El sector forestal será el principal rubro de exportación desde 2024

Un estudio de Ceres señala que en 2022 la forestación generó un impacto indirecto superior a US$ 5.000 millones; la celulosa representa el 76% de las ventas al exterior
Lento y seguro resultó ser el crecimiento de las plantaciones forestales y los emprendimientos industriales vinculados a las mismas en las últimas dos décadas en Uruguay. En años recientes el sector forestal ganó dinamismo al llegar a un cierto punto de maduración de las inversiones, tan es así que este rubro pasará a ser el mayor exportador de Uruguay en 2024, una vez que la segunda planta de celulosa de UPM alcance su potencial productivo. Así lo sostiene un informe elaborado por el Centro de Estudios para la Realidad Económica y Social (Ceres), divulgado en noviembre.
Y sacar del primer lugar del podio exportador a la carne vacuna, considerando que es el rubro tradicional del agro local y está ligado a la historia misma de Uruguay, será un hecho más que relevante en la economía uruguaya.
La pulpa de celulosa es el principal producto de exportación dentro del sector (76% en 2022) y fue el tercero del país detrás de la carne bovina y la soja.
“El desarrollo de la forestación responde no solamente a la estabilidad institucional y jurídica que garantizan la seguridad necesaria para sus inversiones de largo plazo, sino también a políticas de impulso productivo que trascendieron los diferentes gobiernos, y que han sido retirados a medida que el sector fue creciendo”, advirtió.
Indicó que las plantaciones con destino celulósico “no reciben un tratamiento impositivo diferencial en comparación con otras actividades primarias”, y “genera empleos con mayor proyección futura que los generados por el promedio” de la economía uruguaya. La forestación constituye “encadenamientos productivos de gran magnitud”, consideró.
Ceres destacó que “la madera sólida es el subsector con mayor impacto indirecto de la economía uruguaya”, lo que “motiva aún más la concreción de inversiones en el área”, y “la celulosa tiene un impacto económico indirecto mayor al promedio nacional”.
Uruguay dispone de tierras con aptitud forestal para nuevas plantaciones, que por sus características –estructura del suelo, superficialidad, baja fertilidad, pedregosidad– no serían empleados en agricultura, aseguró.
Valoró además que “la integración de la forestación con la ganadería está en crecimiento y ofrece múltiples beneficios”.
En relación a un asunto de especial interés en sectores de la sociedad, el informe consideró que “el efecto ambiental es considerablemente mitigado por las regulaciones actuales” del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y del Ministerio de Ambiente, el extendido cumplimiento del Código Nacional de Buenas Prácticas Forestales y certificaciones internacionales, que “garantizan una supervisión adecuada para cualquier tipo de plantación, sin considerar su tamaño”.
El sector es “ejemplo de economía circular” y “tiene un papel clave para reducir las emisiones netas de dióxido de carbono (CO2) de Uruguay”, al ser “liderado por empresas de gran porte que deben cumplir con estándares al más alto nivel”, valoró.
De cara al futuro, Ceres sostuvo que la forestación cuenta con “demanda internacional que se espera que aumente en los años venideros”, y “ante un incremento en las inversiones en el sector, la industria forestal se posiciona como un poderoso impulsor para el desarrollo de la economía” uruguaya.
IMPACTO TOTAL
Con base en la producción del sector en 2022, en el informe se estimó el impacto total en la economía, y en cuanto al impacto directo consideró el total de las exportaciones de celulosa (US$ 1.913 millones) y de aquellas provenientes de la madera sólida (US$ 557 millones).
Mientras que el impacto indirecto de producir esta cantidad de pasta de celulosa, cada año, es de US$ 1.855 millones, calculó.
Destacó que el impacto indirecto que generan las exportaciones de madera sólida alcanzan los US$ 707 millones anuales. Por lo que al incorporar el impacto indirecto, “el sector forestal generó a 2022 un impacto superior a US$ 5.000 millones”, precisó.
Advirtió que la forestación es una de las áreas de la economía “con mayor multiplicador de impacto indirecto”. El multiplicador de un sector es una medida de los encadenamientos productivos que la actividad genera en el resto de la economía.
Tras explicar que un multiplicador de 0,50 para un sector implica que un aumento de la demanda por bienes del sector en $1 genere un aumento adicional en la demanda (por bienes de otros sectores) de $0,50, Ceres estimó que “la producción de madera sólida tiene un multiplicador indirecto de 1,27”, que es “el más alto de la economía”. Planteó que “esto da muestras de la oportunidad de seguir impulsando este subsector, con encadenamientos productivos de mayor magnitud que los que generan otras actividades relevantes” de Uruguay.
Calculó que “la elaboración industrial de celulosa tiene un multiplicador indirecto de 0,97”, mientras que “la silvicultura y la extracción de madera llega al 0,95”.
