Invertir para bajar la volatilidad: la estrategia de Kielder Agro en Uruguay y el Mercosur

Kielder Agro Group inició su actividad en Uruguay en 2008, cuando adquirió un campo de 1000 hectáreas. Actualmente cuenta con 17.000 hectáreas en el país, además de campos en Argentina y Paraguay, y apunta a seguir creciendo, con fuertes inversiones en riego, para las producciones agrícola y ganadera. La compañía también ha realizado inversiones en África y Estados Unidos.
Antoine De Bourgknecht es un empresario suizo, que vivió en Argentina y trabajó en el sector financiero y químico. Su familia tiene una empresa química “de sabores y fragancias, que cuenta con 20.000 empleados en el mundo y cotiza en la bolsa”, comentó a VERDE.
El primer campo de Kielder en Uruguay “era un activo más familiar”, porque “quisimos tener una inversión en el agro”, comentó. “Yo vivía en Argentina en ese momento, era mucho más inestable. Uruguay apareció como la solución lógica para dar un primer paso en el sector. Durante 10 años dejamos al equipo local manejarlo, que lo hizo muy bien, con mucho cuidado”, señaló.
Y en 2019 la empresa realizó más inversiones en tierras. En un contexto donde “el precio de los campos mostró una baja luego de varios años en suba. El primer establecimiento se adquirió en pleno auge del mercado inmobiliario, pero después fueron apareciendo oportunidades. Conseguimos un campo muy interesante, más grande. El primero era de 1.000 hectáreas y el segundo de 3.000 hectáreas. Ahí fue el inicio de un proceso de expansión, primero en Uruguay, donde hoy operamos unas 17.000 hectáreas”, detalló.
Después la empresa continuó con inversiones en Paraguay y en Argentina. “Empezamos a crecer como una inversión que no solo tuviera una mirada familiar, lo que llevó a la necesidad de armar un grupo de personas para gestionar y manejar las operaciones, hacer que todos los activos sean coherentes unos con los otros y optimizar las sinergias”, dijo.
Además, confirmó que la intención es que la empresa se siga expandiendo, porque “cada vez que lo hicimos nos fue bien, gracias a Dios”. Agregó que Kielder Agro Group “es una empresa suiza, familiar, somos solo nosotros, y también decidimos expandirnos en África y en Estados Unidos, en diferentes activos, siempre relacionados con el agro y la tierra”.
En Sudamérica el foco es la agricultura tradicional, mientras que en África son más especialidades, como aceite de oliva, cerezas y semillas. Y en Estados Unidos “fue un paso más en la innovación o el valor agregado, como producir extractos de café y de té, para la industria alimenticia”, indicó el empresario.
Así se generó la necesidad de armar un grupo agrotecnológico, industrial, con esas tres plataformas: agricultura tradicional, especialidades e innovación. Explicó que el aspecto de la innovación tiene que ver con el agtech, “para obtener un rinde lo más alto posible”.
El otro foco que se plantea la empresa es el aprovechamiento al máximo las biomasas minimizando los desechos. “Eso tiene más que ver con la producción de cerezas o de aceite de oliva, para producir ingredientes activos para la industria cosmética o de alimentos”, explicó.
Actualmente a nivel global la empresa opera más de 40.000 hectáreas y emplea a unas 500 personas. Produce más de 20 cultivos y especialidades, totalizando unas 90.000 toneladas de productos agrícolas por año. Sobre la base de la transformación agrícola, mediante la tecnología y la responsabilidad ambiental.
Los orígenes del vínculo con el campo
Cuando llegaron a Argentina, los padres de Antoine adquirieron un campo de 200 hectáreas para criar caballos de polo, deporte del que son fanáticos. “A mí siempre me encantó Sudamérica, siempre tuve ganas de vivir aquí, porque es muy parecido a Europa, en cuanto a cultura. Y cuando empezás a estar en el mundo de los negocios en Sudamérica el campo aparece como algo obvio”, describió.
