El programa Brechas de Pioneer impulsa la competencia para aumentar rendimientos de maíz y soja

En un contexto en el que la ecuación económica de la producción agrícola se presenta ajustada, la posibilidad de achicar la brecha entre los kilos cosechados y el potencial de cada cultivo es un asunto clave.
Con ese objetivo que se creó Brechas, un programa global de Corteva y Pioneer que “mide las diferencias entre los potenciales máximos que puede tener un cultivo en un país y lo que realmente ese país obtiene”, y “viene a juntar dos mundos: el público y privado”, para “mejorar los rendimientos” en una región, dijo a VERDE el líder del área de semillas de Corteva para el Cono Sur, Hugo Minnucci.
A modo de ejemplo, el ejecutivo señaló que un cultivo de maíz puede tener un potencial de rinde de 10.000 kilos por hectárea, pero se logran 5.000 kilos. Esto se explica por el hecho de que las tecnologías disponibles pueden lograr esos 10.000 kilos por hectárea y, sin embargo, eso no se logra, porque no se fertiliza o no se utiliza la densidad como corresponde.
En cuanto a la operativa del programa, estas empresas organizaron un concurso con el armado de equipos con los “mejores técnicos de cada región”, que deben lograr tres módulos: uno sobre el “manejo del productor”, que es el rendimiento que logra en determinada región, otro módulo de “alto potencial” de rinde y un tercero vinculado a que el grupo logre “reducir la brecha entre el techo y el piso, pero que económicamente sea mejor que el cultivo base”, comentó.
Acotó: “el juego está en que el ganador tiene que lograr más kilos, pero haciendo ganar más plata al productor”. “Esto lo lanzamos el año pasado en Argentina, en ocho regiones diferentes”, además “hay un proyecto similar en Estados Unidos, y este año se lanzó en Uruguay”, con “tres equipos diferentes que van a competir entre sí para achicar las brechas”, sostuvo.
Desafíos y barreras
Respecto al funcionamiento del programa Brechas, Juan Diego Cano, de Rutilan, representante de Corteva en Uruguay, dijo a VERDE que se conformarán tres grupos que trabajarán en cultivos de maíz y soja, de primera y segunda, en secano y bajo riego, con “desafíos y barreras distintas a superar”. Luego habrá un comité evaluador, integrado por las instituciones y empresas que forman parte del programa y analizará los resultados.
El investigador del Comité de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), de Argentina, y docente de la Universidad de Buenos Aires, José Andrade, resaltó que “la brecha de rendimiento es la diferencia entre el rendimiento potencial que se puede lograr en un ambiente productivo y el rendimiento que realmente logran los productores”.
“Uno como investigador aspira a que los productores levanten este desafío de cerrar las brechas, es decir, de acercarse al potencial de una manera que sea costo efectiva y ambientalmente amigable”, planteó.
Consideró que es “una movida muy interesante, que en esta oportunidad el sector privado ha levantado el guante a tomar este tema, que surgió ya hace muchos años”. Las empresas que lideran este programa “vieron la oportunidad de llegar a sus clientes, a los productores y a los asesores, de una manera muy efectiva, que es desafiarlos a que cierren las brechas”, valoró.
Es una “oportunidad única en la cual vamos a ver interactuando el sector público, el sector privado, no solo desde las instituciones, desde las empresas, sino también desde los productores, que son los que van a interactuar entre ellos en busca de alternativas para cerrar esa brecha y aumentar los rendimientos”, sostuvo.
Andrade comentó que “generalmente las brechas más amplias se encuentran en los cereales, dado que las dosis de fertilizante muchas veces no llegan a suplir la demanda”.
En el caso de las oleaginosas, como la soja, por el hecho de “fijar su propio nitrógeno en una gran proporción, generalmente tiene brechas más cortas”, indicó.
Enfatizó que “las brechas son más amplias en los cereales y también en ambientes que son, en cierta manera, impredecibles”.
Y “el productor tiende a protegerse con prácticas de manejo defensivas, en ambientes donde sabe que puede haber algún déficit hídrico o el suelo puede generar algún tipo de limitación”, dijo.
Andrade señaló que por eso el productor “no presiona tanto sobre el sistema, no va a una táctica ofensiva”. Eso hace que en los años muy buenos, cuando llueve más de lo esperado, se pierda margen de rendimiento, por quedarse a la defensiva, pensando que el año sería más seco.
Para la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, este programa implica una oportunidad “muy interesante” en cuanto contar con un “ámbito de interacción” entre la academia y el sector productivo, para hacer llegar resultados y poder “pasar de lo conceptual a lo técnico y práctico”, destacó a VERDE el docente de esa casa de estudios, Gonzalo Rizzo.
