Agricultura

El contexto de precios ajustados obliga a optimizar los presupuestos

30 de septiembre de 2024

En un contexto de precios ajustados, se apuesta a la optimización de los presupuestos, señaló a VERDE el ingeniero agrónomo Gonzalo Sciarra, director de la consultora Asiemagro. En esa línea, consideró que muchas empresas están buscando reducir costos mediante la maximización de todas las aristas del negocio. “Se está afinando en todos los detalles para estar arriba de los costos. Hay muchas empresas que tienen maquinaria propia, o parte de la maquinaria propia, que este año van a tratar de usarla al 100% para bajar costos”, dado que “se hace máxima la necesidad de eficiencia operativa en un entorno de precios ajustados”, comentó.

Consideró que los servicios de maquinaria “terminarán teniendo un ajuste, al igual que los fertilizantes, que se están ajustando en dosis y en precio; también los fletes tendrán que mejorar un poco”. En tal sentido, sostuvo que “hoy se están revisando todos los puntos de la cadena”, y por el lado de las rentas “está lo más difícil”, pero “hay casos donde se está negociando”.

También señaló que “este año se está haciendo un poco más de agronomía en algunos puntos”, y eso incluye “más análisis, tanto en invierno como en verano”. Los análisis en suelo y en planta se están implementando con el fin de ajustar el sistema y minimizar costos. Ahora, en los cultivos de trigo y cebada se está “probando un nuevo modelo de INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) para el manejo de nitrógeno, pero sigue vigente el modelo de Facultad de Agronomía (Universidad de la República)”, comentó Sciarra.

Sciarra anticipó una zafra “con más soja de primera de lo habitual”, dado que varias chacras no pudieron sembrarse en invierno. A su vez, consideró que el maíz de primera “se va a reducir en área”, pero “mucho menos de lo que se esperaba dos meses atrás”. Dijo que eso ocurre “debido a la baja del precio de la soja, que tornó más competitivo al maíz y a las bajas poblaciones de chicharrita que se observan en los monitoreos, tanto públicos como privados en Uruguay y Argentina”.

Destacó la importancia de mantener el uso de “herbicidas preemergentes” en maíz y soja, a pesar de las “tentaciones” de reducir costos. “No es el camino ahorrar en ese punto”, advirtió. Y recordó los problemas de malezas, como Amaranthus y capines, que surgieron en zafras anteriores. No obstante, Sciarra afirmó que la inversión en preemergentes “es el factor determinante” si se quieren evitar problemas mayores en el manejo de los cultivos, y así “no terminar usando posemergentes, que son menos efectivos y más caros”.

Dijo que “se está pensando en hacer mucho menos maíz de segunda”, por la presencia de la chicharrita, pero “eso se definirá más adelante”. En noviembre “vamos a saber dónde estamos parados con esta plaga”, dijo. Y analizó que “sin chicharrita la siembra de maíz de segunda´puede ser muy atractiva”, luego de los trigos que se sembraron tarde.

Sciarra agregó que sin maíz de segunda “perdemos diversificación en el verano” y eso “también impactaría en la conservación de suelos” y los planes de uso y manejo, ya que “la reducción podría alterar los esquemas de rotaciones que han sido efectivas para mantener la salud del suelo”. Recordó que en algunas zonas “el maíz de segunda ha sido una solución al sistema, porque es arriesgado hacer maíz de primera, y ahora con la chicharrita esa estrategia estaría en riesgo”. 

Insistió en que “es importante seguir con el monitoreo de la población de la chicharrita y tomar las definiciones con información certera”. Dijo que “si en noviembre no tenemos chicharrita, esa idea de hacer menos maíz de segunda puede cambiar”. Explicó que en esta zafra “hay muchos campos donde el maíz de segunda calzaría muy bien, porque hay mucho trigo sembrado tarde”.

LA COYUNTURA

Sciarra informó que en el sur de San José y sur de Canelones “hay extensiones chicas, con muchas rentas en dólares fijos, que complican enormemente el negocio”. Comentó que “se está intentando” llevar esos arrendamientos a kilos de soja, pero “son muy pocos los casos” en que eso se logra, porque “sigue habiendo una alta demanda por campos” y “los productores no pueden dejar” esas chacras. “Para aprovechar los años buenos hay que estar en los años malos”, sino “después no se consiguen campos”, explicó.