“Pasábamos cada vez más tiempo en ese campo y así surgió la idea de invertir en Uruguay, porque era una opción mucho más interesante que otros países de la región. Mis padres se enamoraron del país, donde pasan más de la mitad del año y son residentes uruguayos hace más de 15 años. El agro nació primero como una pasión, porque nos enamoramos del campo en general, y después como un negocio. Es una forma de vivir, va más allá de lo empresarial. El agro requiere estar en el campo, no puedes manejarlo desde una oficina en Nueva York o Londres”, comentó.
El momento del negocio
De Bourgknecht analizó que este “es un momento bisagra”, cuando “nadie sabe muy bien lo que va a pasar”, porque “hay turbulencias económicas y geopolíticas”. Analizó que los precios de los productos del agro y los commodities dependen de la cantidad de consumidores, de la demografía, y del nivel de vida de esos consumidores. “Para acceder a la carne, por ejemplo, se requiere de cierto nivel económico”, sostuvo.
“Las tendencias demográficas son importantes. Lo que se pensaba hasta hace poco era que la demografía mundial se iba a expandir de manera permanente, y que íbamos a necesitar el doble de proteínas de aquí al año 2050. Eso va a pasar, y por eso es un buen momento para estar en el agro. Pero después del 2050 la situación comenzará a ser algo diferente, porque la población va a empezar a estabilizarse, e incluso a caer. Y creo que para el final del siglo las proyecciones indican que va a haber la misma población que en la actualidad”, comentó.
“O sea, pareciera que no va a pasar lo que indicaban esos estudios iniciales, que decían que se iba a llegar a 15.000 millones de personas. Todo puede pasar en el futuro, pero revertir la caída de la demografía es difícil”, sostuvo.
Y agregó que “los continentes que van a crecer en población van a ser: África y el sudeste asiático. Las Américas, Europa y Asia del Norte van a decrecer”.
El empresario también se refirió al incremento del nivel de vida de las poblaciones. “Hay un potencial entre África y el sudeste asiático, incluso los países árabes, por el incremento en la calidad de vida, van a generar oportunidades. Por eso creo que la carne tiene un futuro muy promisorio. Son poblaciones que hoy no consumen carne vacuna, por la falta de acceso y el nivel de vida, y allí hay mercados que se abren”, planteó. Al tiempo que señaló que uno de los desafíos será el cambio climático y el impacto sobre la producción.
Diversificación y riego
De Bourgknecht admitió que “lo primero que vimos es que la posición económica del negocio del productor agropecuario no es buena, porque somos tomadores de precios, costos e incluso tomadores de volúmenes, porque dependemos del clima”. Por lo tanto, la empresa se planteó “minimizar las variables que nos pueden impactar”, dijo.
A propósito, señaló que una de las estrategias es la siembra variable, la fertilización variable y la diversificación de cultivos, porque “eso permite diversificar un poco el riesgo climático y también el riesgo de precios”, planteó el empresario suizo.
“Otra estrategia, que hicimos en un campo en Argentina, es intentar sembrar en varios momentos. Obviamente que hay una época de siembra que se tiene que respetar, pero no sembrar todo en uno, dos o tres días. Creo que tener soja de primera y de segunda ya es una diversificación”, señaló.
La segunda gran estrategia de la empresa para minimizar el riesgo climático es el uso del riego. “Lo veo como la solución más obvia y más inmediata. El problema no es que llueva menos, sino que ya no llueve en los momentos críticos, cuando se necesita para el cultivo”, comentó.
El riego, en los campos del centro (de Uruguay), “nos permite hacer maíz, si no estamos limitados a soja-trigo”, valoró. Además, permite reducir la dependencia de la lluvia. “El desarrollo del sistema de riego es fundamental y para eso el asesoramiento es clave”, destacó.
De Bourgknecht también planteó que “se debe dimensionar muy cuidadosamente el proyecto, porque si tenés una represa que te permite regar en condiciones normales 200 hectáreas, en período de seca vas a tener menos agua disponible para riego pero el cultivo va a necesitar mucho más; eso es lo que hay que tener en mente”.
“Acá tenemos 300 hectáreas bajo riego. La idea es hacer 600 hectáreas más en los próximos dos o tres años, y después también avanzar en los otros campos. Personalmente no haría más agricultura en secano, porque hoy es casi un casino. No se sabe si va a llover bien o mal, y el riego es una posibilidad de minimizarlo”, afirmó el empresario.
