Agricultura

Diversificación con un monitoreo del negocio a mediano y largo plazo, la estrategia del productor Julio Gugelmeier

6 de junio de 2024

El productor agrícola-ganadero Julio Gugelmeier lidera un establecimiento de 870 hectáreas, ubicado en la ruta 52, a pocos kilómetros de Nueva Helvecia, en el departamento de Colonia. “Dependiendo del año se destinan a la agricultura entre 450 y 500 hectáreas, mientras que en las restantes se hace recría e invernada”, explicó durante su diálogo con VERDE.

El predio está ubicado en una zona donde antes había muchos establecimientos lecheros, que últimamente pasaron a la ganadería y a la agricultura. “No son los mejores campos agrícolas, porque tienen un poco de pendiente, y no son muy profundos, pero son buenos”, indicó Gugelmeier, quien trabaja con dos colaboradores. “Cuando mi padre se retiró, el año pasado, me arrendó los campos y me vendió la maquinaria y el ganado”, comentó.  

Más de la mitad del área del establecimiento se dedica a la agricultura, donde en verano se realiza soja en dos tercios del área y maíz de segunda en el tercio restante. A la vez, en invierno, “mayoritariamente se siembra trigo, algo de cebada y colza, por rotación”, acotó.

Explicó que el área que sale de la soja es la que normalmente se destina a cultivos de invierno, mientras que en las chacras donde se hace maíz de segunda se destinan a soja de primera. En el área de cultivos de invierno luego se siembra soja de segunda y maíces de segunda. Así está establecida la rotación. La inclusión de pasturas es muy pequeña, y se utiliza en las chacras más cercanas al área ganadera, mientras que en las más alejadas “se hace una rotación agrícola continua e intensiva”. 

Consideró que “la productividad agrícola viene subiendo, por la mejora genética, el manejo y el avance biotecnológico de algunos cultivos como el maíz”, que incorporó la tecnología Enlist y mayor protección contra insectos. Esto permitió que el maíz de segunda “sea un complemento muy interesante para el área de soja”, por “su aporte a la rotación y a la mejora del campo, con muy buenos resultados”. 

En años normales el piso de rendimientos se ubica en 6.500 kilos por hectárea (kg/ha), con productividades de hasta 8.000 kg/ha, mientras que en los años buenos se puede llegar a 9.000 kg/ha. El productor señaló que “le hemos encontrado un mejor nicho al maíz de segunda que al de primera, ya que en enero siempre se dan olas de calor y los maíces de segunda o los tardíos toleran mejor” esas situaciones. Recordó que el año pasado “también sufrieron la seca”, por lo extremo que fue ese fenómeno en Uruguay.

Consultado sobre la presente zafra de soja, respondió que “hasta el momento (principios de mayo) se viene logrando una productividad de entre 2.800 y 2.900 kg/ha”, y estimó que ese será el promedio de esta campaña. 

Gugelmeier sostuvo que ese rendimiento se encuentra en “la media del establecimiento”, puntualizando que en la zafra pasada prácticamente “no se pudo cosechar”, por la sequía, mientras que en la campaña 2021/22 la productividad “había sido récord”, con 4.000 kg/ha.  “Normalmente, cuando se plantea hacer un cultivo de soja en nuestra zona, se espera un rendimiento promedio de 2.800 a 3.000 kg/ha”, comentó.

En el caso del trigo resaltó la mejora genética, al igual que en los otros cultivos, así como los avances en el manejo de la fertilización y la aplicación de fungicidas que “han permitido un salto productivo”. 

En la zafra anterior “se logró un rendimiento de 6.000 kg/ha. Fue de los niveles más altos que hemos tenido en los últimos años”, destacó. De todos modos, admitió que “no fue un año fácil”, por los excesos de lluvias en la cosecha de invierno, pero “gracias a la diversificación de materiales” y “marcar prioridades a la hora de cosechar”, se alcanzaron muy buenos rendimientos promedio y con buena calidad. 

También destacó los avances en cebada, cultivo que, pese a las dificultades del año pasado, “nos permitió lograr rendimientos de entre 6.000 y 7.000 kg/ha”.  

LOS CULTIVOS Y EL MANEJO

Gugelmeier comentó que su empresa apunta a la utilización de tecnología, pero siempre “con cabeza y cintura”. Señaló que en esta zafra de verano “el maíz se sembró más tarde, por lo cual se ajustó la fertilización nitrogenada, entendiendo que se iban a sacrificar kilos”. 

Planteó que este año los cultivos de invierno “no se darán en las mismas condiciones” del año pasado, por lo que “sembraremos las chacras que estén mejor”. 

También sostuvo que “hay tecnologías que no se pueden dejar de aplicar para obtener un cultivo de calidad. Sabemos que son necesarios los fungicidas, cierta cantidad de fertilizantes y el manejo de malezas”. 

