Maíz: Avance genético y más tecnologías para ampliar la frontera productiva
Durante la conferencia Pioneer Sin Límites, organizada por Corteva y Rutilan, se llevó a cabo el lanzamiento de las tecnologías Power Core Enlist y Power Core Ultra Enlist
En el marco de la conferencia Pioneer Sin Límites organizada por Corteva y Rutilan, se realizó el lanzamiento de las tecnologías Power Core Enlist y Power Core Ultra Enlist en maíz; al tiempo que se remarcó la fortaleza de Enlist en soja.
Se trata de dos sistemas de control de malezas considerados herramientas muy útiles para el productor, que permiten minimizar su impacto en ambos cultivos; sobre todo teniendo en cuenta la problemática de resistencia que hoy se da en prácticamente todas las regiones dedicadas al maíz y a la soja.
Rafael Frene, líder de Investigación y Desarrollo de Corteva, aseguró a VERDE que la problemática de resistencia tiene un peso muy importante en las zonas templadas como Uruguay y Argentina, donde se ha observado una curva ascendente con la aparición permanente de nuevas especies resistentes a los herbicidas utilizados.
A su vez, sostuvo que dentro de una especie van apareciendo poblaciones con resistencias múltiples, “provocando que sea cada vez más complejo manejar las malezas en los cultivos sin que impacte en el rendimiento”.
La tecnología Enlist, como sistema de control de malezas, propone un manejo racional enfocado en la sostenibilidad y durabilidad de la tecnología para brindar soluciones “hasta que lleguen otras innovaciones de la industria, modos de acción y plataformas biotecnológicas como la de Enlist”. Pero estimó que ese proceso “puede demorar 10 o 12 años más”.
Por lo tanto, sostuvo que “lo que tenemos son muchos modos de acción, muchos herbicidas que los usábamos antes de la soja RR y que vuelven a ser utilizados”. Apoyados en una plataforma como la de Enlist, “se pueden diseñar programas de control muy fuertes, con mucha diversidad de modos de acción, lo que permitirá que al menos se retarde la aparición de la resistencia en todos los ambientes”, destacó.
Frene aseguró que esta tecnología está teniendo una gran aceptación de los productores en el mercado, pero insistió en que su correcto manejo es fundamental.
Explicó que la plataforma Enlist tiene tres componentes. Por un lado, está el evento biotecnológico que brinda tolerancia a distintos herbicidas, tanto en soja como en maíz. El segundo componente, es el herbicida Enlist Colex D, cuya tecnología de formulación nos permite explotar todos los beneficios del herbicida 2.4 D para el control de malezas, minimizando casi a cero los riesgos de deriva física o volatilidad. Y el tercer componente son los programas de control que propone la tecnología.
“Nuestra propuesta va de la mano de un manejo efectivo de la resistencia, que implica combinar esa diversidad química que propone el programa de control Enlist con diversidad agronómica”, señaló.
El líder de Investigación y Desarrollo de Corteva indicó que las tácticas agronómicas tienen que ver con la rotación de los cultivos y con la utilización de cultivos de cobertura, lo que permite diversificar la presión de selección y minimizar la propagación de genes de resistencia de una generación a otra.
Corteva pone el foco en que el productor use la tecnología de forma responsable, entendiendo que va a funcionar a mediano plazo. “Esto es lo que le va a dar a la tecnología sostenibilidad en el tiempo”, enfatizó.
En el caso de Enlist maíz, Frene explicó que es un evento biotecnológico que le brinda al cultivo tolerancia al 2.4 D (Enlist Colex D) y a los herbicidas FOPs, que se suman a la tolerancia a glifosato y glufosinato de amonio, que ya traía la tecnología PowerCore.
“El objetivo es combinar residuales con el manejo de otros dos herbicidas, lográndose resultados muy buenos a problemáticas como los capines y amaranthus”, comentó.