El presidente de Kielder Agro Group opinó que el riego en Uruguay “es caro, porque hay que importar todo, pero los sistemas de Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones) permiten tener acceso y hacer que esos proyectos sean viables”.
“Creo que hay muchas oportunidades de sinergias. Y el riego también es una oportunidad de luchar contra la erosión de los suelos. Porque cuanta más biomasa haya los suelos, se erosionan menos. Va más allá de solo el cultivo y el rinde, es también una medida de protección de los suelos”, comentó.
El empresario también confirmó que antes de comprar un campo se miran dos aspectos: que sea campo mixto, que permita tener idealmente ganadería, agricultura y forestación; y el acceso al agua para riego.
Comentó que los suelos que se pueden forestar los arriendan a la industria forestal. “Creo que es uno de los beneficios de Uruguay. Podés tener las tres actividades dentro de un mismo campo. El país no es tan grande, así que siempre estás más o menos cerca de los lugares de comercio, y también “por la diversidad de suelos que hay”.
Cómo se ve al Uruguay desde el exterior
“Soy suizo y siempre dicen que Uruguay es la Suiza de Latinoamérica. La seguridad jurídica, la estabilidad política, el país tiene un rumbo, y eso ayuda muchísimo. Eso no es gracias a los políticos, sino gracias a la idiosincrasia uruguaya”, consideró De Bourgknecht.
También valoró el acceso a información y datos que ofrece el país. Planteó el ejemplo de África, donde “hay muchos ingenieros agrónomos, pero no aparecen; tenés que conocer la gente”. Sin embargo, en Uruguay “hay datos de mercado, de precios de campos, hay mucha información y eso facilita; por eso también creo que siempre hay más extranjeros que vienen a invertir a Uruguay”.
“Obviamente hay beneficios, como la residencia fiscal, que son muy importantes para un país como Uruguay, porque es un país chico. Para competir a nivel internacional necesitas desarrollar esos beneficios, y creo que Uruguay en muchos aspectos lo hizo muy bien”, destacó.
Describió que una hectárea agrícola del lado uruguayo vale US$ 12.000 y del lado argentino vale US$ 6.000. “Porque se ha tenido mucha inestabilidad política en Argentina. El día que saquen las retenciones el precio se va a duplicar”, analizó. “Al final es demanda y oferta. Cuantos más actores estén interesados en comprar y menos quieren vender, el precio sube”, sostuvo.
Consolidación
El director de Kielder Agro Group confirmó que el objetivo de la empresa es consolidarse en todos los países donde está presente. “Mientras haya oportunidades vamos a seguir creciendo. Quizás hoy el precio de los campos en Uruguay está en un nivel alto, y eso hace que la ecuación operativa que buscamos sea un poco más compleja. Sin embargo, son ciclos. Los precios suben y después bajan”, comentó.
Agregó que “siempre buscamos comprar en el mejor momento posible, pero lo más importante es tener acceso al mejor activo posible, y eso no necesariamente tiene que ver con los precios. Creo que hoy en Uruguay todavía hay oportunidades de adquisiciones que son interesantes”, dijo.
Destacó que en Uruguay “nos expandimos mucho, crecimos de 1000 hectáreas a 17.000 hectáreas en cinco o seis años”. “Estamos todavía en una fase de consolidación. Estamos invirtiendo muy fuerte en el proyecto de riego. La idea es tener en total unas 2.000 hectáreas bajo riego, para la parte agrícola. Aunque también se piensa pasturas bajo riego y estamos en un momento de prueba, pero a priori es muy interesante”, detalló. Y valoró que el riego de pasturas “abre otras oportunidades, en otros campos, como el que tenemos en Tacuarembó, sobre la ruta 5”.
De todos modos, sostuvo que la idea a largo plazo es seguir creciendo, “no por ser los más grandes, simplemente porque si las cosas te van bien, y no necesitas sacar caja de la empresa, lo mejor que podés hacer es reinvertir”.
Analizó que el alto precio del ganado no es algo que le preocupe, porque “si comprás una vaca que te va a durar siete años, en realidad tu precio se licua”. Sostuvo que “una vez que tenés el campo lo tenés que poblar, porque la mayor inversión está en la inversión en tierra”.
