto inducido consiste en personas que trabajan y cobran salarios, y esos salarios se vuelcan nuevamente a la economía, con mayor demanda y poder de compra”, valoró. 

Además dijo que “hay que sumarle el impacto de la inversión para poder regar esas 300.000 hectáreas, que suma otros US$ 1.300 millones, 1,7% del PBI”. Por lo tanto, “estamos hablando de un gran impacto económico de casi un 5% del PBI en el 2030 solo por regar”.

El economista sostuvo que “es difícil imaginar alguna política que pueda ser tan efectiva y quién podría estar en contra”. Afirmó que “acá no hay perdedores, hay que hacer inversiones y hay costos que cubrir, y ese es el punto que habrá que discutir”. Señaló que “hay muchos establecimientos que no acceden y hay que buscar la forma de financiamiento, porque la ganancia es muy grande y el repago muy corto”.

Producción de carne y leche 

Munyo explicó que el proyecto de ganadería “significa regar para mejorar la alimentación, y aumentar la tasa de procreo”. Indicó que esas proyecciones se obtuvieron en base a simulaciones con información especializada, y que la tasa de procreo pasaría del 66% al 80%, con un incremento de 56% en kilos de carne por hectárea al aplicar riego “en magnitudes relativamente razonables”.

El economista puntualizó que allí el aumento de la productividad es menor que los de maíz y soja, y que el tiempo de repago solo aumenta un año. De todos modos, afirmó que el riego en ganadería “también es muy rentable” y que la productividad “es mucho mejor que en secano”. 

El director ejecutivo de Ceres informó que se está trabajando para ver el impacto del riego en la lechería. “Con la seca fue tremendo el costo que tuvieron los tamberos. Los predios que tienen riego logran una ganancia de productividad gigantesca, del 153%, por un aumento de la capacidad de alimentación, con un aumento de costo del 25%”, por lo tanto, “vale la pena”, sostuvo. Destacó que el riego permite mejorar la productividad y aumentar el volumen de leche remitida al final del proceso”.

Costo-beneficio de UTE  

Munyo explicó que el costo de la electricidad no radica en el “pago de la tarifa, sino en la infraestructura para poder regar esas 300.000 hectáreas”, por las conexiones que se deben realizar. A propósito, planteó que una parte de la inversión la tendrá que hacer el productor y la otra UTE. 

“Estuvimos trabajando en los últimos meses con Peusa –empresa que se dedica a realizar obras de ingeniería–, que hizo un cálculo en colaboración con UTE sobre la estimación del costo de llegar a todos los puntos del país con conectividad eléctrica para poder regar. Y señaló que UTE tendría un costo total de US$ 32 millones, pero el aumento de recaudación por el consumo de esta energía sería mayor”, por lo tanto el ente “tendrá una ganancia”, enfatizó. 

El economista consideró que “estamos ante una gran oportunidad”, valoró que en los últimos tiempos se generó “conciencia del problema” y planteó que “hay que pensar que siempre es mejor regar, no solo cuando ocurren eventos como el que vivimos”. 

Insistió en que esta “realmente es una buena política de Estado, porque se gana a nivel país y se genera un impacto que trasciende por mucho el impacto en cada establecimiento productivo”.

Y concluyó que para que esta sea una política de Estado “es importante que eso salga de cuatro paredes del agro” y sea un objetivo nacional, “como en su momento fue la política forestal, que generó cambios importantes en la producción del país y depende de la articulación de muchos sectores para que se pueda concretar”.

La gran experiencia del arroz en riego

En referencia al proyecto del riego como política de Estado, el ingeniero agrónomo Daniel Gonnet, gerente agronómico de Casarone Agroindustrial, enfatizó que “para nosotros esta es la madre de todas las propuestas productivas que tiene el Uruguay en el futuro cercano. No identificamos ninguna alternativa tecnológica que tenga el impacto que tiene esto, y es transversal a los principales rubros, como la agricultura y la ganadería”. 