Dijo que en años normales “apuntamos a la productividad”, comenzando con la fecha de siembra óptima, que “para nosotros es un factor relevante” para lograr buenos rendimientos. Explicó que los cultivos que no están tan bien implantados pero que fueron sembrados en fecha óptima tienen iguales o mejores resultados que los que se hacen con buena siembra pero fuera de fecha. “Son datos que te demuestran los cultivos con el paso de los años”, porque “un año te puede salir bien, pero no pasa siempre”, afirmó.

Por ese motivo, Gugelmeier explicó que este año no sembrará colza, porque “se pasó la fecha óptima de siembra” y, por lo tanto, optó por sembrar trigo y algo de cebada. Si bien reconoció que se había registrado una mejora del precio y los márgenes, “no están dadas las condiciones para el cultivo”, dijo. 

Comentó que siembra colza, entre otros motivos, “porque libera la chacra antes” que otros cultivos, “para entrar al verano con una soja de segunda en fecha de primera”, y por esa razón “el 15 de mayo es la fecha límite para sembrar”.

Al analizar los márgenes, afirmó que el mercado “está muy inestable”, con situaciones internacionales como las guerras, que provocan variaciones importantes en los precios de los granos y también en los insumos. 

Destacó que el trigo tuvo una recuperación de precios en el mercado de Chicago, marcando a su vez el precio de la cebada en Uruguay. En el arranque de mayo superó los US$ 250 por tonelada, “un precio bastante mejor al que recibimos en la zafra anterior y, con los costos actuales brindaría un mejor margen del que tuvimos en la zafra pasada”. 

La soja, con un precio de algo más de US$ 400 por tonelada y rendimientos cercanos a los 3.000 kg/ha, “deja un buen resultado”.  Por lo tanto, afirmó que “si el clima nos permite cosechar y podemos implantar algún cultivo de invierno, vamos a tener márgenes aceptables este año”.

GANADERÍA

La producción ganadera del establecimiento consiste en recría e invernada. Se compra el ternero y en el correr de un año a 15 meses se saca el novillo gordo dentro de un sistema pastoril con suplementación. En años complejos, como este, por las intensas lluvias, se encierra “como fusible” algún lote de animales a los que se les da reservas, como silo de maíz, para evitar el pisoteo. El encierro puede ser por algunos días o incluso puede llegar hasta completar la terminación, describió Gugelmeier.

Señaló que el establecimiento tiene unas 200 hectáreas que están sobre el río Rosario, que son inundables. “En marzo y abril de este año creció el río y tapó esas 200 hectáreas, por lo que quedaron inutilizadas por bastante tiempo, y se perdió parte de los verdeos sembrados. Ahora no tenemos casi piso para el pastoreo, por lo que apelamos a las reservas, encerrando ganado”. 

Gugelmeier analizó que este es un año “complejo” para el negocio ganadero, por el alto valor de la reposición. A su entender el ganado gordo tiene un precio “razonable”, y reconoció que en años anteriores registró “valores especiales”. Indicó que el negocio se trata de comprar dos terneros y medio por cada novillo gordo vendido, y este año “apenas llegamos a dos terneros”, situación que “acorta mucho los márgenes”, graficó. 

Dijo que una forma de contrarrestar esta situación es con eficiencia, y “eso no implica necesariamente ganar más kilos”, pero con más tiempo de engorde esa ganancia de peso se podría perder con una baja de precios. 

Recordó que eso sucedió el año pasado. A fines de agosto comenzó a bajar el precio del novillo, y en diciembre, cuando se vendió el ganado, “lo que habíamos ganado en kilos lo perdimos en precio”. 

El productor considera que la decisión de esperar que la reposición baje o sumarle kilos a los ganados “es difícil”, y por lo tanto busca que “la eficiencia venga por el lado de la comida”, cuidando los costos, produciendo la mayor cantidad de forraje y de granos en el establecimiento. “Los mercados son un subibaja, lo que se pierde en un año capaz se gana en otro”, o viceversa, acotó. 

Agregó que los novillos se embarcan a frigorífico con 500 o 520 kilos, aunque por temas de mercado “puede suceder que saquemos novillos más livianos, con 420 o 450 kilos”, buscando aprovechar las oportunidades de precios que puede brindar el abasto.  

EL NEGOCIO

Sobre las perspectivas del negocio agrícola-ganadero, Gugelmeier sostuvo que “es difícil proyectar, considerando que es mejor hablar de ciclos”. A propósito, planteó que “tenemos años muy buenos desde lo climático y de los precios; otros en que los precios y el rendimiento están en el promedio, y años en que se juntan precios bajos y productividades negativas”. De todas formas, Gugelmeier consideró que “en el promedio de los años el negocio funciona”. Por lo tanto, afirmó que “es fundamental tener una visión a largo plazo, y más considerando la variabilidad de la agricultura y su dependencia con el clima”. 

Por último, el productor agrícola-ganadero de Colonia afirmó que “la ganadería es un poco más segura, aunque en los últimos años también hemos tenido mucha variabilidad de precios”. Por eso, consideró que “hay que sobrellevar los años difíciles”, ya que en “el promedio de varios años, vemos que el negocio está bien”.

Nota de Revista Verde N°114

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