“Es verdad que la reposición es cara, pero lo que define el precio del ternero al final es el precio de la carne. Si el que inverna no gana plata, el ternero no va a valer nada. Para que hoy empates con la invernada necesitas que el precio caiga de forma importante. Si compras un ternero y lo vas a engordar 300 kilos para venderlo, la caída del precio debería ser importante para que no ganes nada”, analizó.
Ciclo completo para contar la historia
Comentó que en ganadería “siempre nos gustó el ciclo completo”, aunque “después estás limitado por lo que te ofrecen los campos”. Planteó el ejemplo de un establecimiento donde hay poco campo natural, con muchos suelos agrícolas, arroceros, forestación y pasturas. “Ahí obviamente terminás en un ciclo completo abierto, teniendo que comprar animales”, dijo.
De Bourgknecht explicó que le gusta la ganadería de ciclo completo porque “a nivel estratégico estás cubriendo todos los ángulos”. “Tenés tu propia genética. Podés crear historias. Hoy la carne está haciendo mucho de lo que hizo la industria del vino. Hoy una tendencia importante a nivel global es el producto natural, el origen, la trazabilidad”, señaló.
El empresario opinó que en el rubro de la carne se “puede aprender mucho de lo que hizo el vino, como premiumizar el producto, porque no es un alimento básico, es un alimento social, para compartir”.
En ese sentido, sostuvo que el ciclo completo “es una herramienta fuerte, porque te permite la trazabilidad completa, y te permite contar una historia que al consumidor le funciona”.
Señaló que en Paraguay, donde el diferencial entre el precio de la carne local y exportada es mayor, “estamos exportando carne con la marca Kielder directamente de Paraguay a Suiza; y hay otros mercados que están interesados”.
“Lo que nos dicen los importadores o distribuidores es que les interesa contar la historia de la marca Kielder, una empresa suiza, familiar, que tiene campos en Sudamérica. Eso te muestra que en la comercialización se puede conseguir mucho, y podés alcanzar precios que salen un poco de la comoditización”, dijo.
Aunque explicó que en Uruguay eso “es más difícil”, porque el precio de la carne en el mercado interno es más alto. “El margen entre el precio de exportación y el precio local es más chico, por lo cual es muy difícil que haya un lugar para el frigorífico y para nosotros. No quiere decir que no se pueda hacer, pero también depende de la industria frigorífica, de que tengan apetito y que les interese trabajar con gente como nosotros”, señaló.
Grassfed y marmoreo
El empresario suizo destacó que muchos consumidores valoran el grassfed (carne de animales alimentados a pasto), la trazabilidad y el welfare (bienestar animal). Pero también mencionó el aspecto de la calidad de la carne. “Creo que ahí, y mirando a futuro, se va a poder hacer muchísimo con genética. De hecho, ya se empezó, con el marmoreo, que es el criterio que considera el consumidor para definir la calidad de la carne”, dijo. Para lograr esa característica es importante terminar los animales a granos. “Son diferentes mercados y diferentes atributos que le gustan al consumidor, que no es siempre coherente”, admitió.
Describió que para algunos campos “todavía tenemos que comprar ganado, no vamos a poder hacer un ciclo completo cerrado, pero más del 75% de lo que hacemos es con cría propia”. Agregó que “se hizo un trabajo lento sobre genética, para adquirir lo que le gusta al equipo que gestiona en Uruguay, y para producir nuestros propios toros”. Comentó que en uno de los establecimientos “ya tenemos un rodeo para producir los toros que después usamos en los diferentes predios”.
La empresa termina sus animales a pasto, pero está evaluando la posibilidad de tener un corral “oportunístico”, para poder optimizar las cargas. “Cuando hay elementos adversos podés usar el corral para sacar animales y poder mantener una carga en el campo, sin tener la necesidad de bajar la carga y no aprovechar el campo en los momentos buenos”, explicó. Y agregó que otra oportunidad que ofrece el corral es comprar terneros y engordarlos cuando las relaciones de precios son favorables.
Nota de Revista Verde N° 125