El sector forestal es uno de los principales rubros de exportación del país, responsable de casi US$ 1 de cada US$ 5 que Uruguay vende en el exterior por concepto de bienes, resaltó Ceres. E indicó que el subsector de la madera sólida –el de mayor impacto en la economía– tiene potencial para seguir creciendo.
“Es posible impulsar y desarrollar empresas de aserrado pequeñas y medianas en la región noreste del país, con materia prima disponible, y existen múltiples nichos de mercado con espacio para desenvolverse, lo que debe ser aprovechado”, sugirió.
DESAFÍOS
Ceres dejó en claro que para avanzar en el desarrollo forestal será necesario “atender ciertos desafíos”, considerando que “el sector forestal y toda la cadena agroexportadora tienen problemas de competitividad, en buena parte debido al encarecimiento relativo del peso uruguayo con respecto al resto de las monedas” del mundo.
“Esto se suma a los altos costos comparativos de las tarifas portuarias, además el puerto de Montevideo fue rankeado por el Banco Mundial como “uno de los puertos de la región con mayor cantidad de tiempo de espera para los buques hasta completar la carga”, apuntó.
Y señaló que “la dificultad relativa en términos de tiempo para iniciar nuevas plantaciones dificulta la expansión de proyectos de menor tamaño, ya que lograr el cumplimiento de los requisitos necesarios lleva más de un año”. Ceres subrayó que “otro desafío está en la formación del capital humano y su preparación para el futuro”, además “en busca de una mejora de la productividad en cada etapa del proceso, es necesario continuar incorporando tecnología”.
En el informe consideró que para adecuarse a la transformación de ciertos procesos “es vital la capacitación de las personas dedicadas a la tarea”. Este tema “adquiere aún mayor relevancia, dado que la forestación es más intensiva en tareas manuales que el total de la economía”, y “uno de cada ocho empleos tiene tareas relativamente fáciles de automatizar en el futuro cercano”, avizoró.
Reconoció que la oferta educativa actual es “amplia” y se distribuye a lo largo del país, principalmente en departamentos con presencia forestal “significativa”, como Río Negro, Tacuarembó y Cerro Largo.
En el Centro Universitario de Tacuarembó, de la Universidad de la República (Udelar), se dicta la carrera Ingeniería Forestal, además en la carrera de Agronomía (Udelar) es posible especializarse en forestación, y en la Facultad de Ingeniería (Udelar) hay una Maestría en Ingeniería de Celulosa y Papel. Igualmente, en las carreras de Ingeniería Civil e Ingeniería Química se abordan temas relacionados con la utilización y producción de madera y celulosa, según Ceres.
Valoró también que la Universidad de la Empresa (UDE) ofrece el programa de Técnico Forestal, la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) ofrece formación como Técnico Forestal y Tecnólogo en Madera, y que el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) también brinda cursos y capacitaciones en diferentes áreas.
En esta línea, la instalación del Centro Tecnológico Forestal Maderero (CTFM), inaugurado en Tacuarembó en agosto de 2022, colabora también para lograr una “preparación adecuada a un fenómeno global del que el sector forestal no escapa”, indicó.
Consideró que en el marco del Fondo de Innovación Sectorial como parte del acuerdo de la inversión de UPM36, el CTFM tiene como objetivo la formación de recursos humanos calificados, impulsar la investigación, la innovación y el uso de tecnologías en el rubro.
SUELOS DISPONIBLES
En 2021 la Dirección General Forestal cuantificó más de 1,1 millones de hectáreas dedicadas a la forestación, lo que representa aproximadamente el 6% del área del territorio nacional, sin incluir las más de 800.000 hectáreas de bosque nativo. Los departamentos con mayor superficie plantada son Rivera, Tacuarembó, Río Negro y Paysandú, seguidos por Cerro Largo, Durazno y Lavalleja, y del total de las hectáreas plantadas, cerca del 85% corresponde a eucaliptos, y el 15% restante a pino.
El 75% de las plantaciones se ubica en suelos declarados de prioridad forestal, definidos por la Ley N° 15.939, y son aquellos que cuentan con beneficios fiscales para la producción, conforme con el reporte de Ceres.
Señaló que la superficie del territorio nacional declarada como prioridad forestal ronda los 4 millones de hectáreas. Uruguay cuenta con suelos disponibles para nuevas plantaciones que –por los requerimientos de la forestación– no sería utilizado para la agricultura, y la combinación de la actividad forestal con la ganadera viene en crecimiento y tiene numerosas ventajas, según el informe.
En cuanto al régimen impositivo que estableció el Estado para el desarrollo del sector forestal, Ceres señaló que los incentivos que fueron claves en el comienzo, se han ido retirando en la fase primaria con destino celulosa, acorde al crecimiento del rubro.
El informe de Ceres sostiene que actualmente “los productores forestales con este fin afrontan una carga impositiva comparable a la de otras actividades primarias, respecto al ingreso que generan”.
Nota de Revista Verde N°111