Comentó que “en la cuenca de la laguna Merín tenemos algunas características particulares y diferentes a lo que se realiza en todo el país”. Señaló que “tenemos condiciones de suelo con un horizonte impermeable, que lo hace muy adaptable a los cultivos que son inundados y presentan limitantes para los que no resisten inundación. Ahora tenemos tecnologías nuevas que corrigen eso, lo que permite mejorar el drenaje y la entrada de agua, potenciando la inclusión de nuevos cultivos como soja y maíz”.

Las represas fueron “de los grandes aprendizajes del arroz”, sector que tiene la represa más grande del país”, con “capacidad para regar 8.000 hectáreas de arroz”. El trayecto de 40 años de trabajo conjunto permitió que el año pasado, a pesar de la crisis hídrica, el sector logre uno de los rendimientos más altos del mundo, gestionando una demanda 30% mayor al promedio. Las represas son claves para el avance del riego, consideró.

Agua para asegurarse buenas pasturas

“Cuando uno cruza los datos económicos”, como el incremento de la producción de pasto y la calidad de esas pasturas, “nos deja el kilo de materia seca más o menos en el mismo costo que en secano, pero produzco el doble”, destacó el productor  Ignacio Goicoechea. El ingeniero agrónomo agregó que “en estos meses” los sistemas con riego produjeron “más del doble que en secano”.

Por eso, enfatizó que “la gran ventaja” es que permite planificar y brinda estabilidad, para producir “lo que pienso que voy a producir en el momento que quiero producirlo”. Agregó que así “puedo construir el sistema que me conviene, tanto en lechería como en ganadería, y esa es una ventaja enorme”, porque “todos sabemos lo que significa cuando me quedo sin pasto, sin reservas”. 

Y remarcó la importancia de la calidad del pasto que se obtiene, con las oportunidades que ofrece para lograr determinadas pautas de manejo. “Es espectacular y estable. Eso para la lechería, por ejemplo, es sumamente importante”, valoró.

Goicoechea insistió en que “hay una serie de fortalezas que tiene el riego”, como la posibilidad de poder “planificar el pasto que voy a producir en un área de pivot”, en el caso de poder hacerlo en un área donde plantear un sistema de agricultura continua “no es una opción”. 

“No nos podemos olvidar que Uruguay tiene 16 millones de hectáreas explotables para la agropecuaria, de los cuales la agricultura ocupa 1,5 millones”, repasó. Agregó que en el resto del área hay fundamentalmente campo natural, con “una serie de matices en el medio” y lo más importante es “lograr conservar ese suelo”.

“Lo que permite el riego es planificar y suplementar, y en suelos de desarrollo medio hacer rotaciones agrícolas largas o directamente pasturas”, de esa forma “logro incrementar el carbono del suelo y la materia orgánica”, describió el ingeniero agrónomo. 

Consultado sobre cómo imagina la evolución del riego en pasturas, dijo que “el país tiene un potencial gigante con el campo natural”. Sostuvo que “el manejo de las pasturas siempre está primero que cualquier otra cosa”, pero también dijo que “hay que tener cuidado con pensar que el riego salvará al Uruguay”. 

Opinó que el riego “es un complemento muy bueno para seguir incrementando el manejo”, que “va a avanzar en los suelos promedios del Uruguay, donde se podrían regar 2 o 3 millones de hectáreas y seguramente eso tenga más impacto en el desarrollo de los productores”. 

Agregó que en la lechería el impacto sería gigante, porque “cuando uno tiene pasto y sabe dónde está y cómo será la calidad, el negocio cambia”, y “los números así lo marcan”. Consideró que la expansión de esta tecnología “va a llevar un tiempo”, pero afirmó: “no tengo dudas de que en 2030 vamos a estar regando 10 veces más que hoy”.

El rol de UTE en el desarrollo tecnológico

El vicepresidente de UTE, Julio Luis Sanguinetti, se refirió a cómo se está preparando el ente estatal para atender una mayor demanda de energía por parte del riego. Señaló que UTE “recibió en este período la instrucción de trabajar al lado del sector productivo”. 