A su vez, remarcó la importancia de utilizar los programas de control de manera correcta y “no caer en la tentación” de utilizar repetidamente solo productos como el 2.4 D (Enlist Colex D) o Verdict Max para defenderse de las malezas.
Frene señaló que tanto en soja como en maíz no hay un número de programas de control, sino que existe una estrategia de manejo del productor en cada ambiente. “Para cada problemática, con la versatilidad que tiene la tecnología, se puede diseñar una combinación de herbicidas de forma inteligente, construyendo un programa de control para cada situación en particular. Sobre esa premisa, la tecnología Enlist está brindando soluciones a toda la problemática de malezas y con muy buenos resultados”, aseguró.
Manejo del maíz
Por otro lado, es claro que el cultivo de maíz se ha visto favorecido por una constante renovación del portafolio de híbridos, el avance de la mejora genética, la biotecnología y ajustes de manejo.
Lucas Borrás, investigador de Corteva, destacó a VERDE que aspectos como la cantidad de nitrógeno, la densidad de siembra, el uso de fungicidas, la elección de genotipo o la fecha de siembra, son claves para obtener buenos resultados. “Esas variables están y se manejan en función del ambiente que tengamos”, dijo.
Sobre los momentos de siembra, sostuvo que las posibilidades varían de acuerdo con la situación de cada chacra y con la búsqueda del agricultor, pero remarcó que en la zona centro de Argentina hay un 60% del área total sembrada con maíz tardío, algo que no sucedía desde hace 20 años.
A su vez, 30% del área de ese maíz tardío tiene un fungicida foliar aplicado, mientras que hace 10 años eso representaba solo un 5%. “Muchas de las prácticas de manejo se fueron modificando durante el tiempo y van adaptándose de acuerdo a las respuestas productivas. El sistema se va optimizando”, enfatizó.
En el caso de los maíces de segunda hay que considerar que, al ser sembrados luego de un rastrojo de invierno, parte sin agua y nitrógeno (N), con lo cual se debería pensar en un aporte de ese nutriente. Pero también Borrás destacó que se recomienda no sembrar enseguida de la cosecha, a principios de diciembre, sino esperar un tiempo y hacerlo sobre fines de ese mes. Con eso, el período de floración se da en febrero, un mes “con más lluvias y con menos demanda hídrica”.
En los cultivos de primera sostuvo que la variable clave es la calidad ambiental. “Si eso está, va un maíz de primera”, remarcó. A su vez, sostuvo que deben analizarse las perspectivas climáticas de año Niña o Niño.
“Debemos analizar qué calidad de suelo tenemos, con qué cantidad de agua almacenada contamos en setiembre y el pronóstico de lluvias, y a partir allí definimos si vamos a usar ese lote con un cultivo de primera en setiembre-octubre, o si lo vamos a retrasar para minimizar riesgos”, planteó.
Borrás sostuvo que los genotipos modernos tienden a tolerar más densidad de siembra que los viejos, por lo que el recambio de genotipo viene asociado a una mayor tolerancia en la densidad. De todas formas, puntualizó que no siempre conviene aumentar la densidad de plantas. “Podemos pensar en poner más plantas en un maíz temprano, sembrado en setiembre-octubre y en un buen ambiente; que en uno sembrado sobre trigo, en diciembre, cuando tenemos un ambiente con un potencial menor”, explicó.
Sobre la fertilización nitrogenada, dijo que la productividad –en función del ambiente y las perspectivas climáticas– es la que determina la dosis de N a aplicar. También recalcó que incide más la cantidad que la distribución de N.
Borrás enfatizó que la calidad de siembra paga en rendimiento y remarcó la importancia de la variabilidad espacial y temporal. “Cómo quedan las plantas distribuidas, y la uniformidad de la emergencia en el surco, impactará en el rendimiento final. Que todas las plantas emerjan al mismo tiempo es fundamental para el éxito de un cultivo de maíz”, afirmó.