Las últimas estimaciones de brechas, de un proyecto iniciado en 2015 en Facultad de Agronomía, marcan que “en el cultivo de soja hay unos 1.000 kilos para ganar” en rendimiento, y en el caso del maíz la diferencia es de “3.000 kilos” por hectárea, al igual que en el trigo, que tiene espacio para crecer en productividad.
El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) también tiene participación en el programa Brechas, mediante apoyo técnico. “En maíz bajo riego los productores están llegando a bastante potencial”, por lo que hay “poco por achicar la brecha” y “el camino está bastante trazado”, señaló el director del Sistema Agrícola-Ganadero del INIA, Sebastián Mazzilli.
Agregó que sin riego “el tema pasa por el manejo defensivo del cultivo”. Hay que “acompañar” los nuevos materiales “con fertilización nitrogenada” y “el objetivo más grande es ser eficiente para dejar el menor impacto ambiental posible”.
Comparó que en el caso de la soja el potencial “es totalmente distinto”. Indicó que “existen los cultivares y hay una cantidad de problemas a nivel de campo para alcanzarlo”. Entre los factores que explican eso no se identifica a la genética, sostuvo.
El técnico de Regadores Unidos de Uruguay, Santiago Arana, destacó que Brechas está en línea con los objetivos de esta gremial, que en sus primeros años planteó la estrategia de “subir pisos” en los rindes de los cultivos, y luego de avanzar en esto pasó a apuntar a la “maximización” de los sistemas de riego, para crecer en productividad.
Para el director de Pronutrition, Pedro Rossini, lo significativo es que participan “empresas que ponen en práctica tecnologías y herramientas para tratar de mejorar los rendimientos y reducir las brechas” productivas y económicas, “sin descuidar cuánto estamos gastando y qué márgenes estamos teniendo”.
“Poner sobre la mesa la tecnología de la agricultura de precisión que presenta nuestra empresa, está alineada al objetivo”, señaló.
El productor Javier Figares, quién participa de Brechas, consideró que el programa es “interesante” para intercambiar entre técnicos y productores, que tienen el propósito de disminuir las brechas entre los potenciales y lo que se termina logrando productivamente en los cultivos agrícolas.
Su colega Santiago Barolin señaló que es una “muy buena iniciativa”, que tiene el desafío de generar “buena información y aporte a los agrónomos y al sector”. “Buscar maximizar la producción y el uso de los recursos es uno de los focos clave que debemos tener a nivel país”, por lo que “acortar las brechas es un buen puntapié” en ese sentido, sostuvo.
La “gran virtud” de la tecnología Pioneer
“Hemos crecido significativamente en la región, no solamente en maíz, también estamos con soja como cultivo muy importante”, destacó a VERDE el gerente de Semillas de Corteva para el Cono Sur, Hugo Minucci.
Dijo que esto “se debe a Rutilan, en Uruguay, y su capacidad técnica, tenemos un distribuidor que es clave, nuestra genética que permitió posicionar híbridos de maíz y variedades de soja tope de gama en rendimiento genético, y la biotecnología”.
“Hemos logrado el lanzamiento de maíces Enlist, maíces Utra Enlist, que tienen la mayor protección biotecnológica, tanto para malezas como para insectos”, señaló. Y agregó que “se ha lanzado soja Enlist, lo que también es algo revolucionario”.
Consultado sobre si pesa más la genética que la biotecnología en maíz, Minucci graficó: “si tenés buen motor, pero no tenés un buen chasis”, entonces “no va a funcionar; la combinación es lo mejor, pero la carrera siempre es genética”.
La “gran virtud” de Pioneer en el mundo es que “tiene todas las características agronómicas que tiene que tener un programa de breeding (mejoramiento genético) en la mano”, afirmó.
Sostuvo: “tenemos el banco de germoplasma más importante del mundo y programas que generen adaptación local a los ambientes”.
Por otra parte, el ejecutivo recordó que hace unos cuantos años Corteva decidió participar del cultivo de soja, sobre todo en Argentina, que “no tiene una ley de semillas, y manejar un cultivo sin ley de semillas podía ser un riesgo”.
“Hubo que diseñar un sistema de captura de valor y demás cuestiones”, y básicamente de la mano del Enlist, junto a productos genéticamente superiores, estamos generando un potencial enorme en el cultivo de soja. Hoy en Uruguay estamos con la marca Pioneer y con genética absolutamente competitiva”, enfatizó.
Nota de Revista Verde N° 123 – Redacción: Mauro Florentin