Además, señaló que muchas empresas que trabajan en campos arrendados firman “el empate técnico” para el ciclo 2024-2025, y “vemos cómo se proyecta el 2025-2026”, debido a las dificultades que dejó la zafra anterior y la coyuntura del negocio, con precios bajos y rentas altas. También apuntó que la zafra anterior “dejó muchos campos rotos y eso demandó más gastos, algo que no estamos poniendo en el punto de equilibrio de los cultivos”. 

“Hay campos que tienen 180 kilómetros de flete, con un punto de equilibrio de 1.800 o 1.900 kilos de soja (por hectárea), sin renta, a los que se le tiene que sumar la reparación de los campos; en casi todas las empresas algo hay que reparar”, acotó.

Y en las zonas donde hay áreas menos productivas para la agricultura de secano, como  el este de Florida y el centro-este de Durazno, algunos productores están reconsiderando sus opciones. “Hay mucha gente que tiene ganadería incorporada, que empieza a pensar en cambiarse”, dijo el consultor. Allí las opciones pueden ser “un verdeo en febrero o después de esta próxima soja, pero con estos precios el negocio agrícola no resulta atractivo”, admitió.

Las rentas en esas zonas, ya sea en dólares fijos o en kilos, enfrentan la necesidad de ajustes. “En el este y en el noreste de Florida, así como en Durazno, no se puede sembrar soja con US$ 200 de renta. Si no se ajusta el sistema es posible que sea inviable continuar con la agricultura como negocio”, advirtió Sciarra.

El riego “tiene lugar para seguir creciendo” 

“Si bien es algo muy lindo explorar los techos de rendimiento, el desafío es levantar los pisos”, planteó el director de la consultora Asiemagro, al referirse a la disparidad en los resultados obtenidos en las chacras bajo riego, “una tecnología que tiene lugar para seguir creciendo”.

Recordó que el ciclo 2023-2024 estuvo muy marcado por la falta de agua para riego al momento de tomar la decisión de sembrar el maíz, pero a diferencia del año anterior ahora “las represas están llenas”, valoró. De todos modos, en la zafra anterior hubo chacras que alcanzaron promedios de “casi 17.000 kilos de maíz seco por hectárea, lo que marca que hubo zonas de 20.000 kilos por hectáreas”. 

Además, señaló que “sigue habiendo chacras bajo riego en niveles de 9.000 o 10.000 kilos” de maíz por hectárea. En estas últimas “se encuentra el mayor desafío”, asociado con problemas de suelo, compactación, rotación de cultivos, manejo de coberturas y drenajes. 

Comentó que “en algunos de esos campos estamos pasando subsolador, drenando las partes donde hay encharcamientos y ajustando la rotación, porque tenemos chacras cansadas de tantos años de agricultura”.

Sciarra indicó que en las empresas que asesora la rotación establecida en los planteos bajo riego tiene “50% maíz de primera y 50% soja de segunda”. Destacó que el maíz bajo riego “responde” y que “funciona con toda la tecnología” que se le aplica, como la siembra o la fertilización variable, y de esa forma “los objetivos se cumplen”.

En el mismo sentido, el ingeniero agrónomo afirmó que “el maíz sigue siendo el cultivo más rentable bajo riego”, ya que responde a las expectativas, a la adopción de tecnología y año a año van mejorando los rendimientos. “Hace varios años que venimos trabajando con campos ambientados, con siembra y fertilización variable, por ese lado el maíz está respondiendo bien a la adopción de tecnología; y se suma el fertirriego, que vino para quedarse, lo encontramos muy práctico y fácil de usar”, remarcó, porque “nos permite fertilizar cuando no podíamos hacerlo”.

A partir de la ambientación, en las zonas de mayor potencial “usamos poblaciones y fertilizaciones más altas”, lo opuesto en zonas de menor potencial, explicó. Agregó que allí “vemos que el cultivo responde bien a estos manejos, y cuando nos equivocamos con la población lo manifiesta con pérdida de rendimiento”. Hoy, con toda la tecnología disponible, “se puede hacer un análisis de la zafra y ver las respuestas obtenidas” en cada decisión de manejo, acotó.