El ejecutivo de Corteva consideró que el maíz dejó de ser un cultivo utilizado solo por los agricultores de punta. “Aumentó el rinde potencial, la estabilidad y los agricultores han adaptado las prácticas de manejo para expandir la frontera productiva”, valoró.
Para Borrás, eso sucede en un contexto donde aparecen genotipos más rendidores y con mayor tolerancia a distintos tipos de estrés. “La genética avanzó muchísimo. Hoy se siembra en la zona núcleo de Argentina un genotipo moderno, que rinde 13.000 kilos por hectárea (kg/ha), mientras que en ese mismo ambiente, con un genotipo de hace 50 años, se sacarían entre 5.000 y 6.000 kg/ha”, señaló.
Consideró que la inversión en mejoramiento genético ha sido fundamental para que esto suceda. En esa línea, informó que en 50 años el rendimiento del maíz de primera ganó 113 kilos por año, y el tardío ganó 114 kilos por año.
El investigador de Corteva marcó los elementos claves que más impactan en el rinde de un maíz de primera: densidad, N, precipitaciones, azufre (S), fósforo (P) aplicado, agua a la siembra y fecha de siembra.
La información marca que en la zona núcleo de Argentina, en un ambiente “sin restricciones, poner 10.000 plantas menos reduce el rinde entre 1.500 y 2.000 kg/ha”, a la vez que se logran 28 kilos de maíz por unidad de N disponible.
Para un maíz tardío, los elementos determinantes son: precipitaciones, fungicidas, fósforo del suelo, nitrógeno, día de siembra, agua en la siembra, densidad y azufre. En este caso, “si nos pasamos en 10.000 plantas perdemos 200 kg/ha, en tanto que se logran 10 kilos de grano por unidad de N disponible. A la vez, la hipótesis marca que para un maíz de segunda las claves pasan por: N, precipitaciones, fungicidas, densidad baja (45.000 a 50.000 plantas por hectárea). Mientras que aparecen otras variables, como el N incorporado –cuanto más profundo mejor–, fecha de siembra (cuanto peor es el ambiente mejor es retrasarla), P aplicado, azufre y zinc.
Indicó que la utilización de fungicida generaría un impacto de 1.044 kilos, según los predictores. Pero en promedio, sobre un trabajo de Corteva y Aapresid, el efecto se acerca a los 500 kilos, aplicado entre v8 y v12. En Estados Unidos la proporción de maíces con fungicidas se acerca al 50%.
EN URUGUAY
En la misma línea, el representante comercial de Corteva en Uruguay, Ignacio Vago, sostuvo que desde la compañía se ha renovado el portafolio de híbridos y se ha sumado tecnología para ampliar la frontera productiva del maíz. Este camino va desde la genética, “donde hemos ido renovando casi todo el portafolio de híbridos de maíz –con híbridos más adaptados a cultivos de segunda y con mejor perfil sanitario– hasta la biotecnología”, señaló.
En ese sentido, Vago sostuvo que la aprobación de la biotecnología PowerCore Enlist –para el control de malezas– y PowerCore Ultra Enlist –para el control de plagas y malezas– le brinda a los productores uruguayos la posibilidad de contar con las mismas herramientas que tienen otros países, como Argentina.
Por otro lado, Diego Sorrondegui, director de Rutilan, se refirió al proceso de recambio del portafolio de híbridos que ofrece Pioneer. Destacó que en los últimos cuatro años se recambió el 100% de los híbridos. “Apuntando a las necesidades de nuestro mercado, se renovó el portafolio”, dijo.
Aseguró que el uruguayo es un mercado con una gran proporción de maíz de segunda, muy desafiado por la presión sanitaria y con una proporción de primera que tiene “factores de estabilidad a cuidar mucho, ya que está muy desafiado por el clima”.
Sorrondegui destacó la cercanía con el sistema productivo y el trabajo de desarrollo que se lleva adelante en Uruguay, con una red de ensayos locales, con todos los híbridos potenciales y los principales que se venden en plaza.
Nota de Revista Verde N°103