Enfatizó que “para este gobierno es una prioridad y sabíamos que el costo de la energía era parte de la competitividad internacional del país”. Por tal motivo, “desde el primer día empezamos a trabajar” en el tema, y “UTE hace tres años que está planificando y tratando de organizar políticas, con el sector productivo, con Regadores Unidos Uruguay y otras organizaciones”.

Agregó que las inversiones necesarias para atender esa mayor demanda no representan “números significativos para UTE”, que pasó de invertir US$ 80 millones en la distribución y trasmisión a US$ 120 millones. “Hemos aumentado las inversiones en distribución y trasmisión porque es la robustez de la calidad del servicio, asociada a una demanda cada vez mayor del sector productivo”, dijo.

“Estamos trabajando en un proyecto que en enero comienza la construcción de la línea de la ruta 14, en el corazón de la producción de granos del país. La ruta 20 tiene otro piloto, y como consecuencia de eso todos vamos a tener un aprendizaje muy importante”, afirmó.

Sin embargo, Sanguinetti señaló que “UTE necesita de parte del sector productivo y de los regantes la planificación para generar cuentas”. Insistió que “es muy importante que podamos localizar geográficamente los lugares donde hay que hacer las inversiones. Tenemos que concentrar esas inversiones donde tengamos la posibilidad de brindar el mejor servicio”. Y opinó que “esto debería convertirse en una política de Estado para que pueda fortalecerse”.

Consultado sobre su visión sobre la factibilidad del uso parcial de las represas que actualmente generan energía hidráulica, ya que UTE actualmente tiene producciones que extraen aguas de los embalses y cobra por eso, respondió: “poniéndonos de acuerdo lo veo posible”. A propósito, agregó que “es importante evaluar de dónde se hace la toma”, y aseguró que UTE “va a ser parte de las soluciones y no del problema”.

Plan estratégico para el próximo gobierno

La implementación de un plan de desarrollo estratégico del riego en el sector agropecuario, que pueda ser impulsado por el Estado junto a actores privados, quedará postergado para los próximos años, informó Agro de Búsqueda en su edición del 14 de setiembre. 

Bajo la apremiante emergencia hídrica provocada por la sequía, el presidente Luis Lacalle Pou encargó al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) la elaboración de una política integral del riego con lineamientos estratégicos, que comprendan medidas a mediano y largo plazo.

“El segundo piso (para una mayor producción del agro) solamente vendrá si damos un salto de productividad en base a tener más área regada, tenemos agua, pero tenemos que tener sistema y la obra pública sería muy importante”, dijo el principal del MGAP, Fernando Mattos.

Señaló que para eso tiene “encomendado por el propio presidente la realización de un plan estratégico de gestión del agua, para proponerle y dejarle pronto al próximo gobierno”. 

El plan “requerirá financiación internacional”, afirmó, y consideró oportuno “instalar este tema ahora, que estamos saliendo de la sequía y en la sociedad está la idea de que estamos en un nivel alto de vulnerabilidad, no solo para los sistemas productivos sino también en el agua para abastecer a Montevideo”.

“De sequía venimos hablando hace años, pero nunca se generó tanta sensibilidad como cuando se le dijo a la ciudadanía que quedaba agua para 20 días”, sostuvo. Y argumentó: “ahí se encendieron todas las alarmas y la gente se preocupó, aprovechemos esta circunstancia para decir que tenemos una vulnerabilidad y tenemos que cambiar”. 

En el sector agrícola hay dudas respecto a que se llegue a elaborar efectivamente un plan de riego oficial e incluso, hay una visión crítica respecto a la falta de acciones concretas de la actual administración para impulsar el desarrollo de sistemas y obras de riego en la producción, así como a los requisitos legales y burocráticos vinculados al medio ambiente y a la instalación de infraestructura para regar, declararon fuentes del sector privado.

Nota de Revista Verde N°109

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