Sobre la fertilización, señaló que se plantean objetivos de rendimiento y, a partir de allí, se definen dosis para cada momento de aplicación. A la vez, en diciembre, al final de la fertilización “se revisan los potenciales de rendimiento para decidir si vale la pena continuar con lo planificado”. Con el fertirriego “podemos hacer algunas fertilizaciones extra, si todo viene bien”, resaltó. Explicó que “si los análisis demuestran que amerita una fertilización extra, se alcanzan rendimientos excepcionales”.

A la vez, reconoció las dificultades que presenta la soja de segunda bajo riego, particularmente en los sistemas de pivot móvil, que se utilizan hasta el 20 de enero para el maíz. “Nos está costando mucho la soja de segunda bajo riego, si el año no acompaña es difícil llevarla a los 4.000 o 5.000 kilos (por hectárea)”, admitió. Aunque señaló que en soja de primera, con las condiciones adecuadas y regando bien, “no es difícil superar los 4.000 kilos” por hectárea.

Además, la siembra de segunda bajo riego viene de un cultivo de invierno y “después de un trigo o una cebada nos cuesta mucho tener una soja de segunda con rendimientos altos; pasamos los 3.000 kilos por hectárea, pero no mucho más”, confirmó.

En esa línea, dijo que este sistema muestra su mayor eficiencia en años secos, cuando se observa una diferencia significativa en los rendimientos comparados con los cultivos en secano. “La soja en secano no llega a 2.000 kilos, mientras que bajo riego sí se alcanza los 3.000 kilos”, afirmó. En esos casos “se nota la diferencia” entre los distintos sistemas de producción y la eficacia del riego, y “ocurre lo mismo en maíz”, apuntó el consultor.

Comentó que “estamos evaluando y presupuestando el riego por goteo en chacras de secano, en zonas donde no se pueden incluir los pivots y sobra el agua, por tener represas sobredimensionadas o tomas en ríos o arroyos”, y se refirió a experiencias en Argentina y España. Agregó que el costo en infraestructura “es mucho más alto que el del pivot, con costos operativos similares, pero con una mayor eficiencia del agua”. “Aún no nos animamos a implementarlo, pero vemos que es el riego que se adaptaría mejor a esas zonas”, opinó.

El riego como clave para adquirir campos

El director de Asiemagro, Gonzalo Sciarra, compartió sus observaciones sobre la búsqueda de tierras agrícolas y las dinámicas actuales en el mercado de campos en Uruguay. “Quienes buscan campos (para comprar), una de las primeras cosas que miran, a veces antes que la calidad del suelo, es el potencial para incorporar riego”, afirmó. Los inversores que proyectan a largo plazo, hasta 20 años, “priorizan predios con capacidad de riego”, y encuentran que “en casi cualquier campo de 1.000 hectáreas se puede implementar, ya sea en 200 o en 400 hectáreas”.

Sciarra comentó que los campos agrícolas puros, en el litoral, que históricamente han sido dedicados a la agricultura y continuarán en ese rubro, a pesar de las fluctuaciones de precios, han alcanzado precios elevados, pero “desde hace un año y medio están estabilizados”. Comentó que “hay campos que están en venta hace un año y medio, y no se venden ni suben los precios; llegaron a un techo”, explicó. Añadió que precios de hasta “US$ 10.000 por hectárea” son comunes hoy en día, pero “no se convalidan más subas”. Esos campos son adquiridos principalmente “por extranjeros”, que buscan “diversificar sus inversiones” en Uruguay, a quienes “hay que seguir dando garantías”, comentó.

Otro factor marcado en el mercado de tierras es la competencia creciente de la forestación, que avanza rápidamente en departamentos como Florida y Durazno, donde la agricultura marginal “enfrenta complicaciones”. Sciarra dijo que “hay campos agrícolas que se están vendiendo, en las peores zonas se achica el área y pasa a la forestación, al igual que la parte ganadera”.

La presión de la forestación sobre “la agricultura marginal es evidente”, con campos que reducen su área agrícola “en un 30% o 40%” en las zonas menos productivas para pasarlas a forestación, dijo. Y recordó que algo similar ocurrió entre 2015 y 2019.

Nota de Revista Verde N°116

SyngentaSyngenta
Erro GrapErro Grap
1 - 09:07